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Narrador Remington

-Maldición- murmure viendo el piano y las ojas que tenía regadas por toda la mesa, no podía concentrarme con el escándalo afuera, llevaba 4 días tratando se perfeccionar la melodia pero siempre ocurría algo que me lo impedía además que producir una canción en 2 meses no era para nada sencillo.

Me levante del taburete pasando mi mano por mi cabello desenrredandolo un poco, tenía una cita con el estelista pues debía arreglarlo para la grabación de los videos de las canciones ya que la última vez que había hecho algo en el fue cuando Mattwen me lo había decolorado, estaba estresado por todo el trabajo de las dos canciones y la de Mattwen que todavía no tenía un nombre pero eso lo pensaría mas tarde, abrí la puerta del estudio y camine hasta la cocina para beber algo.

Mattwen se había ido a yew York a visitar a su hermana según me había contado Liam así que esperaba que a su regreso la canción estuviera lista pero lo más seguro era que se estrenarán las dos que llevábamos planeando ya hacía un buen tiempo y la de Mattwen saliera un poco después claramente sin video, solo mi voz y el instrumental pues quería algo sencillo y melancólico como él. Me puse la chaqueta y tomé mis llaves para salir camino al salón de belleza donde trabajaba el estilista que me habían recomendado.

En el tiempo que ya había transcurrido mi mente se encontraba aliviada gracias a emerson y Dom que siempre estaban dispuestos a ayudarme además del trabajo, amaba hacer música y eso sin duda había levantado mi estado de ánimo, aunque amase tanto a Mattwen cada vez la idea de que nuestro amor se hubiera marchitado para siempre parecía más lúcida a mis ojos pero en cuanto revisaba la letra de la canción y tocaba la melodia sus ojos negros volvían a mi mente y sentía su esencia como un recuerdo lejano que no podía alcanzar.

Mi corazón dolía pues lo amaba, él era una parte importante, algo que me hecia feliz y que quisiera que volviera pero solo el tiempo lo diría.

Narrador Mattwen

Luego de unas cuantas horas de viaje acompañado de mi maleta por fin estuve en yew York.

Miranda habrio la puerta dejándome pasar con la maleta colgando de mis hombros, el departamento era pequeño pero acogedor, con ventanas rectangulares por las que pasaba bastante iluminación y unas cortinas cafés, las paredes eran verde olivo y no había división entre la sala de estar y el dormitorio a excepción de un Sofá con una mantas y cojines sobre el, así que podía divisar perfectamente la cama desde la entrada.

-parece que cumpliste tu fantasía- deje mi maleta en el suelo viendo todo el lugar para luego mirarla - supongo- río alegremente con sus manos Posadas en su cintura.

-oh Dios, te extrañe tanto- se abalanzó a mí con los brazos abiertos luego de un instante de silencio en el que cerré la puerta, Miranda y yo éramos muy unidos desde que ella era una adolescente y yo un niño así que poder vernos después de tanto tiempo merecía algo especial.

-yo igual- apreté su cuerpo contra el mio hundiendo mi cabeza en su cuello y su cabello castaño, la había echado tanto de menos...

- qué te parece si vamos por algo de comer, yo invito- dije viéndola -oh no, tu eres mi invitado- negó con la cabeza mientras se separaba de mí.

***

Ambos nos encontrábamos sobre su cama que era un poco más grande que una doble -es... Simplemente resultó ser igual a jacob- dije escondiendo mis pies bajos las cobijas por el frío y con la mirada fija en la nada

-de verdad lo creés?- preguntó, la mire confundido -él volvió por ti y dice estar aceptando las consecuencias- guardo silencio manteniendo contacto visual conmigo.

Enarco las cejas pensativa -no lo justificó pero jacob nunca pidió perdón- su voz fue lo único que sé escucho en la habitación, Miranda tenía un buen punto, pero aún así estaba enojado con remington por haber sido un imbecil.

-No digo que tengas que perdonarlo y volver con él pero por lo menos pidió disculpas- suspiré pensando por un segundo

-tienes razón, Remington almemos pidió disculpas- podía ser honesto con ella, nadie me conocía mejor que Miranda además de victoria -no lo odio, es solo que estoy lastimando... - frunci el ceño y un suspiro escapó de mis labios

-lo sé, pero no tienes que hacer nada que no quieras- mi corazón ardió pues algo encajo a la perfección en ese moneto -creo que aún... - guarde silencio y negué con la cabeza para mi mismo y mis pensamientos - nada- respondí en seco.

A la mañana siguiente me desperté notando que Miranda no estaba en la cama conmigo, ya qué el álbum había salido al público podía darme un descanso así que me quedaría unos días con ella, que si tenía trabajo pendiente pero era desde casa o algo así, Salí de la cama y la vi frente a un maniquí con lo que parecía un corset en el.

-Buenos días- dije dirigiéndome a la pequeña cocina para revisar los gabinetes y buscar algo para desayunar - en la nevera hay leche y en ese gabinete cereal- señaló ambos lugares con su dedo índice viéndome por un instante antes de volver la mirada al maniquí.

Serví el cereal y luego la leche en un plato hondo -cómo va eso?- pregunté llevándome la cuchara llena de cereal a la boca -aún le falta la pedrería- respondió poniendo la cinta métrica tras su cuello.

-se ve lindo- señale el corset al que le estaba encajando unos alfileres -tú crees?- volteo su cabeza para mírame haciendo que las ondas de su cabello semilargo revotaran -claro que si- respondí terminando de beber la leche que quedaba en el palto.

-pruébatelo- levante la mirada y reí junto a ella, deje el plato de cereal en una mesilla junto al Sofá, me levante y camine hasta ella y el maniquí.

Compañeros  T2 {Remington leith} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora