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Louis ya les había contado a sus amigos sobre la reconciliación con Harry, los tres reaccionaron de maneras muy diferentes, algunas más predecibles que otras.

Niall, por supuesto, le dió un sermón hasta que se cansó, había obligado hacer a su amigo una lista de pros y contratas, después analizaron una por una, llegando a la conclusión de que Harry no era bueno para el castaño, bueno, esa fue la conclusión del rubio. No le agradaba ese tipo pero al ver lo feliz que estaba Louis con él, no tuvo más remedio que respetarle y brindarle su total apoyo a su mejor amigo.

Zayn, se lo veían venir, cosa que le expresó al mejor, por dentro estaba tan triste por la noticia, estaba esperanzado a que Louis reaccionara y se diera cuanta de lo mal que le hacía estar con el rizado, no se lo dijo, claramente, solo le miró con una sonrisa sincera, diciéndole y cito:

«Si es lo que quieres y él te hace feliz, tienes mi apoyo, lo que más quiero en este mundo es verte feliz, solo con una sonrisa iluminas el mundo de todos, les das color, les das vida y si él hace eso por ti, entonces está bien, precioso.»

Agradeció que no se hubiera molestado con él como lo había hecho Niall, le encantaban sus buenas vibras y sobre todo el apoyo que le brindaba.

Por último y no menos importante, Alice, ella había actuado indiferente al tema, seguía con una actitud muy extraña, Louis la había cuestionado pero ella sólo repetía que todo estaba bien, pasó de largo esa noticia, en pocas palabras, no le importaba.

Ese día había quedado con Harry de ir a su casa, estaba tan emocionado, últimamente el rizado  se comportaba tan lindo con él, le regalaba flores, le mandaba mensajes lindos, le decía que lo amaba y le dedicaba mucho más tiempo, eso hacía que su corazoncito se llenara de alegría y que su amor por él creciera aún más cada día.

Sin saber que esa felicidad era la amargura de otra chica.

"Por fin llegamos, pequeño". Anunció el mayor, aparcando su auto afuera de su casa.

Los ojitos de Louis brillaron al ver su hogar, era tan linda y acogedora. Bajaron del auto para entrar a la vivienda, un olor a comida casera llenó sus fosas nasales, lo que causó que su pancita gruñera de hambre.

Miró a Harry de inmediato, regalándole la imagen de él muy apenado con sus mejillas coloradas y sus ojos azules color mar muy abiertos.

"Eres tan adorable, dulce criatura". Soltó una risa ronca el mayor.

"¡Harry, amor, llegaron!". Una voz femenina le impidió refutar su comentario.

La mujer parada frente a ellos era idéntica a Harry, solo que ella tenía el cabello lacio y su piel era más acaramelada, tenía unos ojos que te hacían sentir en confianza y una sonrisa que, se arriesgaba a decir, irradiaba paz.

"Hola, mamá, sí, te dije que traería a Louis, pensé que estarían fuera de casa". Carraspeó, escondiendo por detrás suyo al menor.

"Pensé lo mismo pero no tenía pendientes por hacer, Edward, no seas grosero y déjame saludar al niño bonito que escondes detrás de ti". Reprendió la mujer con el ceño fruncido.

"Solo no lo asustes, está chiquito y debo cuidarlo".

"Ya deja de hablar". Corrió con su mano el cuerpo de su hijo para mirar al castaño con una amable sonrisa. "Tú debes ser Louis, mucho gusto, cielo, bienvenido a nuestro hogar". Sin aviso se acercó a abrazar al chico con ternura. La mujer era unos centímetros más alto que él.

𝘕𝘰𝘵𝘩𝘪𝘯𝘨 𝘪𝘴 𝘭𝘢𝘴𝘵 𝘧𝘰𝘳 𝘦𝘷𝘦𝘳   | 𝘓𝘚 |  [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora