Prólogo

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Las luces de colores brillan e iluminan la pista de baile en medio de la noche, la gente baila al ritmo de la música mientras yo me escabullo en medio de ellas con mi daiquirí en la mano. Hasta que, a lo lejos, puedo verlo.

Esos ojos azules me miran a mí, me seguían mirando igual que hace un tiempo atrás, con la misma ilusión de siempre, lo examino de pies a cabeza, cada uno de sus cabellos rubios ondulados me parecen tan sexys y adorables como la primera vez que los vi, como la primera vez que los acaricié. Va vestido de camisa blanca con puntitos negros en forma de triángulos, con tirantes, moño y unos pantalones de vestir negros ajustados que me hacen volar la mente y desviar los ojos.

Parece mentira que eso hubiera pasado, pero ahí estábamos, mirándonos como dos embobados, como si las diferencias que existían entre nosotros y las que nos habían separado nunca hubieran estado ahí.

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