No supo cuánto tiempo permaneció frente a la puerta de cristal, pudieron ser un par de minutos o una vida entera; probablemente, si algún transeúnte hubiera caminado frente a la galería en ese momento, habría pensado que la estática persona ahí de pie no era mas que una bella muñeca de aparador e ignoraría que aquella muñeca tenía el corazón desbocado; ignoraría que su pulso acelerado lo podía sentir golpeando su pecho, palpitar en su elegante cuello, vibrar en la punta de sus dedos; nadie sabría que un casto beso le había hecho hervir la sangre ni que la había dejado sin aliento.
Sin embargo, ahí, en la soledad de un espacio destinado al arte, Concepción reprodujo una y otra vez el momento en el que Dolores le había regalado uno de los instantes más dulces de su vida; sus ojos, perdidos en la desértica calle, visualizaban en cámara lenta a una morena que, con una feroz determinación, giró ciento ochenta grados para dar solamente un paso y acortar el espacio que les separaba. Concepción se estremeció por enésima vez al recordar su mirada oscura, misma que parecía estar intoxicada por la intensidad del momento y su respiración se detuvo de nueva cuenta cuando su mente percibió su exótico perfume, el cual se acentuó cuando Dolores se inclinó unos centímetros para besar, con esos perfectos labios, su mejilla izquierda.
La piel de la galerista se erizó y, sin querer, suspiró entrecortadamente. Fue cuando el recuerdo se transformó en fantasía porque, ¿qué habría sucedido si su cuerpo hubiera reaccionado de inmediato? Tal vez Concepción habría atrapado la mano de Dolores antes de que se marchara; le habría rogado que se olvidara de su Uber y la acompañara arriba, donde su departamento les esperaba y quizás ese ruego no habría sido hecho con palabras sino con otro beso, uno que no hubiera tenido otro destino que los labios hambrientos de la galerista. Su mente imaginó infinitos escenarios de cómo habría podido terminar la noche, unos más explícitos que otros, pero en todos se pudo ver a sí misma dejándose llevar por su deseo.
Fueron los faros traseros de un viejo automóvil los que rompieron con su fantasía y es que la luz que vio por un breve segundo por el rabillo del ojo fue desconcertante, pues no era del habitual color blanco que resplandecía en la oscuridad de la noche. Concepción giró el rostro hacia la dirección en la que el auto circulaba pero, para su sorpresa, las luces eran blancas, justo como debían ser y concluyó que su mente se había sumergido en un hermoso caos debido a ese beso que le seguía robando el aliento.
La elegante mujer aseguró la puerta con los tres seguros manuales para luego regresar a su oficina, donde activó las alarmas desde su tableta y, luego de asegurarse de que las cámaras de seguridad funcionaran correctamente, se dejó caer en el sofá de manera exhausta. Descansó su cabeza en el respaldo del sillón mientras miraba el techo de manera ausente y, por primera vez desde que se divorció, resintió la soledad.
Del bolsillo de su pantalón de vestir, sacó su teléfono y vio que había recibido un mensaje de un número no reconocido. Como habían acordado, Dolores le había enviado su ubicación en tiempo real y Concepción observó por un momento el trayecto del Uber antes de tocar la fotografía de perfil de la joven que la dejó nuevamente sin aliento.
La imagen había sido capturada en lo que parecía ser una casa de playa desde donde se podía apreciar el mar. La fotografía era de medio cuerpo pero era claro que Dolores estaba sentada en un sofá y, aun cuando no se podía apreciar el atuendo completo, fue fácil suponer que la joven usaba un bikini, después de todo, el top hacía sencilla esa deducción. Inconscientemente, Concepción se humedeció los labios cuando sus ojos recorrieron la imagen de Dolores; estaba acostumbrada a verla en ropa profesional que acentuaba su esbeltez pero en esa fotografía la morena presumía un cuerpo atlético que demostraba una afición por el ejercicio debido a la definición de sus músculos y, Concepción - humana e imperfecta - se mordió el labio al imaginar su mano recorriendo ese marcado abdomen, enredando sus dedos en su sedoso cabello negro y besando la longitud de su perfecto cuello.

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COLOR
FanfictionEn un mundo donde la gente vive en blanco y negro, la vida de Concepción se transformará cuando conozca a una mujer que ve de manera distinta.