CAPÍTULO 1

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Maleta lista.
Auto listo.
Tanque de gasolina, lleno.
Despedirme de mamá y papá, listo.
Esperar al impuntual de mi primo Nat...

—¿Estás seguro de irte Nu?— la voz de mamá me sacó de mis pensamientos.

—Sí, necesito un tiempo a solas. Ya sabes, ordenar mis ideas.

—¿No puedes hacer eso aquí? Nat podría quedarse en casa y...

—Mamá, no me lo tomes a mal, pero lo que necesito es estar lejos de casa, de ustedes, de todos. Solo quiero sentirme libre un poco más.

—Es que no quiero dejarte ir.

—Solo me voy por un mes, no toda la vida— "aún" pensé.

Ella estaba a punto de continuar con un gran discurso para tratar de impedir que me fuera, desde ayer que les dije que había conseguido una casa en el campo, fue la primera en cuestionar de nuevo a mi padre acerca de si era correcto que Nat y yo nos fuéramos por un tiempo, pero él logró calmarla diciendo algo como "tiene 20, no 2. Él sabe lo que hace".
Era genial tenerlo de mi lado, de lo contrario ni Nat ni yo hubiésemos conseguido este permiso.
La madre de Nat es igual que la mía, no por nada eran hermanas, así que mi papá tuvo prácticamente que convencer a todos.

—Lamento llegar tarde, mamá me dio mil consejos antes de dejarme ir— Nat nunca había llegado en mejor momento, mamá tendrá que guardar sus palabras para luego.

—Bien, es hora de irnos. Adiós mamá, nos vemos en un mes.

Besé su mejilla antes de tomar la mano de Nat para subir al auto, teníamos que salir pronto de aquí y llegar a la casa antes del anochecer.
El viaje por carretera estaba siendo divertido, el viento nos pegaba en la cara mientras cantábamos canciones tontas lo más fuerte que podíamos, parecía una escena sacada de una de esas películas románticas que tanto me gustan.
Amaba esta sensación, la sensación de libertad.

—¿Cuánto falta para llegar?— preguntó mi primo después de dos horas de viaje— Tengo hambre y quiero ir al baño.

—No falta mucho Nat, en veinte minutos llegaremos.

Y así fue, veinte minutos después apareció frente a nosotros aquella casa de campo, era exactamente igual a la de las fotografías del anuncio, con esa gran entrada, la fachada completamente en color blanco, un bello tejado, ventanales amplios, rodeada de árboles y naturaleza. No podía esperar a verla por dentro.

Conduje hasta el estacionamiento de la parte trasera y apagué el motor, no podía verme pero estaba seguro de que tenía una gran sonrisa en el rostro. Me quité el cinturón de seguridad antes de despertar a Nat, se había quedado dormido justo después de quejarse. Me miró sorprendido cuando se dio cuenta que habíamos llegado.

—¿Es aquí? NuNew esto es hermoso.

—Lo sé, es un sueño ¿no?— él asintió— vamos, el señor Aof dijo que las llaves estarían debajo de una maceta en la puerta trasera.

Bajamos las maletas antes de ir hacia la puerta, tuve que buscar en un par de macetas hasta encontrar la llave y cuando por fin pude entrar supe que cada peso había valido la pena, la casa era enserio lujosa y muy hermosa. La puerta por donde entramos daba directo a la cocina, completamente equipada. Nat fue el más emocionado al verla, ya deseaba utilizarla.
Por mi parte, caminé hacia la sala, todo en tonos grises y azul, el dueño tenía buen gusto.

—¿Podemos subir a dejar las maletas en la habitación y bajar a cocinar?

—¿Y si mejor cocinas primero y luego llevamos las maletas?

Nat sonrió— eso suena mejor.

Lo miré moverse por la cocina como si estuviese en su propia casa, mientras tanto platicábamos de lo que podíamos hacer en el tiempo que estaríamos aquí. Quizá caminar por los alrededores, leer algunos libros, hacer noches de karaoke, nadar en la alberca y comer hasta morir, ese sonaba como un buen plan. Era nuestro plan.

Tu casa ¡es mi casa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora