capítulo - 9

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Empecé a correr, a correr como un loco sin saber a dónde me dirigía, preso del horror...
Llegué a la orilla de un desfiladero hacía abajo alcazaba a ver aún así con un poco de luz, un cañón y al fondo de este algo que parecía una cueva.
Justo frente a ella, intentaré describir de la mejor manera lo que ví; justo frente a ella, había personas, figuras, siluetas; tres estaban tomadas de la mano como en círculo y luego seis estaban tomadas de las manos formando otro círculo al rededor de los primero tres y luego otros y otros círculos, no logré contar cuántas personas eran pero habían seis círculos de personas, uno dentro de otro, en eso ví una figura subiendo hacia mi por el desfiladero, casi trepando de lo empinado que estaba, era Andrés.

¡Vámonos! ¡Vámonos! Me decía despacio pero enérgico y empezamos a correr.

¡Ya traigo mi medallita! ¡Ya traigo mi medallita!

De pronto, no se cómo explicarlo, pero siento que estuvimos muy cerca de eso, de la maldita ----------- , casi nos paramos del miedo de como nos entumia, pero seguimos corriendo camino abajo casi por inercia, a unos cincuenta metros por suerte, por suerte por un rayo, alcanzamos a mirar algo que caminaba justo frente a nosotros, justo por ese sendero, aquella mujer vestida de virgen, caminaba muy lentamente hacia nosotros y subrayo, ya no se que creer, ya no se que es lo que ví pero lo que creí ver aunque Andrés no, fue que aquella mujer parecía casi un esqueleto, como que no tenía piel, como si la tenía podrida o no se, como si fuera un cadáver andando, hasta hoy me sigo convenciendo de que fue una ilusión, que solo fue la luz del rayo y que no mire a nadie, que nada paso.
Nos desviamos para no encontrarla, para no toparnos lo que sea que viniera subiendo.
De pronto unas luces me hicieron sentir como que volvía a la vida, eran las luces de una patrulla pensamos al principio, sin embargo al acercarnos nos dimos cuenta de que era una ambulancia de rescate, llegamos a ellos corriendo, pidiendo ayuda.
Don Teo sabía que la policía no subía para allá por ningún motivo, pero que una ambulancia si iba a llegar, nos salvó la vida, los paramédicos, nos revisaron, nos atendieron y uno de ellos tomo las llave de nuestra camioneta y manejo en ella detrás de la ambulancia hasta el regreso a la carretera, nosotros dos estábamos temblando tanto que si hubiera Sido por nosotros no podriamos avanzar.

Yo le decía al chico de la ambulancia que iba con nosotros que habíamos visto gente, que había gente allá atrás, algo como una secta.

¡No hermano! Ya nadie sube para acá, desde hace años, ya les cerraron todos los caminos, los últimos que subieron no volvieron a bajar - nos dijo.

Cuando llegamos a la carretera todavía esperaron un momento con nosotros, asegurándose de que ya pudiéramos manejar, seguíamos diciéndoles que habíamos visto gente, jurabamos que habíamos visto algo muy raro.
El otro chico, el que se había llevado nuestra camioneta, un joven médico haciendo práctica nos dijo.

¡Miren! Les voy a decir la verdad, nosotros no creemos en eso, pero si les podemos decir lo que nos ha contado la gente de aquí cerca, dicen que están muertos, que aquí venía gente muy extraña y de pronto no regreso, que sus almas se fueron por esa cueva; por la puerta como le dicen, pero que sus cuerpos se quedaron por acá...

Mientras hablaba Andrés lo negaba con la cabeza.

¡Yo se lo que ví! - decía.
¡Gente! ¡Estuve a metros de uno de esos locos!

Yo te digo lo que nos cuentan nada más, yo no creo en nada de eso - le contesto.
Pero si hay algo raro y algo pasa cada que suben equipos de rescates o familiares a buscar, nunca han encontrado a nadie y eso que han sido un grupo númeroso; dicen que los cuerpos se mueven para que nunca nadie los valla a encontrar.

Esa noche eran cerca de las doce y dejé a Andrés afuera de su casa y tome un taxi para irme a la mía.
Todo en la ciudad me parecía extraño, como si, como si nada de eso me pudiera darme miedo ya, agradecía ver todo, hasta los tipos con aspectos de maleantes que estaban cerca de mi cuando esperaba el taxi en la avenida, hasta eso fue bienvenido...

Hubo un viaje más a esa cabaña en el día y supe, supe un poco más de aquel lugar.

Por cierto, no se los dije antes, mi nombre es Alejandro.

FIN

EL MALEFICIO
BASADO EN UNA HISTORIA REAL.

POR SEGURIDAD DE LOS QUE LEYERON EL MALEFICIO, EL NOMBRE DE LA MUJER DE LA HISTORIA FUE OMITIDO YA QUE ES EL NOMBRE REAL DE AQUEL DEMONIO QUE HABITA EN ESA MONTAÑA.

DE ANTEMANO MUCHAS GRACIAS.

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