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— Está bien, muchas gracias. — colgué tan pronto como me aseguraron que la comida llegaría en quince minutos y tras un suspiro volví a la cocina.

Gun y yo estábamos tan seguros de que íbamos a cocinar un rico Pad Krapau, pero lo único que logramos hacer fue ensuciar muchos implementos de cocina y quemar una olla. No pregunten cómo lo hicimos, solo sé que para el momento en que terminamos de picar algunas verduras, la olla, preferida de mamá, ya se encontraba en llamas.

— ¿Qué tal va todo por aquí? —, pregunté al entrar. Gun me miró y sonrió.

— Ya terminé de lavar todo lo que ensuciamos y por más que traté de eliminar esa quemadura en la olla, lo único que logré fue rayarla. — me mostró la olla y efectivamente esta se encontraba rayada. Maldije mentalmente y sonreí, restándole importancia a eso.

— No te preocupes, mamá no se enojará mucho si le digo que el culpable fuiste tú. — reí, pero Gun no le vio nada de gracioso, pues se puso serio y se cruzó de brazos, dándome a entender que no le gustaba para nada la idea de echarle la culpa. — Está bien, no pienso decirle que tú lo hiciste. — Gun sonrió como si no hubiera pasado nada y me mostró el pulgar arriba antes de seguir limpiando. — La comida china llegará dentro de unos minutos. — avisé mientras caminaba hacia la sala de estar.

— Quiero tener una maratón de películas de Netflix. — gritó desde la cocina y entonces no me quedó de otra, más que hacerle caso a mi novio.

[♥]

La comida llegó a los diez minutos y solo bastó cinco minutos para encontrarnos al frente de la televisión mientras disfrutábamos de la comida china. En realidad, no sabía qué es lo que estábamos viendo o, mejor dicho, qué es lo que estaba viendo mi novio, pues apenas este colocó una de sus películas favoritas, yo me sumergí en mi celular.

Estaba atentamente viendo otras coreografías cuando sentí un intenso dolor en mi brazo. Rápidamente miré a Gun y este me miraba con seriedad, casi como queriendo golpearme.

— Se suponía que esta noche sería especial. — la comida había quedado en segundo plano y el puchero que adornaba su rostro ahora no era nada bonito. No me gustaba. — Íbamos a tener una noche de pareja, sin celulares o algo que pudiera interrumpir al otro. — se cruzó de brazos y entonces comprendí que había hecho mal.

Traté de acercarme y consolarlo, pero Gun se alejó de inmediato y me dio la espalda.

— Lo siento bebé. — susurré, apoyando mis manos en sus hombros y tratando de acercarme aun más de ese simple contacto. — Fue mi culpa, pero sabes que no soy amante de las maratones de películas o incluso, de las películas. — Gun se relajó un poco y volteo de a poco, manteniendo ese puchero que tanto lo caracterizaba y su ceño fruncido.

— Debiste decírmelo, Off. Pudimos haber hecho cualquier otra cosa. — Mis manos se alejaron de su hombro y rápidamente fui en busca de mi mochila, escuchando de lejos los llamados de Gun e ignorando estos, pues toda mi atención estaba puesta en otra cosa.

Abrí mi mochila una vez que la encontré y saqué la pequeña cajita de terciopelo que descansaba en lo más profundo de todas mis pertenencias.

Al ingresar a la sala de estar me encontré nuevamente con el ceño fruncido de Gun y con sus manos cruzadas.

— ¿Qué fue eso? — preguntó con claro enojo. Solté un suspiro y sonreí, comenzando a caminar con lentitud hasta él y sentarme a su lado.

— Nada. — dije con simpleza. Gun se enojó aún más y se alejó de nuevo.

— No creo que sea nada el salir corriendo de mi lado y luego venir todo campante, como si nada...

Aunque me hubiera gustado mucho callarlo de un beso, preferí arrodillarme y callarlo, pero del asombro. Gun me miró algo confundido, pero sobre todo asombrado por mi acción.

— ¿Qué piensas hacer? — preguntó con firmeza, a pesar de que sus ojos demostraran los contrarios. — No hagas locuras, Off. — susurró.

— No es ninguna locura, cariño. — le extendí la cajita de terciopelo y la abrí lentamente. — Te amo Gun. Cada vez que me preguntan cuáles son los planes que tengo a futuro, no puedo pensar en otra persona que no seas tú, no puedo dejar de pensar en esto que tenemos, en el amor que nos sentimos y en todo el tiempo que llevamos juntos. — Gun miraba los dos anillos, que yacían dentro de la cajita y la sonrisa, que puso al escucharme, no desapareció en ningún segundo. — No te estoy pidiendo casarnos ahora, pero definitivamente quisiera hacerlo en un futuro y estos anillos serán el símbolo de lo que ahora te estoy prometiendo, del futuro que quiero a tu lado.

Gun me abrazó apenas terminé de hablar y me dijo constantemente que aceptaba ser mi esposo, no importa si era ahora, mañana o más tarde. Solo quería ser mío y yo quería ser de él.

Le coloqué un anillo y él se dio cuenta que este tenía grabado mi nombre y la fecha de nuestro aniversario.

— ¿El tuyo también tiene mi nombre y nuestra fecha? — preguntó inocentemente, aunque muy en el fondo sabía cómo era realmente Gun.

— Claro que sí. — le mostré mi anillo y él sonrió nuevamente.

— Me encantan... — cambió de tema. — en verdad son muy hermosos e incluso, puedo decir que también son costosos. — me miró y esperó que le dijera de dónde saqué el dinero para comprarlos. Conocía tan bien a mi novio.

— Solo hice unos trabajos extras en los finales. — traté de sonar lo más normal posible y restarle la importancia a ese asunto, pero Gun no lo hizo. Él se sentó en mi regazo y estando ahí comenzó a preguntar sobre el tipo de trabajo que había realizado a cambio de dinero. — Fui la pareja de algunas chicas durante los finales, pero solo fue trabajo. — pensé que Gun iba a reaccionar mal y que posiblemente esta noche acabaría mal, pero ni siquiera me dejó explicar más, pues sus labios tocaron los míos. Mis manos por instinto sostuvieron su cintura y las suyas viajaron hasta mi cuello con intenciones de quedarse ahí.

Nuestros labios se movían al compás del ajeno, disfrutando del simple contacto de todo lo que este nos hacía sentir.

Cuando el aire se hizo indispensable, tuvimos que separarnos. Gun se apoyó en mi pecho, comenzando a hacer círculos imaginarios.

— No importa si bailaste o bailarás con medio mundo, no importa nada si al final del día regresas conmigo... sí sigues siendo mío. — se alejó de a poco, tan solo para volvernos a besar.

[♥]

Nuestras manos se mantuvieron unidas mientras nos hacíamos uno; sus ojos me vieron en todo momento y sus labios pronunciaron un te amo antes de que ambos disfrutáramos del placer que entrega un orgasmo.

Me acosté al lado de Gun al terminar, con la respiración acelerada y con la satisfacción de tener al amor de mi vida al lado... de experimentar nuevas sensaciones y momentos a su lado.

Gun tomó mi mano, aquella que tenía el anillo, y acaricia el dedo anular. Disfruté de sus caricias y sonreí cuando él se apoyó en mi pecho y besó esta zona.

— Jamás esperé tener un novio, pero cuando te vi hubo algo que llamó mi atención y no fue precisamente tu tamaño. — su mano tomó la mía con más fuerza y sus susurros dejaron de serlos. — Tal vez te suene algo tonto, pero creo que ambos estuvimos destinados desde el primer momento en que cruzamos miradas.

Sonreí, pero no a manera de burla, sino porque justamente era lo que yo siempre pensaba al verme sujetando la mano de Gun, al besarlo, al admirarlo mientras dormíamos o simplemente, al verlo reír o comer a mi lado.

— Eso fue lo que pensé al momento de hablarte, bebé.

— Eres un mentiroso. Solo lo dices porque yo lo digo.

Me alejé un poco para que me viera y negué.

— Tú me gustaste desde la primera vez que te vi y ten por seguro que nunca dejarás de gustarme. — Gun comenzó a reír y entonces empezamos a empujarnos hasta ver quien caía primero de la cama. Era un juego que ambos siempre poníamos en práctica después de hacer el amor. Según Gun, era divertido ver al perdedor desnudo (siempre fui el perdedor) y según yo, era divertido ver reír a Gun.

Pequeño ✿ OffGunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora