BAD BUDDY THE SERIES II. MÁS QUE AMIGOS

TRES

BAD BUDDY THE SERIES II. MÁS QUE AMIGOS

TRES

"Amar no es mirarse el uno al otro; es mirar juntos en la misma dirección" Antoine de Saint-Exupery.

Era demasiada información en muy poco tiempo, por lo que se sentó en su cama para poder asimilarla sin perder la cordura. Hacía tres días atrás sus planes eran volver a Bangkok, vivir en la casa de sus padres hasta mudarse al apartamento de Pat y postular a empleos hasta conseguir uno decente. Ahora tenía una oferta de trabajo al otro lado del mundo, un amigo que tenía que consolar por haber sido plantado en el altar, un novio que había cometido una estupidez descomunal y su padre estaba arruinado económicamente. Ni siquiera había podido digerir una cosa, cuando lo estaba azotando otra. Con este panorama, el moreno se sentía superado, emocionalmente hablando.

—Pran...

Lo llamó su novio, preocupado porque lo veía muy aturdido. Iba a ponerle una mano encima de su hombro, pero el arquitecto le impidió el contacto, sacándolo con el dorso de su mano.

—No me toques... —el moreno espetó dolido. De las pocas cosas que tenía claras en ese minuto era que estaba defraudado de Pat.

—Pran...

—¿Por qué no me contaste algo tan importante? —preguntó el arquitecto con la voz quebrada.

—Porque le hice una promesa a tu padre —respondió el castaño con la cabeza gacha, para luego levantar la vista hacia su novio —. De casualidad, me encontré con él hace cuatro meses. Lo vi tan mal que le invité a un café para ver si compartir sus penas conmigo, pero es igual de cerrado que tú cuando quiere. Solamente accedió a contármelo con la condición de que no te dijera nada. De verdad, no quería ocultarte esto, pero presentía que la situación era demasiado grave y que, si no hacía algo inmediatamente, a tu padre le podía pasar algo. Y no me equivoqué, la casa estaba al borde del remate.

—¿Cuatro meses y no me dijiste una palabra? —inquirió el moreno, que estaba pasando de la congoja a la rabia —¡Yo mismo pude haber pagado esa plata y haber anticipado mi regreso para ayudarlo! —exclamó resentido.

—Eso quería evitar tu padre.

—¿Cómo? ¿Por qué? —preguntó Pran, sin entender el proceder de su progenitor.

Pat se sentó cerca de su novio, pero manteniendo cierta distancia porque, con lo enfadado que estaba Pran, sabía que rechazaría cualquier acto de cercanía que intentase con él.

—Te contaré todo para que entiendas cómo se dieron las cosas...

Pat, con los ojos fijos en la pared, comenzó a relatar de cómo se había pasado de ser el hijo de los desagradables vecinos a una especie de socio comercial con su suegro.

Era un día cualquiera, no tenía que hacer nada extraordinario salvo que un cliente le había cancelado una cita y tenía una hora libre antes de llegar a tiempo a la siguiente reunión de negocios. Debía reconocer que la misión de conseguir nuevos encargos cada vez estaba más cuesta arriba, pero su papá estaba cerrado a hacerle modificaciones a la tienda para generar ingresos, porque era parte de una tradición familiar. Con mucha suerte le había dado libertad absoluta para encontrar clientes a su manera.

Su padre era demasiado testarudo y él había heredado ese maldito defecto, por lo que las discusiones eran de tamaño monumental cuando chocaban seriamente. Sin embargo, desgraciadamente todavía no era el dueño para hacer y deshacer en el negocio, por lo que la última palabra siempre la tendría Ming.