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— ¡Gun! — grité, pero al parecer él no me escuchó o quiso hacerse el desentendido, pues siguió su camino. — ¡Gun, detente! — volví a gritar, solo que esta vez sí logré tomar su mano y, por ende, detenerlo. Él se removió, incluso si no fuera por esos libros que traía en mano, tal vez me golpeaba o algo parecido. — ¿Qué sucede contigo? No me has hablado desde el almuerzo y ahora te quieres ir sin mí, ni siquiera hemos planeado nuestra próxima cita.

— Suéltame. — apenas susurró, comenzando a alejarse lo suficiente. Yo tuve miedo de su mirada e incluso de su voz, porque a pesar de ser bajito, Gun podía matarte con tan solo dirigirte una mirada fría.

Lo solté y él tenía todas las intenciones de marcharse, pero no se lo iba a permitir, por lo que volví a sujetarlo y su reacción fue mucho más exagerada que antes.

— ¡Que me sueltes, Jumpol! — gritó, alertando a algunos alumnos que todavía estaban dentro de la escuela. Rápidamente me aparté, no solo por temor a ser golpeado, sino por el miedo a enojarlo demasiado y que llegara al punto de ya no querer hablarme. — No te entiendo, enserio que no lo hago. Primero dices que gustas de mí, me invitas a salir, compartimos momentos gratos y ahora viene un grupo de porristas y te dice que su amiga está enamorada de ti y lo único que haces es ir detrás como el buen samaritano que eres. ¡Eso no es justo! — su dedo apuntaba directamente mi rostro y pronto me sentí pequeño a pesar de sobrepasarle por varios centímetros. — Ya vete, no quiero hablar contigo hoy.

Y así como fue rápido al hablar también lo fue al caminar.

Nunca había sido alguien agresivo, me consideraba alguien muy pacifista, pero sentí impotencia al ver que Gun se marchaba sin mirar atrás y el resultado no fue bueno. Pateé el tacho de reciclaje más cercano y prácticamente todas las hojas que estaban dentro suyo salieron volando.

Ese día tuve que quedarme hasta tarde recogiendo y separando cada hoja de cada contenedor de la escuela.

[♥]

— No pienso salir con ella. — me dije nuevamente, pero algo en mi mente me decía que debía aclarar esto. Gun no me había hablado durante todo el día y al llegar a su casa, Tay me había dicho que ya había salido rumbo a la escuela. Él se había tomado muy enserio el alejarnos, incluso se fue a otra mesa y eso solo ocasionó que esas porristas nuevamente se me acercaran. — No, no pienso hacerlo. — volví a decir, pero en mi mente se encontraba una chica llorando y eso me hacía sentir mal. — Pero Gun se va a enojar si voy a ese lugar. — volví a decir y entonces mis pies se detuvieron en seco y ya no quise llegar a la dirección que me habían entregado esas chicas esta mañana.

Gun significaba mucho para mí, pero también era algo muy cruel de mi parte hacer llorar a una chica y ni siquiera explicarle por qué no puedo corresponderle. Quería golpearme con un martillo o algo parecido. Esto era mucho para mí, tomando en cuenta que nunca había estado en una situación parecida.

— Esto no me puede estar pasando. — susurré, golpeando mi mano contra mi frente, solo para simular que era un martillo.

Un suspiro salió de mis labios pocos minutos después y volví a caminar. No podía detenerme, ya estaba cerca al lugar y tenía que aclarar esto y después aclarar algunas cosas con Gun. Lo que menos quería era hacer daño a alguien.

Al llegar, miré a todos lados esperando encontrar a alguien que cumpliera con la descripción que me habían entregado esas porristas durante el almuerzo, sin embargo, nadie llamaba mi atención. Según ellas, su amiga llamaría mi atención y me enamoraría de ella en el primer momento, pero nada.

Continué caminando, buscando a alguien que no tuviera un bebé en brazos o se encontrara empujando un coche como aquellas madres que paseaban en esta tarde.

Estaba a punto de irme del lugar y hablar con las porristas al día siguiente, cuando una chica se presentó delante mío. Ella tenía su cabello atado en una coleta y su estatura era... era común, como la de todas las mujeres de la escuela y propio de una porrista. No podía decir que era fea, tampoco se veía desagradable, pero en definitiva ella no era Gun.

— Mi nombre es Kulap, te estuve esperando por mucho tiempo. — ella sonrió y yo no le vi nada de tímida, al contrario, parecía muy sociable y en todo caso, hasta podría ser mi tipo de chica, si es que no tuviera ojos para Gun.

— Y-yo... Yo no...

— Lo siento, sé que fue algo cobarde mandar a mis amigas a hablarte cuando en realidad la interesada soy yo. Tal vez pienses que estoy loca o algo así. — sus perfectas piernas se movieron rápido, como si estuviera ansiosa de escuchar mi respuesta y yo no podía dejar de sentirme mal.

— Eres linda. — susurré. Ella rio y sus ojos brillaron. Me iba a sentir demasiado mal, pero creía que era lo indicado. No podía fingir querer a alguien, cuando en realidad solo quería algo con una sola persona y esa era Gun. — pero... — y su labio inferior fue atrapado entre sus dientes mientras que su mirada bajó. — yo no puedo estar contigo, apenas me he instalado en esta ciudad y ni siquiera conozco bien a los chicos de la escuela... No te puedo pedir explicaciones, porque gustos son gustos, sin embargo, no puedo corresponderte esa atracción que sientes. Yo tengo a otra persona. — ella levantó su mirada después de unos minutos y en vez de notar algún tipo de enojo, solo podía ver una sonrisa muy sincera, a decir verdad.

— L-lo entiendo y... lo siento. — el tono de su voz fue cada vez apagándose más y cuando traté de consolarla o algo parecido, ella se alejó.

Me sentí en verdad mal, pero tuve que aceptar su lejanía y posteriormente, su huida.

No fue algo fácil quitarme esa culpa del pecho, pero tenía que hacerlo de alguna manera al llegar a la parada de autobuses donde Gun bajaba, para luego salir corriendo hacia su casa. Ya era de noche, pasaba mi hora de llegada, pero tenía que arreglar esta pequeña equivocación.

Al llegar a su casa, me sentí demasiado intimidado. No solo por tener que enfrentar a Gun y que posiblemente él se negara a hablarme, sino por el temor a que su padre saliera y en esta ocasión sí tuviera razones para botarme e incluso golpearme.

Di dos golpes, muy suaves, a la puerta, esperando no tener que encontrarme con el señor Atthaphan y para mi muy buena suerte, su esposa fue quien me recibió.

— Gun no me dijo que vendrías, Off. — ella sonrió y se hizo a un lado para que pueda pasar, pero me negué de inmediato.

— Solo quiero ver a Gun por un momento. — susurré. Mi voz salió demasiado baja y creía que tal vez la señora Tawan no me habría escuchado, pero ella sí lo hizo y en menos de un segundo, ya se veía entrando nuevamente a su casa.

Ella insistió en que pasara, sin embargo, no quise hacerlo.

Los minutos pasaron o así lo veía yo, y Gun seguía sin salir, incluso pensé que tal vez se había negado y que le había recomendado a su madre no salir a decírmelo, por lo que tuve todas las intenciones de irme.

— ¿Qué es lo que quieres? — y entonces la voz de Gun me detuvo.

Traté de voltear, pero no podía. Mi mente se había quedado en blanco y mis articulaciones no querían reaccionar.

— ¿Solo has venido a quedarte de espaldas y no enfrentar la situación? Si es así, me...

— ¡No! — grité, obligándome a darle la cara. — Yo...

— Off, ya basta, tengo que entrar.

Mis pies fueron rápidos al caminar hacia él y abrazarlo. Él se removió y parecía que no iba a parar hasta que las palabras tuvieron que fluir.

— No hay nadie que pueda tener mi atención que no seas tú. Me gustas demasiado Gun. Yo aclaré esa situación esta tarde y te prometo que no habrá ninguna porrista que interrumpa nuestro almuerzo mañana o incluso algún otro día.

— Claro que no habrá, porque de ahora en adelante no almorzaremos juntos. — y sin más, se fue, me dejó. Cerró la puerta de su casa y creo que no tuvo en cuenta que posiblemente me quedaría esperándolo unos minutos más, por si se apiadaba de mí y decidía hablar sin sus celos de por medio, sin embargo, él no salió y yo tuve que regresar a casa sin encontrar algún tipo de solución a este problema, que ni siquiera fue culpa mía.

Pequeño ✿ OffGunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora