Versión VII

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⇋Las apariencias engañan⇌

Me pregunta suavemente, pero no escucho sus palabras, mis pensamientos van a esos hermosos ojos, encantadores, que hombre tan bello, sus ojos se tornan preocupados ante mi súbito silencio, y así reacciono.

ㅡEh, claro que sí. ㅡRespondo, y sus comisuras se levantan dejándome ver sus hoyuelos, le imito y sonrió también. ㅡMuchas gracias es usted muy amable. ㅡMe dice, su vista se dirige al río por varios minutos, hasta que vuelve a romper el silencio. ㅡ¿Realmente no se recuerda de su nombre? ㅡNiego con la cabeza, mirándolo. ㅡYo creo que usted tiene cara de que se llama Rita. ㅡProsigue sonriendo, sinceramente sentí un vuelco en el corazón, me sentía especial de gozar de un nombre. ㅡ¿Podría ser ese mi nombre? ㅡLe pregunto. ㅡPor supuesto que sí, con la condición de que me dé un nombre a mí. ㅡLo pienso un minuto, y aunque no sé algún nombre, a mi cabeza aparece uno. ㅡDiego. ㅡEl hombre se estremece, y asiente, dándole el visto bueno al nombre sugerido.ㅡBueno, ahora que tenemos nombres, sugiero ir a la casa.

Yo concuerdo con él y nos levantamos, recogemos juntos la sábana, para empezar el camino.

ㅡ¿Qué piensa hacer? ㅡLe pregunto. ㅡNo lo sé, usted me ha caído muy bien, y esperaría que me dejara quedarme con usted, recupere o no la memoria. ㅡConfiesa muy tímido, esperando mi respuesta. ㅡ¡Claro que lo dejo quedarse conmigo! Nunca he tenido con quién hablar, y me encantaría que se quedara conmigo para hablar.

Cuando llegamos a casa, lo primero que pienso es en tomarle las medidas para hacerle un par de camisas. Por la tarde nos la pasamos en la sala, hablando, le hice preguntas sobre su familia, y aunque no recordaba sus nombres, me contó varias anécdotas.

Me contó que tiene dos hermanos más, él es el del medio, también su madre tenía el pelo colocho y negro como el de él, su madre era muy dulce con él, y sabía que él era su favorito, ya que era el más tranquilo de los tres, él se las pasaba en el jardín de la casa leyendo cuanto libro pudiera encontrar en la biblioteca de su padre, mientras que sus otros hermanos eran más traviesos, pasaban rompiendo ventanas o floreros.

Su padre estuvo muy ausente en su niñez, cuenta que no lo recuerda muy bien, y lo más probable es que no sea a raíz del accidente, sino más bien porque este hombre trabajaba mucho para mantener el estatus tan alto que tenían. Lo poco que recuerda es sobre las restricciones que ponía sobre la bicicleta, pero su madre lo ayudaba a burlar todas estas reglas, para que él pudiera leer cuanto libro se le antojaba.

Diego me contó que su niñez está muy fresca en su memoria, pero no recuerda mucho de su adolescencia, solo recuerda, un vago amor que tuvo confesó que estuvo perdidamente enamorado de una de las muchas sirvientas que ayudaban en su casa, dice no recordar cómo terminó, pero saben muy bien que esta sirvienta le correspondía, pues siempre iba a su habitación a llevarle comida, aunque él no la hubiese pedido.

Vi un brillo de tristeza muy grande al hablar sobre ese amor, sabiendo que él no lo había dejado de amar.

ㅡUsted se parece mucho en ella.

Dijo amargamente, el verde de sus ojos me pareció contaminado por el dolor.

En silencio inundó la pequeña sala, no solo estaba triste por no recordarla, porque en sus ojos podía notar que buscaba en su memoria más extractos de ella, si no por no poderla seguir amando.

ㅡQuisiera seguir a su lado.

Confesó en un hilo de voz, casi para sí mismo, pero aun así llegó a mis oídos.

ㅡ¿No sabe que lo trajo aquí?

Pregunté intentando ocuparlo de otro tema, no sabía por qué sentía que podía experimentar exactamente lo que él estaba sintiendo.

El medio de la nadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora