[ La caída del príncipe ]

251 41 14
                                    

Entonces, la promesa se mantuvo. Cab le enviaba una carta a Dice cada año, la primera de esas cartas fue la que más entristeció al dado, porque ya esperaba que algo así pasaría.

"Querido Dice, lamento no llegar este año, hay cosas fuera de nuestro alcance que son difíciles de explicar.

En el mundo de los humanos hay una guerra, mucha sangre y mucho odio... He oído de noticias que me impactan, es un alivio saber que ustedes no forman parte de esto, pues desconozco los motivos que ocasionaron tanto desastre.

Los padres de Neffie están bien, viven con nosotros y por suerte en Estados Unidos no ocurre nada, al menos no por ahora.

¡Quédate tranquilo! En cuanto todo mejore, daremos otro concierto en las Islas Tintero. No se te ocurra abandonar ese lugar, todo afuera es muy extraño y caótico. Ni yo mismo entiendo el mundo donde vivo.

¡No olvides practicar, practica siempre y serás el mejor! Ya espero con ansias ver, algún día, el show de Prince Dice. Quizás me superes y llegues a ser un rey, ¿Te emociona pensar en eso? A mí sí me emociona...

Con cariño, el hombre Hi-De-Ho."

Recibir esa carta fue bastante impactante, Dice desconocía absolutamente todo lo que pasaba fuera de su hogar, donde todo era colorido y lo peor que puede pasar es que haya crimen en las calles por culpa de personas como él, que no tenían techo al que llamar casa. Las siguientes cartas eran bitácoras de los eventos más importantes en la historia de la humanidad, sobre las canciones que había escrito y alguna que otra partitura para que no dejara de tocar, por muy difícil que le resultara conseguir instrumentos.

El dado había alcanzado los quince años entonces, ya no podía vivir en los techos de los edificios ni tampoco en el teatro, mucho menos lo recibían en algún refugio para chicos huérfanos porque ya tenía edad para valerse él sólo, por lo que recibir y enviar cartas era una travesía para él.

-¡Vamos, ya te moví todas esas cajas adentro! ¿No puedes cumplir un trato?- Se quejaba Dice notablemente molesto.

-Ya te dije que eso no es mi problema, el barco de Brineybeard se averió y no tenía forma de saberlo- Dijo el hombre con el que hablaba, sin prestarle mucha atención.

-¡Maldita sea, tú y yo hicimos un trato!- Dice agarró una botella del mostrador donde se encontraban y la rompió contra éste, apuntando amenazante al mercenario- Vas a mandar esa carta al mundo de afuera quieras o no.

-¿Ah, en serio? Con que te crees muy listo, mocoso- El hombre, más experto que él, agarró un bate de metal mucho más peligroso que la botella y le amenazó con la mirada- A ver si ahora sí quieres que te manden tu preciada carta.

-Oh, eh... ¿Sabe qué? Se lo pediré a otra persona...

Dice era bueno para pelear a golpes, pero las armas de metal eran su punto débil, pues sabía que un error en esa pelea le iba a romper su cabeza de marfil por completo, y buscar cada pedazo le iba a costar una vida, por no decir que era capaz de matarlo. Podía buscar otras formas de resolver el problema, pero Cerdonio, el comerciante más temido de las Islas, era de los pocos que le hacían el favor de llevarle las cartas a Calloway.

-Hey chico, no te vayas aún- El cerdo le lanzó a Dice una pequeña bolsa pesada- No te haré el favor, pero ya que metiste toda la mercancía sin preguntar de qué se trata... Te lo mereces, sólo no abras la boca.

-¡Muchas gracias!- Al joven se le iluminaron los ojos, ya encontraría la forma de solucionar su situación, por los momentos, había algo más importante- Al fin voy a comer, ya estaba en los huesos- Se decía a sí mismo mientras caminaba por el bosque con una sonrisa en su rostro.

| The Die House | [•King Dice•]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora