CAPÍTULO 2

559 85 34
                                    

—¿Quiénes son y por qué están en mi casa?— exigí.

—¿Perdón? ¿Quiénes son ustedes y por qué estás en mi casa?— replicó aquel que salió del baño.

—¿De qué hablas? Esta casa es mía, la renté por un mes y si no me dicen quiénes son ¡llamaré a la policía!

—Mi nombre es Zee...— habló mientras caminaba hacia mí— y tu casa— sonrió— ¡es mi casa!

—¿De qué estás hablando igualado? Quiero que en este momento tú y este—selalé al tipo que aún mantenía a mi primo contra el suelo— se vayan de mi casa.

El tipo que había dicho llamarse Zee comenzó a reír mientras se alejaba de mí, al parecer se marcharía porque lo vi tomar su maleta.

—Voy a soltarte— habló el otro hombre— pero si vuelves a pegarme no dudaré en taclearte de nuevo.

Nat asintió repetidamente y en cuanto fue libre se levantó y corrió hacia mí, no dudé en abrazarlo, sabía que estaba asustado y siendo sincero, yo también lo estaba. Estábamos solos con dos desconocidos y locos.

—Mira niñito.

—No soy ningún niñito, tengo nombre— respondí bastante ofendido.

—Bueno, si me lo dijeras no necesitaría decirte 'niñito'— hizo énfasis en el apodo.

—No voy a decirte mi nombre.

—Entonces no te quejes niñito— el maldito sonrió, se estaba burlando de mí— esta casa es mía— continúo extendiendo una carpeta en mi dirección— y los únicos que deben salir de aquí, son ustedes.

Tomé de mala gana aquella carpeta y la abrí, era un título de propiedad. Leí con detenimiento los documentos, no entendía mucho, pero pude distinguir el nombre que antes había dicho que era el suyo.

—¿Esto qué?

—¿No sabes leer? Ahí dice claramente que los dueños de esta casa somos Zee y Max Panich. O sea, él y yo.

Respirar, necesitaba respirar para no alterarme más de lo que ya estaba. Estos dos tipo, Zee y Max tenían razón con que esta era su casa, pero...

—¡Eso no tiene nada que ver! Serán muy dueños de esta casa, pero nosotros la rentamos por un mes completo, por lo tanto ustedes no deberían estar aquí.

—NuNew es mejor si nos vamos, no fue buena idea venir aquí— genial, en el peor momento mi pequeño primo tenía que decidir ser cobarde.

—¡No Nat! ¡Pagamos mucho dinero por ella, no nos vamos a ir!

—Escucha al niño NuNew— enfatizó mi nombre— es mejor si se van.

—O podríamos compartir la casa— sugirió Max— la casa es lo suficientemente grande para los cuatro— dijo alzándose de hombros como si fuera cualquier cosa, ¿creía que estaba armando un plan con sus amigos o qué?

—De ninguna manera, ustedes tienen que irse, porque...— no pude terminar de hablar, un grito me había interrumpido.

—¡¿Chicos están en casa?!

La voz provino de la primera planta, así que los cuatro salimos de la habitación para bajar las escaleras casi corriendo. Cuando estuvimos ahí nos dirigimos a la sala, solo para encontrar a un señor muy cómodo en uno de los sillones, lo que me faltaba, otro que se creía dueño y señor.

—¿Tío Aof? ¿Qué haces aquí?

—¿Aof? ¡Señor Aof! ¡Que bueno que está aquí! Así podrá llevarse con usted a estos dos dementes.

Tu casa ¡es mi casa!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora