Capitulo 1

42 4 0
                                    

Dafne

Vivir en una ciudad tan grande como New York hace que te sientas tan pequeñita como una hormiga, más aún cuando eres alguien insignificante al lado de las personas que te rodean, tienes pocos amigos, eres introvertido y prefieres mil veces quedarte en casa leyendo que salir y socializar con el mundo. Si, un bicho raro, esa era yo, así me sentía.

Vivía solo con mi Madre y mi hermano mayor Teo. Mis padres se habían separado cuando éramos chicos y no tengo muy buenos recuerdos de eso. Mi mama tuvo que cuidar de nosotros y salir a trabajar para mantenernos y, gracias a Dios o a la suerte, nunca nos faltó nada.

 Mi Padre ahora vivía en Canadá y lo veíamos muy poco cuando venía de visita. Teo tenía más relación con él, a mí me daba igual, si no le habíamos importado antes, menos ahora.

Nuestra casa no era de las mas grandes, pero era lo justo y necesario para nosotros tres. Teníamos tres habitaciones en el piso superior, una pequeña cocina con un simple desayunador y un living bastante amplio. Las ventanas daban a un pequeño parque frente a la casa, con diferentes tipos de árboles y plantas que a mi madre le gustaba cuidar. Vivíamos cerca de la cuidad asique era bastante fácil movernos de un lado a otro, en auto o caminando.

El Baruch College me quedaba a unos cinco kilómetros de casa. Algunas veces viajaba con Mamá cuando iba a su trabajo, pero debía cruzar toda la cuidad y no contaba con el tiempo suficiente para llevarme. Asique la mayoría de las veces iba en autobús. 

Tenía que caminar hasta la ruta principal a 2 cuadras de casa y luego tomar un autobús 15 que me dejaba en la parada justo en frente del colegio. Era un edificio inmenso de más de 4 pisos todo espejado. Allí podían estudiarse diferentes carreras como Administración de Empresas, Doctorados, Carreras de Psicologías y por último Bellas Artes. Ahí estaba yo.

Mi curso contaba con 25 alumnos en total. En el grupo con el que estaba éramos 5, Maia, Sebastián, Jony, Sara y yo. No voy a decir que éramos los mejores de la clase, pero nos esforzábamos bastante. 

Maia era la que nos llevaba a todos al día, Sebastián y Jony, no sé cómo habían llegado, pero ahí estaban, al menos Sebastián disfrutaba de lo que hacíamos, pero cuando llegaba Jony no había forma de hacerlos callar. Sara y yo simplemente seguíamos al resto.

Se que no era muy sociable, pero tenía mi pequeño grupito, mis dos amigas. Laia, de mi edad, unos 20 años. Nos habíamos conocido en el jardín de infantes, y todavía tengo grabada la primera vez que hablamos.

- Hola – me dijo sentándose de cuclillas a mi lado.

- Hola - le dije tímidamente

- ¿Cómo te llamas?

- Dafne y vos?

-Yo me llamo Laia. ¿Me prestas tu muñeca? Y yo te presto la mía

-Dale, y jugamos a que somos dos modelos ¿queres?

-Si, dale, y después podemos dibujar juntas

Después de eso, nuestra maestra nos contó que no nos separamos más, durante toda la clase y durante toda la vida vivida hasta ahora. Y espero que también la que nos queda por vivir aún.

Vivía solo con su Mama, Naima, ella me adoraba tanto como Laia y a veces creo que hasta mucho más porque me consentía en todo. 

Como casi nos habíamos criado juntas, Naima y mi mamá también se habían hecho muy buenas amigas. Solían pasar las tardes charlando de sus asuntos mientras nosotras jugábamos y aún todavía lo hacen.

Con Laia hablábamos de lo que fuera, nos contábamos todas nuestras vivencias más íntimas que pudiéramos imaginar. Recuerdo que yo fui a la primera persona a quien le contó cuando tuvo su primera vez. No íbamos a la misma preparatoria, pero si yo quería escaparme para verme con algún chico, ella me cubría o me acompañaba y yo también a ella. Había estado cuando perdía a algunas de mis mascotas y sabia cuanto me dolían esas cosas. Y también en momentos difíciles como cuando falleció mi abuela. Ella siempre había estado. Podía decir que ella era mi mejor amiga.

