Llegamos a un callejón y al entrar supe inmediatamente donde nos encontrábamos. Era la casa de Julieta. No lo podía creer, todo era tal como lo había imaginado. Había muchas mujeres escribiendo mientras estaban sentadas las bancas de roca y otras pegaban sus cartas al gran muro de la casa el cual estaba lleno de papeles y notas de amor. Arriba de este, estaba el gran y famoso balcón de Julieta con una muchacha que actuaba como la real Julieta. Al lado estaba su estatua donde muchas personas se tomaban fotos. Era el paraíso para mí. Me giré para ver a Alejandro quien me estaba viendo con una gran sonrisa.
-Sabía que te gustaría —me dijo.
-¿Cómo encontraste este lugar?
Se encogió de hombros.
-Después de una gran búsqueda por toda Verona.
-Pero...no te gusta Romeo y Julieta. ¿Por qué buscarías su casa?
-Porque era importante para ti. Ven, vamos a tomarte fotos con la estatua.
Pasamos un gran tiempo disfrutando y viendo cómo las personas pegaban cartas al muro. Tenía ganas de hacerlo yo también pero carecía de papel y pluma. Después de tomar muchas fotos fuimos a comer al centro y a disfrutar del resto del día.
Regresamos a las residencias a las siete de la tarde. Nos despedimos y cada quien fue a su habitación Aproveche el tiempo y me di una larga ducha. Después le mandé un correo a toda mi familia para mandarles las fotos de la casa de Julieta y platicarles más acerca de mi viaje y mis aventuras. Media hora después llegó Dafne justo a tiempo para el toque te queda que era a las once de la noche, y me mostró varias fotos de su visita al museo de Arte. Me compró un separador en forma de Romeo que encontró en una tienda de curiosidades por el centro de la ciudad. Fui a mi cuarto y me puse mi ropa para dormir. Hacía un poco de frio esta noche así que cerré mi ventana. Me acosté y empecé a leer de nuevo Macbeth. Una hora después escuché un ruido en mi ventana. Lo ignoré pero al hacerse más fuerte, me asomé. Abrí la ventana y vi a Alejandro afuera en el jardín.
-¿Qué haces? —pregunté en voz baja. Si alguien lo veía podían castigarlo.
-Ven, quiero enseñarte algo —susurró.
-¿Otra casa de Julieta?
-Algo mejor. No tenemos mucho tiempo. Baja.
-¿Cómo quieres que baje? Si alguien me ve, estoy muerta.
-Sujétate de la rama que tienes al lado.
-No se trepar árboles.-me quejé.
-No tienes que trepar, es solo bajar. Aquí te cacho.
Alejandro estaba loco. Siempre lo había sabido. Ir o no ir, esa era la cuestión. Quería que mi verano estuviera llena de aventuras, yendo con él sería una gran experiencia. Por el otro lado, hoy hacía frio y podía quedarme en mi cama calientita leyendo. Cerré los ojos y decidí ser aventurera al máximo por primera vez en mi vida. No confiaba mucho en que él me pudiera atrapar pero era la única salida. La puerta principal estaba rodeada de maestros que se aseguraban que nadie saliera del edificio. Primero saqué un pie de la ventana y rodeé la rama con mi brazo. Di un salto con mi otra pierna y me sujeté fuertemente del árbol.
-¿Ahora qué hago? —pregunté.
-Muévete lentamente hacia el tronco.
-No me puedo mover, mis brazos son muy débiles como para moverme —ya me estaba entrando el pánico.
-¿Muy débiles? Solo hazlo.
-¡No puedo!-grité susurrando —Tu idea fue muy estúpida, no debí hacerte caso. ¡No te quedes ahí, ayúdame!
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My Hopeless Dream
Short StoryEsta es una breve historia sobre las aventuras que nos pueden pasar en un solo verano en el extranjero. Todos los veranos, Denisse, los pasaba en casa de sus abuelos y con sus hermanos. Quería algo nuevo para este verano. Ahora se encuentra en el ex...