Sultan Mehmed "El cruel" 1/?

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Fecha: 01 de noviembre de 1543


Hasret había muerto, su corazón habia dejado de latir al salir el sol, ella había decidido partir junto a la luna, su amor, su sultana, la luz de su vida, había dejado de existir.

Mehmed podría decir que se sentía triste por su partida, pero eso no seria cierto, justo ahora, el ya no sentía nada, no podía llorar, las lágrimas no salian de sus ojos, solo quedaba el profundo odio en su ser, la rabia y el rencor aumentando en su sangre.

Sus hermanos se acercaban a el tratando de consolarlo, tratando de brindarle su apoyo, pero era inútil, el no necesitaba apoyo de nadie, el no necesitaba consuelo, el necesitaba venganza, necesitaba destrozar a cada persona que fue capaz de dañar a su amada, todos los que le habían hecho daño, todos los que la habían lastimado alguna vez, tendrían que rendirle cuentas.

Fecha: 04 de mayo de 1544


Habían pasado seis meses de la muerte de su amada esposa y Mehmed aun se negaba a aceptarlo.

En ese tiempo habían ocurrido demasiadas cosas, era como si la desgracia hubiese caído en el palacio, pues el sultán habia asesinado a 3 de sus hijos, acusándolos de traición y alianzas con los persas.

Mehmed se había alejado de toda su familia en esos meses, después de las muertes de su esposa, su bebe y sus hermanos ya no habia ni siquiera un rastro del noble príncipe dentro de el, solo quedaba un hombre resentido con el mundo y deseoso de venganza.

Supo mantenerse ocupado, le escribía cartas a Hasret a diario, le contaba su dia y le hablaba de sus hijos, quienes eran los unicos que lo habían mantenido anclado a la vida, también dedicaba horas y horas a entrenar, usaba arco, espada, aprendió combate cuerpo a cuerpo, convirtiéndose en un autentico guerrero.

Uno al que el sultán, con cada día que pasaba veía mas como una amenaza, que como su hijo.

Los jenízaros lo adoraban, era cierto, antes procuraba acallar sus alabanzas, pero con el tiempo decidió dejar de hacerlo, no le importaba nada.

Su madre había vuelto, ella era quien se encargaba de cuidar a sus hijos, pues Mehmed se había rehusado a estar con otra mujer, no permitía que nadie se le acercara y si alguna lo intentaba, las mandaba castigar, dándoles 100 golpes en los pies, como recordatorio de que ninguna mujer podría ocupar el lugar de su sultana.

En todo ese tiempo al fin pudo investigar quienes habían sido los culpables de la muerte de su esposa y estaba dispuesto a hacerlos pagar por eso, sin perdon ni olvido, repetía en su mente.

- Su alteza, el sultán Suleyman solicita su presencia. - Rustem informó, interrumpiendo su entrenamiento.

Asintió hacia el hombre que se habia convertido en el esposo de su hermana, mientras hacia su camino hasta los aposentos del Sultán.

- Adelante. - escuchó decir al tocar dos veces la puerta.

- Su majestad. - hizo una reverencia observando a su padre, mientras el le devolvía la mirada.

Ya ninguno de los dos se miraban como padre e hijo, sino como rivales a vencer, Mehmed observó a Ahmed Paşa, quien también se encontraba en los aposentos, todo iba de acuerdo a su plan.

- Mehmed. - el sultán lo miró molesto. - Raziye encontró una carta con tu nombre.

- ¿Raziye? - rió el. - Siempre supe que era una traidora.

- ¡Le escribiste al Sah de Persia Mehmed! - gritó su majestad. - Te autoproclamaste el futuro sultán del mundo. ¿Con que derecho?

Mehmed observó a su alrededor, habían 4 verdugos con una soga en sus manos, el sultán lo había llamado para asesinarlo.

- ¡Suleyman, no lo haga! - escuchó la voz de su madre gritar desde afuera de los aposentos. - Es Mehmed, su hijo, no lo haga.

- Diría que no lo hice su majestad. - colocó sus manos tras el. - Pero a estas alturas, ¿eso importaría?

- Me traicionaste Mehmed. - el sultán lo miró con decepción.

- ¿Yo lo traicioné? ¿Se olvida de su traicion hacia mi? - siseó con odio. - Yo no lo traicioné, usted lo hizo cuando protegió a las personas que asesinaron a mi esposa.

- ¡Son miembros de la dinastía Mehmed! - gritó fuera de si. - No podías simplemente ejecutarlas, ¡arrodillate ahora Mehmed!

- ¡Ellas asesinaron a mi esposa y a mi hijo, claro que podía hacerlo, pero usted se interpuso! - Mehmed gritó también, acercándose lentamente a el. - ¡Usted fue cómplice!

- ¡Que te arrodilles ahora Mehmed! Es una orden. - gritó el sultán.

El joven lo miró a los ojos con odio, asintiendo, mientras se hincaba frente a el.

- Eres mi hijo mas amado. - Suleyman lo miró. - El unico capaz de llevar la corona, eres mi mas grande orgullo, eras el heredero al trono Mehmed. ¿Porque lo arriesgaste todo hijo mio? Eras el futuro del imperio.

- Lo seré. - susurró el tomándolo por sorpresa, mientras tomaba la espada de Ahmed y se levantaba del suelo. - Soy el futuro de la dinastía.

Mehmed colocó la punta de la espada en el cuello de su padre.

- Asesinaste a Bayezid y a Mustafá por traición, una que nunca comprobaste. - el odio del príncipe creció. - Asesinaste también a Abdullah porque se rehusó a matarme, ¿crees que no lo supe? ¿crees que nunca me enteré?

El retiró la espada de su cuello, para proceder a asesinar a los cuatro verdugos tras el.

- Estas también son tus muertes, tu los asesinaste, no yo. - negó. - Tu mataste a 3 miembros de la dinastía, tu fuiste quien mató a 3 de sus hijos, ¿cuando comenzamos a ser tus rivales? ¿cuando nos convertimos en tus enemigos? ¿Quien iba a ser el siguiente después de mi? ¿Selim? Ibas a dejar el trono en manos del hijo de la traidora persa.

- Mehmed, dame la espada. - ordenó. - Obedece a tu sultán.

- No eres mas mi sultan, no eres mas mi padre. - el principe clavó la espada en su abdomen, mientras tomaba de la nuca a su padre. - Voy a matar a cada una de ellas, voy enviarlas una por una al infierno, lamento todo esto su majestad.

Lo soltó, dejándolo caer al suelo, mientras iba hasta Ahmed, quien reaccionó después de unos segundos, tratando de defenderse, había quedado en shock al ver como el príncipe habia asesinado sin piedad a los 4 verdugos.

- Lo siento Ahmed, pero necesito una historia. - susurró el príncipe al vencerlo, antes de cortar su cuello y verlo desangrarse.

Vio a su padre tirado enmedio de la habitación, sus ojos estaban abiertos, pero ya no habia brillo en ellos, no quedaba nada mas que un cuerpo inerte.

Los gritos de su madre en la puerta lo torturaban, ella no debería sufrir de ese modo, no después de todo lo que Suleyman había hecho.

Con paciencia, acomodó toda la escena del crimen, de manera que pareciera que Ahmed lo había traicionado y abrió la puerta.

- Mehmed, hijo mio. - la sultana se lanzó a el para abrazarlo, mientras observaba a sus hermanas reunidas ahí también.

- Madre, el sultán está muerto. - Mehmed soltó con frialdad. - Fue traicionado por su Gran Visir.


Continuará....

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