Cambios

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Estamos en la cocina la chica que más amo y yo sentados uno frente al otro, las lágrimas de Jasmin salen  a borbotones de sus ojos, tengo un nudo en la garganta que no me deja decir una sola  palabra. Le he hecho tanto daño, su corazón está roto y yo no puedo hacer nada.

Se levanta  del asiento y va directo a mí, me mira y en sus ojos observó odio, dolor, decepción. Sin pensarlo me da una bofetada, no la de tengo, todo lo que está pasando es mi culpa. Definitivamente, lo merezco.

-—Nunca te perdonaré lo que has hecho-—hay tanto dolor en su voz que duele, duele mucho.

-—¡Perdóname!,  no me cansaré de decírtelo, yo te amo —- le suplico, pero es en vano.

-—¡Perdonarte!— exclama disgustada—. Llevará mucho tiempo para que eso ocurra, llevará mucho tiempo para que mi corazón sane, ¿pero sabes una cosa?. Lo único que no llevará tiempo será olvidarte, te voy arrancar de raíz de mi corazón y de mi vida— enfatiza en cada una de sus palabras mientras mi corazón se oprime al escucharla—. Este amor murió aquí y ahora .Confíe en ti como una estúpida, creía en ti como nadie y tú te aprovechaste de eso para humillar me.
¡FELICIDADES! — aplaude—, ganaste tu apuesta. Ahora, ¡sal de mi casa!.

-—Jasmin, por favor, eres lo más preciado que tengo y te lo voy a demostrar, te voy a recuperar, aunque la vida se me valla en ello.

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Me quedo sola otra vez, llorando como una estúpida por alguien que no lo merece, estoy devastada, destruída.

De pronto mi móvil suena, lo cojo, son mis abuelos, rápidamente me seco las lágrimas y aclaró mi voz.

-—Hola abuelos, ¿como les está hiendo el viaje?

-—De maravilla mi niña, ya casi estamos llegando.

-—Esta bien, llamaré a mamá, besos.

Debo ser fuerte, no quiero arruinar la Navidad a mi familia, es la primera vez después de tantos años que volvemos a estar juntos.

Llamó a Laura y la invitó a mi casa para la cena, además necesito conversar con ella sobre Rodrigo, no quiero mentirle, no a mi mejor amiga.

Son las cinco de la tarde y ya estamos todos en la cocina, a mi abuela le encanta cocinar, en el pueblo donde viven tienen un pequeño restaurante donde preparan una exelente comida.

Mi madre la ayuda, y mi abuelo me cuenta anécdotas de su juventud, por un momento me olvido de todo, ellos tienen ese poder de hacerme feliz en los peores momentos. Tocan a la puerta, debe ser Laura, así que voy y abro. Mi amiga entra con una botella de vino.

-—Hola, estas muy guapa-— le digo.

—Gracias, igual tú.

-—Es Navidad, merece un poco de alegría no crees.

-—Así mismo mi amiga, lo pasado pisado.

Y las dos nos echamos a reír como un par de niñas.
Pasamos una cena agradable, mis abuelos son lo máximo, la verdad los extrañaba un montón.

Llegada la noche Laura y yo subimos a mi habitación había mucho que conversar, ella me cuenta de su viaje a casa de sus primos, de lo bien  que lo había pasado.

Yo sin embargo le cuento lo ocurrido con Marco.

-—Ese desgraciado  no lo quiero ver delante de mí, porque soy capaz de partirle su hermosa cara  -—grita eufórica Laura.

—- Baja la voz.

-—Perdóname pero todo esto....sinceramente no lo creo, pensé que era otro tipo de chico, después de todo lo que pasó, ¡es que no se cansa!

Perdóname Donde viven las historias. Descúbrelo ahora