Luego habíamos conocido a Alyssa. Ella vivía cerca de mi casa, a unas cuadras. Su familia era más grande, ella era la menor de varios hermanos y hermanas. Yo la había adoptado como mi hermana de otra madre. Era un poco más chica que nosotras dos, tenia 18.

 De tes blanca, castaña y ojos color miel, verdosos. Con ella todo era diversión. Solíamos ir al parque y pasar tiempo allí caminando, tomándonos fotos, hablando, riendo, o haciendo simplemente nada. Ella nos contaba sobre todos los chicos que le habían gustado y los que le gustaban ahora. Era toda una picaflor, con corazones y rosas de colores alrededor de su tierna cabecita.

Lo que más disfrutábamos de hacer juntas era ir a Lookwell luego de nuestra jornada escolar. Era un mini restaurante donde servían refrescos, licuados, en verano y en invierno funcionaba como cafetería.

 Además, allí se podían realizar otras actividades recreativas. Había diferentes espacios dedicados para pintar y dibujar, bailar, patinar, cantar, o leer. Ese último era mi espacio preferido, en la amplia biblioteca que había allí llena de libros de diferentes géneros para leer, explorar y abrir la imaginación.

El tiempo allí se pasaba volando, especialmente cuando nos divertíamos sacándole el cuero al grupito de "populares" que visitaba aquel lugar.

- Mira, ahí vienen los "popus" – dice Alyssa

- Uff, ya era raro que no aparecieran – agrega Laia

- No me los trago ni con agua – dije

- ¡Se creen los dueños de este lugar, que fastidio!

- Bueno déjalos que hagan lo que quieran Laia - respondo

No lo hacíamos de pura envidia, solo nos gustaba ver como ellos se hacían los importantes y se creían dueños del lugar, como querían resaltar y llamar la atención de todos. Hablábamos de los millones de diferencias que teníamos con ellos, aunque, tengo que admitirlo, también discutíamos de cual de todos era el más lindo, con cual nos gustaría liarnos y soñábamos con la vida de millonarias que tendríamos si nos casábamos con ellos. Era divertido por un rato.

- Espera, ahí viene nuestro futuro esposo millonario – me dice Alyssa en el oído

- Ey! Trata de disimular

-Igual a mí me gusta más su amigo Matt

- La verdad, yo no sé qué les ven a esos dos, los dos son igualitos, uno mas creído que el otro nada más -dice Laia

- Solo nos gusta soñar un poquito – le giño el ojo y hago una media sonrisa

Aunque todos eran hermosos a su manera, la mayoría de las chicas de su grupo y, en realidad, todas las chicas en general, estaban detrás de Darek. El era el más alto de todos, yo diría que un metro setenta y cinco maso menos, tenía ojos azules como el cielo que te dejaban perpleja con solo mirarlos y unos cortos rizos rubios que las volvían locas a todas. Solía vestir con ropa ajustada, fueran jeans o de vestir y bueno, era casi imposible no fijar la mirada en él, aunque fuera un segundo.

Alyssa y yo siempre nos molestábamos de lo "enamoradas" que estábamos de él, aunque sabíamos que un chico así jamás se fijaría en chicas como nosotras. Todas sus amigas de su grupo eran las típicas noventa sesenta noventa, rubias, morenas, pelirrojas, que seguramente pasaban la mayor parte de su tiempo en un gimnasio para tener esos cuerpos tan divinos.

 Y nosotras...bueno, Laia era rubia, pelirroja o morena, según como quería teñirse apenas se despertaba, Alyssa creo que era la mas bonita  y yo era morena con ojos color caca. Ninguna de las tres pasábamos el metro sesenta y vestíamos con lo primero que encontrábamos en el armario ese día. Poco nos importaba lo que pensaran los demás y menos todos ellos. 

OPUESTOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora