Darek
No le había escrito a Dafne en toda la semana, aunque no había salido de mis pensamientos ningún día. Cualquier pequeña situación me llevaban a esos ojos marrones llenos de misterios que quería descubrir.
Había pasado algunos días en Boston por lo que tampoco la había cruzado en las mañanas yendo al College. Por más tonto que fuera, extrañaba esos pequeños momentos en los que la veía.
Durante la semana estuve trabajando y el viernes había salido con Brett y Ariadna y algunos otros amigos de allí. Ariadna había estado bastante cercana y cariñosa repitiéndome cuanto me había extrañado desde la última vez que había ido y, aunque me gustara lo tierna que era, a veces me parecía demasiado agobiadora; si no fuera por Brett que a veces me la sacaba un poco de encima no la hubiera aguantado más.
Brett era uno de mis mejores amigos en Boston. Nuestros padres trabajaban juntos en la empresa y Brett estaba empezando a hacer lo mismo. Cuando viajaba allí por el trabajo me quedaba en su casa y hacíamos el reparto juntos. Siempre hablábamos de los planes que teníamos con la empresa cuando fuéramos los jefes, éramos la réplica perfecta de nuestros padres, lo que ellos querían que fuéramos. A Brett eso no le molestaba en absoluto, sus planes eran seguir siendo un chico famoso y con dinero de sobra y algún día conseguir una linda chica a su altura que lo acompañara, y sino vivir la vida de cualquier rico y tener a cuantas quisiera por día.
Hasta hace unos años coincidía con Brett en la mayoría de los planes, pero de a poco esa vida me fue disgustando y los míos fueron cambiando. Creo que el momento exacto donde todo había comenzado a cambiar fue cuando conocí a Dafne y lo recuerdo perfectamente.
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Algunos meses atrás..
Esa tarde había ido al Lookwell con mis amigos, ellos se habían adelantado para guardar lugar mientras yo pedía bebidas y hamburguesas para todos. Una chica que apenas me llegaba al hombro llego a mi lado y pidió tres licuados, uno de banana con crema de dulce de leche, otro de frutos rojos y crema blanca y por ultimo un refresco de naranja. La observé de pies a cabeza, llevaba su pelo castaño ondulado recogido en dos rosquillas hacia atrás donde lo sujetaba un moño blanco. Tenia un perfil delicado con una nariz pequeña y redondeada, unos ojos marrones que inspiraban misterio, una boca suave y de un rosado intenso que no necesitaba de labial para ser hermosa.
Nunca me había llamado la atención ninguna chica así, todas mis amigas cercanas parecían modelos y actrices sacadas de Hollywood, esa belleza me era común. Pero ella, ella parecía diferente, tenia una belleza diferente, algo que aun no descubría y que en un solo segundo me provoco miles de sensaciones inexplicables. Algo tenia que decir, no podía dejar escapar a esa chica que me suponía un reto y rompía todos mis estereotipos.
- Apuesto a que el de fresa es el tuyo
- Disculpa?
- Concuerda bastante contigo, dulce y delicado
-Mmm - sonrió curiosa - ¿nos conocemos de algún lado?
- No, solo soy bastante observador. Aunque suelo venir seguido aquí ¿y tu?
- Yo no, en realidad hace poco he conocido este lugar, mi amiga trabaja aquí, pero en las mañanas.
- Tu amiga tiene buen ojo
- Asique....Me observabas? - preguntó
-Puede ser. Bueno yo ya estaba aquí antes de que llegaras, seria difícil no haberte visto
- Desde allá arriba seguro que fue fácil - su comentario me hizo reír
- Ya quisieras tener mi altura
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OPUESTOS
Novela JuvenilNunca habíamos hablado, solo éramos conocidos, y con esto me refiero a que nos saludábamos de vez en cuando, y solo cuando la casualidad o el destino nos unía. Pero eso era de esperarse, al fin y al cabo ¿Qué podrían tener en común una chica tan sim...