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— No creo que fuese lo correcto, mucho menos, seguro, cubrirme los ojos. — mis manos estaban extendidas, tratando de tocar alguna superficie que me diera una pista de donde nos encontrábamos, pero nada. Solo el aire que corría por entre mis dedos y congelaba, hasta cierto punto, mis manos era la única pista que podía tener.

Escuché la risa de Gun y sus brazos se abrazaron a mi cintura con más fuerza, comenzando a guiarme, según él, desde atrás.

— Es divertido ver cómo tratas de sostenerte. — fue su única respuesta. — además era necesario para la sorpresa que te tengo. — escuché otra risita más y de pronto sus manos apretaron mis costillas, causándome cosquillas y haciéndome reír por igual.

Ambos parecíamos unos niños, no solo por la situación, sino también por las risas, los momentos que pasamos, nuestro comportamiento e incluso por la forma en la cual ahora nos encontrábamos abrazados y caminando.

— Gun... G-Gun... — mi voz no dejaba de salir entre cortada, pues la risa no me dejaba hablar con fluidez. — ¡Y-ya, b-basta! — traté de sonar firme, pero lo único que salía de mis labios era risa y más risa.

Sin embargo, Gun se detuvo y en esta ocasión tomó mi mano, entrelazando de inmediato nuestros dedos.

— Esto no es divertido. — dije al final de todo, pues seguía sin ver y el sonido de los autos que pasaban por nuestro lado era muy fuerte, incluso podía jurar que estábamos en una autopista, sin embargo, no creía que Gun fuera a arriesgar nuestras vidas de esa forma.

— Claro que lo es, además ya estamos a punto de llegar.

Hice un puchero ante su respuesta y lo único que me quedó fue callar y ser guiado por Gun, quién ahora iba delante mío.

No sé cuánto tiempo pasó, tampoco por dónde caminamos, pero en definitiva cuando nos detuvimos y me obligó a sentarme en lo que yo creía era una banca, supe que habíamos llegado.

Sus manos desataron la tela que cubría mis ojos y entonces miré algo borroso todo el lugar, sin llegar a reconocerlo por completo, ni siquiera por casualidad.

— ¡Bienvenido! — gritó, alzando sus manos en alto y provocando que su camisa se alzara un poco y me mostrara su linda pancita. Sonreí y él al parecer se percató de lo sucedido, pues de inmediato bajó sus manos y cubrió su vientre.

Pase mis manos por ambos ojos, tratando de poder ver con claridad, sin embargo, eso no ayudó y solo los minutos sentados en lo que sí era una banca, me ayudó a ver mejor y notar que estábamos el frente del Río Chao Phrayav*, el más famoso en la capital.

Me coloqué de pie y tomando la mano de Gun, me dediqué a admirar el lugar. Ahí se encontraba el puente y ya suponía que lo habíamos recorrido, pues los autos pasaban por ahí y al estar a una altura considerable, el aire corría con más fuerza.

— Ese es el puente Rama VI. — Gun me sorprendió al hablar de repente, para luego situarse a mi lado y abrazar mi brazo. — Lo tuvimos que cruzar para llegar, pero todo valió la pena. — miré de reojo a Gun y asentí, aunque aún no entendía que le veía de especial al lugar. Solo era el río siendo... un río. — Solo faltan unos minutos. — concluyó. Y entonces la curiosidad comenzó a picar dentro mío. No entendía a qué se refería, pero su emoción no era por nada.

— ¿Qué es lo que va a suceder? — pregunté, esperando obtener una respuesta inmediata, pero él me mandó a callar con un sonoro: shh. Reí, pues se veía tan lindo esperando atento a lo que sucedería, mientras que yo solo esperaba eso mismo que tenía ansioso a Gun.

— Solo falta un minuto. — volvió a susurrar y entonces no sé me ocurrió mejor idea que tomar su mano, entrelazar nuestro y colocarme delante suyo para besarlo. Él no se negó y solo me correspondió, haciéndole más fácil el acercarse a mis labios al traer esos zapatos con plataforma que habían salido de moda recientemente y que la verdad habían causado un tanto de molestia en mí al llegar a su casa y verlo utilizándolos, no porque le quedaban mal, sino porque me encantaba su estatura y lo que menos quería era que esos zapatos lo incomodaran al caminar.

Sus brazos nuevamente se situaron en mis hombros y de ahí no se movieron hasta que nos separamos.

— No lo vi. — susurró, para luego hacerme a un lado de un empujón, que la verdad ni siquiera podría calificar de esa forma, pues era demasiado suave.

— ¿No viste qué? — rápidamente me di una media vuelta y observé lo tan anhelado por Gun.

En realidad, no esperaba ver un espectáculo lleno de colores, mucho menos en combinación con el agua, pero ahí estaba.

— ¿No es lindo? — Gun haló de mi chaqueta, tratando de llamar mi atención, pero en realidad no podía apartar la mirada del gran arcoíris de agua que parecía ser la más bella arte que nunca antes había visto. — ¡Off! — gritó muy cerca de mi oído y entonces me vi en la obligación de apartarme y mirarlo. — Lo siento, pero quería saber qué te parece.

Sonreí, sin saber qué decir. No me había esperado esto, pensé que a lo mucho vendríamos a disfrutar de una noche en Bangkok, tal vez comiendo en alguna que otra tienda o visitando algún cine, sin embargo, cuando Gun me dijo que me cubriera los ojos, no esperé abrirlos en este parque y estar frente a un sorprendente espectáculo.

— Está muy bello... — susurré. Y su sonrisa de completo orgullo hizo acto de presencia. Reí y me acerqué colocando mi brazo alrededor de su hombro. Él se acurrucó y ambos disfrutamos del que ahora vendría a ser mi lugar favorito en todo Bangkok y solo por la simple razón de estar compartiendo este momento al lado de una persona tan especial como lo era Gun.

[♥]

— ¡Off, corre! — Tay gritó con todas sus fuerzas y por un momento creo que se le iría la voz, sin embargo, parecía más concentrado en el balón que yacía rebotando contra el suelo.

— ¡Es tuyo! — le grité a Kwan, uno de los tantos chicos que también conformaba nuestro equipo.

Kwan lo atrapó y comenzó a correr con la pelota rebotando contra el suelo del gimnasio. Tay lo esperaba al lado de la canasta y una vez que el balón estuvo entre sus manos, el silbato sonó. Pude notar la desesperación en Tay y lo irritado que se veía, pues al parecer él quería encestar.

— ¡A las duchas! — gritó el entrenador y entonces todos comenzaron a reír, felicitándose por el buen entrenamiento y por la mejoría de algunos.

Tay me hizo la típica señal de ir a recoger nuestras mochilas de entrenamiento, pero al voltear, me encontré con Gun sujetando mi mochila y extendiéndola hacía mí.

— Ahí está tu Julieta, Romeo. — se burló. Entonces lo miré mal y no tardé en empujarlo, él comenzó a reír y negando con la cabeza, se dirigió hacia las duchas.

— Tay se olvidó sus pertenencias. — me dijo una vez que estuve a su lado. Yo solo deje un beso en su cabeza, pues lo que menos quería era ensuciarlo. Tomé mis pertenencias de sus manos y me encaminé hacia el banco donde se encontraban las de Tay. — ¿Estás cansado? — preguntó luego de ver que no le había contestado absolutamente nada.

Asentí. Comenzar la semana con entrenamiento no era algo divertido. Si me hubieran dicho que los entrenamientos serían los lunes, definitivamente hubiera dicho que NO, sin embargo, ya me encontraba aquí y tenía que entrenar para el juego de la siguiente semana.

Él hizo un puchero y se sentó a mi lado. Se apegó tanto como pudo y quise apartarlo de inmediato, pues el sudor estaba por todas partes de mi cuerpo, incluso por debajo de mis pantalones; pero Gun era terco y no se alejó fácilmente.

— Tengo que ir a ducharme, Gun. — le advertí una vez que había recuperado el aliento y la fuerza de voluntad.

Gun se apartó y sin importar que hasta mi rostro estuviera mojado, sujetó mis mejillas y me besó. Sonreí como bobo, pero tuve que cortar el beso cuando el silbato volvió a sonar.

— ¡A las duchas, Jumpol! ¡Hasta aquí puedo oler la peste! — el entrenador fue firme en su pedido y de inmediato tuve que levantarme y correr hacía las duchas, no sin antes sonreírle a Gun y recibir el gesto de vuelta.

Él me encantaba.

Pequeño ✿ OffGunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora