capítulo - 6

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¿Por qué están aquí? Les pregunté.

Y luego tuve que confiar en sus buenas intenciones, no había razón para que me estuvieran mintiendo, sirvió que sabrían que estaríamos allá, a verles avisado fue una buena decisión, luego de eso estuvieron atentos de los carros que tomarán ese camino...
Al salir de su Pueblo hacia la montaña hay muy poco más, dos o tres asentamientos, grupos de comunidades y la gente del pueblo conoce bien quienes viven ahí arriba, por eso les llamo la atención que subieran ciertos vehículos y es que es muy evidente cuando cierta gente no es de ese lugar y es que ellos tenían años de no ver ese tipo de vehículos subir en esa dirección.

Primero pensé en los compradores que fueron a ver la cabaña, pero me aseguraron que no fueron ellos los que le llamaron la atención, si no tres camionetas que subieron después, todas iguales, con los vidrios polarizados, eso los había dejado alertas; les digo, ellos tenían por lo menos un año que no veían ese tipo de movimientos.
También notaron a los clientes a los que fueron a ver la cabaña para el comprador, cuando pasaron de subida notaron solo el vehículo, pero cuando regresaron llegaron a su taller con la camioneta rallada, llena de polvo y con ramas enfrente, parecía que hubieran andado entre las ramas, entre los arbustos, que no hubieran ido por el camino, también iba extremadamente caliente y echando vapor por el motor, como si fuera un modelo viejo y dañado, pero era un reciente modelo, que cuando la vieron subir iba en muy perfectas condiciones, el señor que venía dentro de ella abrió la puerta y se dejó caer en el piso y la chica que manejaba les pidió que revisarán los daños y ver si podían avanzar hasta la ciudad.
Al parecer el daño era superficial, no lograban ubicar por qué estaba tan caliente, les preguntaron que había pasado, la joven les pidió que se limitarán a arreglar la camioneta para poder seguir su camino y se alejó para poder hablar por teléfono.

El señor que iba con ella, empezó a recuperar el aire y dijo que se les había atravesado un animal, que les habia provocado salir del camino, caer en un barranco poco profundo pero que por suerte la camioneta había logrado avanzar con el Cuatro por cuatro, pero que aquel animal, aquel animal los había seguido por kilómetros...

¡ A caray ! Quedan muy pocos venados por aquí, no se que tipo de animal pudo haber hecho que se salieran del camino y luego avanzar entre la maleza y seguirlos... Le contesto uno de los trabajadores del taller,
¿Seguro que era un animal?

Es que, que más puede ser, dijo el señor cuando parecía volver a agitarse.

Como si solo el recuerdo le aterraba.

Veníamos normal y se nos echo encima,
andaba en dos patas, pero no era una persona, no era una mujer aún que lo parecía, pero su cara, su hocico...

No hacía falta de que fuera más descriptivo, ellos ya conocía de esa leyenda. Sabían de las historias, de lo que contaban, sobretodo lo que les pasaba a los que no eran de ahí, los que se adentraban en el bosque de paseo, lo que contaban que llegaban a ver, lo que decían que merodeaba en la noche, toda la gente del lugar conocía las historias, pero era muy rara la gente que las había sufrido, había poca gente que decía a verla visto, a ver visto aquella mujer, si es que se le puede llamar así.

Pero a los que les iba mal si se la topaban, eran aquellos de afuera y mucha gente no entendía por qué entonces había tanto vehículos de lujo dirigiendose hacia esa zona, a pesar de lo que se contaba, será que no creían en las leyendas o sería precisamente lo contrario.

no se por que lo decidieron, por qué decidieron el ir por nosotros, no sé si les había caído bien o por qué sabían que conmigo habría más trabajo, pero en el momento que les dijeron eso, en el momento en el que la pareja les contó lo que los había sacado del camino, terminaron de revisar la camioneta y luego cerraron el taller y entonces subieron hasta la cabaña.

Me dicen que muy lejos de la zona donde hay señal, más hacia el lado de la carretera, alguien se les atravesó de repente, ellos iban despacio, alertas por qué comenzaba a oscurecer y algo se les aventó a su carro; era Andrés, pidiendo ayuda, muy asustado, decía una y otra ves que algo iba detrás de el, que lo ayudarán, que dieran media vuelta y se fueran hacia el pueblo, pero ellos le respondieron que no me podían dejar solo allá y lo convencieron de que regresará a la cabaña.

