No podía dormir. Tenía que salir con Alejandro pero me daba miedo que alguien nos pudiera ver. Aunque por el otro lado, sería magnífico ver todo lo que me había contado. Me di cuenta que estaba igual que en mi sueño. Reí. Esto no podía ser posible. Me levanté y me puse ropa cómoda. Guardé mi celular en mi bolsillo junto con mis llaves. Estaba muy emocionada. Abrí lentamente mi puerta y la cerré con mucho silencio. Tenía que idear un plan para salir sin que me vieran los maestros que estaban en la puerta. Bajé las escaleras con cuidado y recordé que Dafne me había dicho que encontró una puerta que daba al patio trasero para llegar más rápido al desayuno. Me podría ser muy útil en estos momentos. Caminé por el pasillo principal y abrí varias puertas pero ninguna daba para afuera. Escuché pasos y corrí rápidamente hacía una puerta verde y recé para que no tuviera seguro. La abrí y salí corriendo. Había llegado al patio donde Alejandro sacaba su moto y se salía. Lo había logrado. Vi mi ventana y traté de ponerme donde lo había visto la otra noche. Espere cinco minutos escondida atrás de un árbol cuando escuché el dulce sonido de su motocicleta. Fui hacia él y que dulce era la venganza. Lo asusté por atrás lo cual causó que se golpeara con un árbol.
-¿Estas bien? –pregunté mientras reía.
-¿Qué te sucede?
-Hubieras visto tu cara –le contesté igual que él lo había hecho conmigo
Se rio y me dijo que me subiera a la moto. Lo hice y salimos rápidamente por la puerta de atrás. Parecía que esta noche era luna nueva. Estaba haciendo un poco de frío pero era agradable. Recordé mi sueño, no podía creer que estaba yendo hacía el mismo puente. Llegamos después de unos minutos y nos bajamos justo a tiempo. Caminamos hacia el centro donde esperamos a ver el espectáculo.
-Solo unos minutos más –dijo viendo su reloj. –Nunca me imaginé verte rompiendo las reglas.
-A veces puedo ser muy atrevida –dije bromeando.
-¿Qué tanto?
-Tú sabes perfectamente –Ahora era yo la que coqueteaba. –Hago muchas cosas peligrosas y atrevidas.
-Demuéstralo
Podría aventarme del puente pero el río de seguro estaba muy frío, podría manejar la moto pero tal vez eso terminaría con un accidente. Se me ocurrió algo perfecto pero necesitaba mucha valentía.
-Como esto –dije mientras me acercaba a él. -¿Listo?
-Si
Lo besé y lo besé. Y él me besó a mí y fue perfecto.
-¿Ves? –dije separándome de él. Las manos me temblaban. Yo no era nada atrevida, haber hecho eso incluyó toda mi fuerza de voluntad.
-Me impresionas, Denisse. No había visto nunca este lado de ti pero espero verlo muy seguido.
Estaba a punto de contestarle pero al ver el río me quedé sin palabras. Alejandro tenía razón, había como cien barcos flotando en el agua. Las corrientes de agua hacían que se fueran moviendo hacia el norte. Las luces alumbraban el agua y hacía que te sintieras en un lugar completamente diferente. Nunca había visto algo tan bello.
-Te quedas sin palabras, ¿verdad?
Asentí.
Alejandro tomó muchas fotos mientras yo seguía admirando la vista. Me di cuenta que me tomó algunas fotos a mí. Lo dejé, ya lo había besado entonces no creo que importaban mucho unas simples fotos.
Regresamos a la escuela después de una hora y media. Ya tenía demasiado sueño pero por alguna manera estaba muy feliz y no podía cerrar mis ojos. Ayudé a estacionar la moto a Alejandro y caminamos lentamente hacía nuestros cuartos.
-Gracias –le dije.
-¿Por qué?
-Creo que eso ha sido lo mejor que he visto en mi estadía.
-Sabía que salir a escondidas de la escuela, valdría la pena.
-Tienes toda la razón. –contesté.
-Desde hace mucho tiempo había querido decirte que siento mucho como terminaron las cosas entre nosotros. Fue mi culpa y debí hacerte pasar por eso.
-No te preocupes, ya todo está olvidado. –Le sonreí y me devolvió la sonrisa.
-No vine a Verona por la cantidad de mujeres solteras –dijo- Lo hice porque vi tu nombre en la lista y quería tratar de arreglar las cosas entre nosotros y aparte, que mejor mujer soltera que tú.
Eso era lo que había querido escuchar desde que me había invitado a comer.
-Alejandro...-
-Alto, creo que alguien viene –dijo susurrando. –Ven, rápido –Tomó mi mano y nos escondimos atrás de una gran barda –Iré a ver, quédate aquí. No salgas pase lo que pase, ¿está bien?
Asentí y se fue. Esto había sido una estúpida idea. Bella pero estúpida.
-¿Qué haces afuera, Alejandro? –Escuché la voz de nuestra prefecta.
-Sí, solo estaba dando un paseo –contestó
-Qué curioso, muchas personas me han dicho que han escuchado un ruido muy fuerte por las noches, ¿sabes algo de ellos?
-No, señora. Talvez es un búho.
-¿Un búho que tiene una moto roja igual que tú? A mi oficina, inmediatamente.
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My Hopeless Dream
Short StoryEsta es una breve historia sobre las aventuras que nos pueden pasar en un solo verano en el extranjero. Todos los veranos, Denisse, los pasaba en casa de sus abuelos y con sus hermanos. Quería algo nuevo para este verano. Ahora se encuentra en el ex...