Prólogo.

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7 meses y un día.

Hoy seria el día de mi libertad. El calendario que estaba puesto al lado de la cama que he ocupado durante estos 7 meses me lo anuncia con una gran cara de felicidad.

¿Como no iba a estar feliz? Ó simplemente estaba emocionada y ansiosa de salir de estas 4 paredes por la que he vivido durante 7 meses.

Es un milagro que no me haya vuelto loca, ó es lo que ellos piensan que ya estoy, así que no hay otra manera de explicarlo.

Hago mi rutina diaria, solo que está vez con algo más de rapidez puesto que hoy es el día de mi liberación y eso hay que celebrarlo de algún modo. ¿Cuál? Aún no lo sabía exactamente. Pero, mientras siga aquí adentro, mi celebración será con la misma cara que he puesto desde que llegué aquí.

Lavó mi cabello rojizo con fuerza, como si se me fuera a despegar de la raíz. A esta hora de la mañana nadie estaba en los baños, y eso me hacia muchísimo favor al poder tener el agua caliente para mi, y un poco de privacidad.

Salí de la ducha envuelta en una toalla cuando la señorita Doug abrió la puerta. Ella me sonrió, acercándose a mi.

- Hoy te has levantado aún más temprano de lo normal. -Ella habló.

- Eso parece. -Le contesté.

-¿Emocionada por el día de tu salida? -Pregunta cuando coge una toalla pequeña extra, y comienza por secarme el cabello.

Me encojo de hombros, cerrando los ojos ahora que hace el masajeo en mi cabello.

- Te he ido a comprar ropa, ya sabes, para cuando salgas. -Dijo, al terminar.

- ¿No tendré que utilizar esas tontas pijamas? -Dije, con una chispa de emoción, escondiéndola rápidamente poniendo mi rostro serio.

La señorita Doug es la única que ha logrado sacarme una sonrisa en los 7 largos meses. Ella es la que me ayudó al entrar aquí, y de vez en cuando me traía alguno que otro dulce o chocolate cuando se supone que no deba comer alguno fuera de las horas de comida.

- No, cariño. Están en tu habitación, encima de la cama. Ponte más bonita que en menos de 20 minutos será el desayuno.

Ella camina hacia la puerta, y yo la sigo con la toalla aun mas pegada a mi cuerpo. Caminando hacia mi habitación.

La señorita Doug fue la que pudo hacer el cambio de ponerme una habitación cerca del baño, lo peor era que el piso en el que estaba era el ultimo, y este edificio era tan grande y viejo como podía imaginarlo.

Doug cerró la puerta de mi habitación, después que entré, asegurándome que estaba adentro para luego dejarme en privado.

Era su trabajo, tenía que vigilar a los pacientes de aquí que no se escaparan, ó hicieran alguna otra cosa no muy bonita para sus ojos encontrar.

Ella dice que yo soy un caso especial, y cuando le digo que lo que me llaman es "loca" ella se pone a la defensiva y me habla unos discursos para que al final, me haga decir que no estoy loca. No lo sé, pienso que es algo de ella, que es muy amable y siempre quiere hacer el bien para todos. Estoy segura de que a la mayoría de los pacientes que le toca, los hace sentir igual. Especiales.

Pude divisar los bolsos de ropa encima de la cama, los abrí todos y me puse el primer conjunto que encontré. Para lo demás, comenzarlo a guardar en las maletas que estaban al lado de la mesa de noche, las saqué anoche por que no podía esperar ni un minuto más para salir de aquí.

Dysfunctional // PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora