Llegué media hora después a la casa de Julieta. Muchas mujeres lloraban mientras escribían sus cartas. Otras, reían con sus parejas mientras se tomaban fotos. Me senté en una banca y me di cuenta que estaba sola. Siempre caminaba por la calle sola, paseaba por todos los lugares turísticos sin nadie a mi lado. Dafne siempre se iba con otras personas dejándome atrás. Mi vida era patética. Sabía de alguien a quien le pasaba lo mismo. Alejandro. Tal vez había respondido demasiado de prisa el día de ayer. Me levanté y me acerqué al muro lleno de cartas. Empecé a leer algunas de ellas, una en especial me llamó la atención. Era de color rosa fosforescente. Mi favorito. Empecé a leerlo y me di cuenta que yo conocía ese texto y letra. Era mi discurso sobre Shakespeare y la letra era de Alejandro. Abajo en letras pequeñas había una frase que cambió mi vida. Decía así: "Asistí a tu discurso, estaba en la última fila ya que había llegado tarde. Usabas tu vestido blanco favorito y estabas lista para impactar a todos con tu ensayo. Pero algo te sucedió, pensaste que no había ido a apoyarte. Vi en tu mirada la decepción. No quise decirte que si había ido puesto que me di cuenta que había estado ausente durante las semanas pasadas. Mi cuerpo estaba contigo pero mi mente no. Estaba pasando por momentos difíciles pero esa no era excusa para excluirte. Lo siento mucho. Te extraño. -Alessandro."
Fui corriendo a la estación de camión para ir a las residencias lo más rápido posible. Por supuesto que me había equivocado con mi respuesta. Tenía que estar con él. Llegó el camión y me encontré con...-
-Señorita Denisse -dijo Francesca asustándome. Casi aventaba mi celular al suelo.
-¿Si? -pregunté asustada.
-Te recuerdo que los celulares están prohibidos, per favore, guárdalo.
Asentí y para mi suerte el timbre sonó. No más clases por el día de hoy. Dafne llegó a mi lado.
-No puedo creer que soñaste todo eso. -dijo sonriendo.
-Ni yo, fue como una película pequeña en mi mente. Hasta Francesca me regañaba igual que hoy en el sueño.
-Qué curioso. Y más que Alessandro era tu Romeo. -dijo burlándose.
-Baja la voz, te puede escuchar -Alejandro estaba guardando sus libros dentro de su mochila.
-Iré a comer con unos amigos. -Dijo Dafne - ¿Quieres que te traiga los dulces que te gustaron la otra vez? Pasaremos por esa tienda
-Sí, por favor.
-Entonces te veo en la noche.
-Sí, adiós -Levanté mi bolsa del suelo y metí mi libro.
Levanté mi mirada y vi a Alejandro mirándome fijamente.
-¿Si? -le pregunté.
-Nada, solo quería preguntarte si querías ir al centro conmigo.
-¿Al centro?
-Si, por los viejos tiempos. Yo invito la comida
Estaba impactada. ¿Acaso estaba pasando por lo mismo que pasé en mi sueño?
-¿Qué dices? -me preguntó
-Si -dije -Claro.
-Perfecto, te espero afuera.
Fui rápidamente al baño donde me arreglé un poco el pelo, por haberme levantado tan tarde no tuve tiempo de arreglarme como se debía. El sueño me había dejado un poco aturdida y más porque Alejandro había estado en él y me había dicho muchas cosas que algún día deseé haber escuchado. Y ahora, con suerte, podría arreglar todos mis asuntos pendientes con él. Salí de la escuela y vi que estaba recargado en su motocicleta roja. Esto no podía ser verdad.
-¿Tienes una moto? -pregunté sorprendida. Era la misma moto roja de anoche y la misma que casi me atropellaba por la mañana.
-Sí, me la prestó un tío que vive aquí en Verona.
-¿Tienes un tío aquí? -Por supuesto que no, nunca me lo había mencionado.
-Si -dijo sin darle mucha importancia.
-Entonces...tú eres el que me mató de un susto en la mañana, ¿qué te sucede? Estaba caminando tranquilamente cuando tú...-
-No fue mi culpa, estabas caminando por mi camino.
-¿Tu camino? Por si no sabías ese camino es para peatones, no para motociclistas locos que salen por la noche.
-Y eso, pequeña Denisse, no se menciona a nadie. Me pueden mandar de nuevo a nuestro país si me cachan.
-Entonces no vuelvas a casi atropellarme.
-No pude resistirme, hubieras visto tu cara.
-Y yo muero por ver tu cara cuando un maestro te vea salir por la noche.
-Hay que irnos ya, el restaurante al que quiero ir es muy solicitado.
-¿Cómo tú? -pregunté bromeando.
-Exactamente. -dijo sonriendo.
Me subí a la moto y me sujeté fuertemente. Al igual que en mi sueño, Alejandro manejaba a una gran velocidad. Llegamos rápidamente al restaurante que se encontraba enfrente de una iglesia. Estacionó su moto donde estaban todas las motos y bicicletas y caminamos hacía el restaurante, el cual, en verdad era muy solicitado. Parecía que Alejandro venía todos los días ya que saludaba a todo el personal. Subimos las escaleras y nos llevaron a una mesa, la cual, estaba en el balcón del lugar. Era el mejor día para estar ahí puesto que estaba muy soleado pero con un ligero viento. Alejandro pidió la bebida y el platillo del día. Hace mucho que no tenía una conversación normal con él, solo nos decíamos insultos o quejas del otro.
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My Hopeless Dream
Short StoryEsta es una breve historia sobre las aventuras que nos pueden pasar en un solo verano en el extranjero. Todos los veranos, Denisse, los pasaba en casa de sus abuelos y con sus hermanos. Quería algo nuevo para este verano. Ahora se encuentra en el ex...