El fuego consumía todo lo que se encontrara en su camino. Los gritos eran demasiados, tanto de hombre, como de mujeres y niños. Las bestias que habitaban el lugar habían tratado de huir, pero Ralión las atrapó antes de que siquiera lo intentaran.
- ¡Los niños! - gritó una mujer que yacía en el piso.
- Brenda, tienes que levantarte - Lloriqueaba un hombre a su lado, mientras que otros seis lo acompañaban.
- El fuego se acerca, entiéndelo Mario, ¡Ellos son más importantes que yo! - Su voz se había quebrado para ese momento, pero tenía que seguir siendo fuerte, no podía vacilar.
- No digas eso, por favor no lo hagas - Él tomo el rostro de la mujer entre sus brazos, tratando de acercarla a él, pero esta simplemente se alejó.
- Sácales de aquí. No dejes que les encuentren. - Sus palabras sonaron frías y decididas. Pero al notar que ni con ellas lograba convencer al hombre. Llamó a los seis que se encontraban tras él, y les ordeno que se lo llevaran.
Y así lo hicieron. Corrieron al castillo, en el que aun no habían entrado los Lions. Se colaron por las puertas traseras y las cerraron.
- ¿Dónde se encuentran? - Preguntó un hombre de cabellera rubia, con cierto tonó de desesperación. Pero solo recibió el silencio del hombre que habían llevado a la fuerza.
- ¡Maldición contesta!... - Le grito otro de tez morena, tomándolo por el cuello de su camisa.
- Arriba, En la sala de música están los varones. Y las mujeres en la habitación de Aqua - Contesto.
- Apresúrense - Habló un pelirrojo subiendo rápidamente por las escaleras.
Tres de ellos se encargaron de tomar a cuatro niñas, dos de ellas de un año, y las otras aparentemente recién nacidas. Los cuatro restantes fueron a sacar a los niños de la otra habitación.
- ¿Dónde los enviaremos? - Preguntó un hombre que sostenía a dos pequeñas en sus brazos.
- Donde Ralión no pueda encontrarlos - Respondió el hombre de tez pálida mirándolos a todos.
- ¡La Tierra! - Gritó el más alto de todos
- ¿El mundo paralelo? - Preguntó Mario
- Nadie más que nosotros conoce su existencia. En teoría, jamás los encontraran - Dijo nuevamente.
- Pero nosotros a ellos, tampoco - Aseguro el rubio.
- Ellos nos encontraran - Terminó el de tez morena.
Todos elevaron sus vistas hacia aquel sujeto. Tenían miedo, miedo de no creer. Se estaban llevando sus esperanzas, algo que habían jurado no perder. Pero era demasiado. Ver la sangre de sus seres amados, correr en las manos de sus enemigos, no es algo que se supere fácilmente, y mucho menos si sabes que tú puedes hacer algo para vengarlos.
Un golpe, los saco a todos de sus pensamientos, seguido por el comienzo de un llanto. Habían comenzado con el ataque al castillo. No podían prenderle fuego desde afuera, debían quemarlo todo desde su centro.
- Comencemos el Hechizo. Carlos, ¿Cuál debemos hacer? - Preguntó el rubio.
- Convergencia - Respondió el de tez morena. Indicándoles que dejaran a los niños en el piso.
Los siete hombres rodearon a las pequeñas creaturas, creando un círculo. Golpe tras golpe se escuchaba, esto lograba que se pusieran levemente nerviosos. Pero debían concentrarse, concentrarse en el hechizo. Tomaron sus manos, todas ellas se encontraban heladas, pero aun así sudaban y temblaban. El hechizo era fuerte, se llevaría toda su energía.
- Comencemos - Les indico Mario. A lo que los demás solo asintieron en respuesta.
"Ad tertium dicendum quod septem ad octo fert tueri cupit, omnia male hoc loco" -Pronunciaban una y otra vez.
Un golpe más fuerte se escuchó. Habían logrado entrar al castillo. El sonido de las armaduras se acercaba a ellos, pero no se distraerían, lograrían su objetivo. Un campo de fuerza de colores brillantes los rodeo a todos. Las palabras eran cada vez más suaves, la energía desaparecía de sus cuerpos. Finalmente. Todos cayeron, y el campo que los rodeaba comenzó a tirar rayos a los pequeños cuerpos que se encontraban al medio, uno tras otro. Con cada rayo un lugar se vaciaba, los niños desaparecían.
Los hombres con sus pocas energías. Contemplaron como sus últimas esperanzas desaparecían con ellos. Los soldados llegaron hasta ellos, he inmediatamente fueron ejecutados por ordenes del rey de Ralión.
Todo se había perdido.
Pero aun quedaba una esperanza.
La esperanza de que algún día, sus elementales llegasen, y liberaran a Heichiz de la esclavitud a la que se había sometido.

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Heichiz [Destino #1]
ФэнтезиDestino... es el poder sobrenatural inevitable e ineludible que, según se cree, guía la vida humana y la de cualquier ser a un fin no escogido, de forma necesaria y fatal, en forma opuesta a la del libre albedrío o libertad. El destino de ocho perso...