Carligor [Mini-Historias]

Calor, Seguridad y Mucho Amor

Advertencias:
→Contenido +18, NSFW
→Omegaverse no tradicional

N/A:
Igor Alfa, Carlo Omega.
En este one-shot / AU Igor no es ningún tipo de máquina, totalmente humano😌
Con lo de omegaverse no tradicional me refiero a que no es el clásico en dónde omegas tienen bebés por el poto, perdón, pero eso para mí quedó en el pasado y me gusta que la situación sea un poco más lógica (? así que escribo omegas como personas intersexuales 🧐 la verdad es que es la primera vez que escribo algo así, hasta el momento solo había leído del tema jsksjd

Disfruten la lectura, disculpas adelantadas por cualquier falta de ortografía <3

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Cuando un omega se encuentra en un mal ambiente, bajo situaciones de estrés extremo, su organismo lo sabe y entonces es como si se activará dentro de él un método de preservación, su sistema reproductor se pone totalmente en pausa.

No hay ovulación, ni menstruación.

No hay hormonas fluctuando, ni producción de feromonas.

No hay periodos de calor e incluso su aroma al estar ligado a las feromonas desaparece.

Carlo Gambino no tenía idea de eso, nunca había puesto especial atención a esa parte de las clases sobre biología humana a pesar de ser el mismo un omega.

Ni siquiera fue consciente de cuando su ciclo se detuvo, aunque no era como si estuviera muy pendiente de ello; al fin y al cabo, estando prisionero en una isla en medio de la nada bajo el control de federales del gobierno estadounidense de moralidad muy cuestionable, menstruar o no tener un celo era la menor de sus preocupaciones.

Y cuando Carlo por fin fue libre, tuvo tiempo de sentarse tranquilo y pensar en ello, no estaba seguro de que estaba pasando con su cuerpo, los primeros pensamientos que surgieron en su cabeza fue que había quedado estéril a causa de toda la mierda que los federales habían metido en su cuerpo para torturarlo, se sintió miserable.

Si bien Carlo no tenía planes inmediatos de encontrar una pareja y tener hijos, era un deseo inherente que siempre había tenido.

Un deseo que creyó convertido en un sueño roto, una cicatriz más a su psique.

Por suerte para Carlo Gambino sus pensamientos resultaron erróneos.

Llevaba ya un par de semanas viviendo en Londres cuando ocurrió.

Carlo acababa de levantarse y estaba esperando que José desocupará el baño cuando una fuerte punzada en la parte baja del abdomen le atacó, acompañada de un intenso mareo que le hizo tambalearse, su visión tornándose borrosa por unos segundos.
Sintió que se precipitaba hacía el suelo y en un intento de no caer intento apoyarse contra la pared, tirando uno de los cuadros que adornaban el pasillo.

–¡Pero Pato, ¿qué te pasa, hombre?!–la voz de Hai con su marcado acento llegó a sus oídos.

Carlo gimoteo por lo bajo, cerró los ojos sintiendo el dolor aumentar, se deslizó por la pared hasta quedar de rodillas, sus brazos contra su estómago.

–¿Carlo?

Escucho como la puerta del baño se abría y José salía, el fiel trabajador no tardó en arrodillarse a su lado al mismo tiempo que Hai se acercaba también.

Estaban demasiado cerca, podía sentir sus aromas a la perfección, Carlo se sintió abrumado, ambos sujetos eran alfas y algo dentro de él se retorció en incomodidad.

Sin que el italiano fuera consciente, su organismo estaba trabajando intensamente, comenzó a exudar feromonas casi de golpe, su aroma, un olor a membrillos en esos momentos demasiado dulce se libero como si fuera una bomba expansiva.