Capítulo 6

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Desperté más temprano de lo normal, casi no pude dormir anoche. No con la preocupación de Alejandro en la oficina de la prefecta, la cual no era para nada agradable. Me di una ducha y salí a buscarlo. No contestaba su celular así que fui a su cuarto pero no hubo contestación alguna. Bajé al patio donde varios compañeros estaban charlando. Divisé a Dafne y fui con ella.

-¿Has visto a Alejandro? -le pregunté

-¿No sabes? -me contestó preocupada

-No, dime que no lo enviaron a casa.

-Malas noticias, si lo hicieron. Se va hoy en el tren de las nueve hacia el aeropuerto.

Vi mi reloj y eran ocho y media. Suspiré.

-Todo fue mi culpa, si no lo hubiera acompañado no se hubiera tardado tanto y talvez no lo cachaban.

-Talvez no, talvez sí. No puedes estar segura de eso.

-Lo besé -confesé

-¿Es enserio?

-Si. Me gusta pasar mucho el rato con él, tal vez ya no somos pareja pero lo sigo queriendo.

-¿Entonces qué haces aquí? ¿Esperar y soñar con la posibilidad que siguen juntos? Ve por él, ahora. Ve por tu Romeo.

Cierto, creo que el sueño era una señal para saber qué hacer en esta situación. No iba a perder tiempo yendo a la casa de Julieta a esperar una carta suya. Solo lo quería a él. Salí corriendo hacia la estación de trenes. Estaba a solo diez minutos corriendo. Vi mi reloj y faltaban quince minutos para su partida. Podía hacer esto. Casi tumbo a un niño y casi me atropellaban pero seguía corriendo. Sentía que mis piernas ya no podían y mis agujetas se habían desamarrado pero no paré. Llegué a la estación y vi el cartel para ver cuál era la puerta de salida. La número 3. Vi las señales y bajé las escaleras. Había demasiadas personas subiendo y bajando. Muchas me gritaban de cosas pero no escuchaba y seguía bajando rápidamente. Al llegar a la planta baja, busqué su rostro entre la multitud. No estaba. No podía haber tomado el tren ya que este aún no pasaba. Faltaban cuatro minutos. Me estaba llegado el pánico. Volteé hacía la otra plataforma que estaba pasando las vías del tren y ahí estaba Alejandro. Grité su nombre fuertemente pero no me escuchaba por el ruido del tren que se aproximaba. No podía dejar que se fuera. Corrí hacia las vías del tren. Había de cada lado unas escaleras por las cuales podías llegar a la plataforma. Eran tan solo llegar rápido y subir las escaleras antes que el tren llegara. Faltaba muy poco para eso. Salí corriendo y brinqué hacia las vías del tren. Muchas personas empezaron a murmullar, supongo que pensaron que era un intento de suicido. Volteé hacia mi derecha y vi las luces del tren. Pasé por las vías pero una agujeta quedó atrapada en un alambra. El tren estaba anunciando su llegada. En un minuto. Mis manos se entorpecieron y no eran útiles para quitar la agujeta de ahí. Sentía al tren llegar.

-¿Denisse? -escuché a Alejandro gritar. - ¿Qué haces? ¡Sal de ahí!

Mi tiempo se estaba acabando. Me quité el zapato por completo y el tren ya había llegado.

La vida era demasiado corta como para malgastarla o perder el tiempo esperando a que algo pase. Lo mejor es nosotros hacer que pase y lo más antes posible. El reloj avanza y no se detiene por nadie. A veces es difícil armarse de valor, pero es algo que debemos aprender a hacer durante nuestra vida y aplicarlo para correr junto con el tiempo y no dejar que ningún momento se escape.

-No vuelvas a hacer eso -dijo Alejandro mientras me abrazaba fuertemente. Todas las personas de la estación tenían sus miradas posadas en nosotros. Lo había logrado. Había llegado a tiempo.

-No podía dejar que te fueras -dije entrecortado. Aún seguía recuperando el aliento, mi corazón latía a mil por hora.

-¿Estas bien?

-Sí, ya lo estoy. No puedo creer que dejaras que te mandaran a casa de nuevo, Italia no es lo mismo sin ti. ¿Quién me va a seguir mostrando lugares asombrosos? Te necesito aquí, Dafne me deja sola todo el tiempo y ocupo a alguien con quien pasar el tiempo. Y la verdad es que te extraño y no me importa lo que haya pasado con nosotros en el pasado, hay que pensar en el futuro y...-

-Denisse, Denisse. Respira. Habla lento, por favor

-No quiero que te vayas.

-No me iré, affetto.

-Pero ibas al aeropuerto.

-Solo vine aquí para que creyeran que me iba a ir. No te voy a dejar explorar Italia feliz por la vida, sin mí.

-¿A dónde iras?

-A casa de mi tío, vive a veinte minutos de la escuela.

Oh, entonces si era verdad lo de su supuesto tío.

-Eres un idiota, pudiste haberme llamado y decirme tu plan. -dije mientras empezábamos a caminar hacía la salida. -Casi muero por venir por ti.

-¿Quién iba a pensar que ibas a hacer algo tan atrevido como eso? -preguntó sonriendo.

-Lo que hago por verte.

Me tomó de la mano y fuimos hacía su motocicleta para descubrir Verona como debería ser. Enamorada y llena de entusiasmo.

Fin.



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Este es el final de esta corta novela. Muchas gracias a todos los que la leyeron. Se aprecia mucho(: Den fav y por favor comenten(: Quisiera escuchar sus opiniones!


Muchas gracias

-Natalie Rubí



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