Entre los árboles, entre la maleza mientras avanzaban, vieron varias figuras acercándose en la misma dirección, pero no eran figuras fantasmales, para nada, eran personas.
Personas acercándose hacia la cabaña, en dónde yo los esperaba, personas que al verlas nisiquiera enmutaron a Andrés, no, el estaba asustado por que había visto algo muy diferente y llegaron a la cabaña justo a tiempo y ahora pasarían el resto de la noche con nosotros.

Nadie salía de ese bosque a esas horas y ahora estábamos ahí esperando, después de un rato, las figuras que habían intentado entrar en la cabaña o que al menos se habían acercado a tocar, ya se habían alejado
¿Quienes eran esas personas tan raras?
¿Que diablos estaban haciendo ahí?
Nisiquiera ellos me lo podían aclarar.

De pronto, de pronto, se escuchó algo a lo lejos y Andrés corrió a esconderse debajo de la cama, no les miento, corrió a esconderse como si fuera un niño y le siguieron los demás que me jalaron también asustados y el semblante de todos había cambiado por completo, su aparente tranquilidad había desaparecido por completo.

¡Es ella! ¡Es ella! ¡Es ella! ¡Es ella! Repetían y aunque todo estaba asegurado, a pesar de que habíamos asegurado las ventanas, todos como niños pequeños nos habías escondido debajo de la cama.
Lo que fuera que estaba allá afuera, nos helaba la sangre, siento que les podría decir que fue literal por qué así la sentía.
Andrés ahí debajo de la cama dejo de responder, se había desmayado, perdió por completo el conocimiento y de cierta forma lo envidié, yo no había visto nada y no podía soportar, tampoco ellos dos, era algo para nada natural, era como un instinto, algo que nos decia que estábamos ante una presencia horrible...

Y luego, luego aquella especie de llanto, algo que nos dejó claro que aquello no era una bestia, no hay bestia en el mundo que llore o se escuche así; no, había algo humano o bueno consiente en esa cosa y de pronto de la nada pudimos respirar y afuera hubo un silencio tranquilizador, me pare junto a uno de los trabajadores y nos acercamos hacía la puerta, de alguna forma, de que ya no sentíamos ese terror de unos momentos atrás, nos indicaba que aquello ya no estaba cerca, es como si pudieras sentir dentro de tu pecho cuando estaba ahí pero ahora ya no.

Salimos y afuera parecía que había muy poco aire, no se escuchaba nada ahí, de verdad, incluso nos costaba respirar.
Logramos hacer reaccionar a Andrés y nos acomodamos todos cerca de la puerta, listos para correr a los vehículos si algo ocurría, si algo más ocurría.

Andrés se veía muy frágil, sentía que no soportaría un susto más, realmente me preocupaba.

De repente toque mi bolsa, ya no tenía mi rosario, no lo tenía conmigo, comencé a buscarlo, lo busque por toda la cabaña, debajo de la cama, en la camioneta, no estaba ¿Dónde diablos había quedado? Mi cabeza comenzaba a aclararse mientras recorría mis pasos aquella noche y entonces caí encuenta de que teníamos que mostrar aún la cabaña al día siguiente, que no podía regresar al trabajo con mi jefe con solo una historia de fantasmas como la que nos había ocurrido, tendría que convencer a Andrés de que no dijera nada también, de que queríamos en ridículo, de que nadie nos iba a creer a pesar de que fuéramos cuatro adultos contándolo, aunque hubieran más testigos; no, no podía salir de ahí.

Andrés se durmió con fiebre, sudando frío he intente convencer a los trabajadores para quedarse por lo menos por la mañana, que fingieran que hacían una reparación en lo que mostrabamos la cabaña por la mañana, tampoco me queria quedar solo y que ellos se llevarán a Andres, los convencí diciéndoles que les pagaría como si hubieran reparado algo.

Aunque esa noche fue aterradora, no sé compara con el sentimiento de desolación que tuve cuando estuve solo ahí, había algo horrible de aquella noche, de aquella primera noche que no se describir...

EL MALEFICIO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora