Mi padre

88 6 5
                                    

Vamos las tres en el auto  tarareando una canción de Ricardo Arjona.

Estamos felices de volver a estar juntas de nuevo. Aunque dejó atrás a mis abuelos y amigos, me alega mucho volver a casa. La estadía en casa de mis abuelos aunque fue corta me enseñó a seguir mis propios pasos, a tener un poco de fé en mi y en las personas que me rodean. Me enseñaron lo que es el verdadero amor, ellos son el reflejo de lo que les habló, años y años enfrentando juntos tantos temores, adversidades y triunfos juntos, siempre juntos.

El viaje de regreso se vuelve más  corto de lo esperado, tal vez las ansias lo han vuelto así. Al atardecer ya estamos en casa. Acomodó todo en mi habitación y me voy a duchar, necesitaba con ansias volver a sentir el olor de mi hogar.

Abro la  ventana y dejo entrar los últimos rayos del sol, respiro libertad. Entonces viene a miente mi padre y una tristeza me envuelve. El pecho se me oprime y me empieza a faltar el aire.

-—Jaz...— Laura evita que entre en pánico.

-—Pasa — respondo con la voz temblorosa.

-—Como te sientes con todo esto— se sienta al borde de la cama.

-—Abrumada— le digo en un hilo de voz—.  Mañana vere  a mi padre después de tantos años y no se como reaccionar.

Me siento en la cama y pasó las  manos por mi cabello. Mis ojos se cristalizan, es inevitable. No puedo dejar de sentir está angustia y opresión en el pecho. Laura me abraza y me seca las lágrimas que corren como una cascada callendo al precipicio.

-—Ya me voy, mis padres me esperan— aprieta con fuerza mi mano.

-—Gracias— balbuceo—, te quiero mucho.

Mi madre por otro lado  trata de sacarme conversación en cuanto se le presenta la oportunidad. Hace el intento por hablarme de él, por contarme que es lo que ha hecho con su vida, es algo que no puedo, así que solo cambio de conversación. No sabe lo confundida que estoy en este momento. Nadie es capaz de imaginar el ímpetu de pensamientos que tengo, la confusión que albergo y no encuentro respuesta a ninguna de mis preguntas.

-—¿Cuánto le queda de vida? — me lleno de valor y le pregunto. Al menos quiero saber que tiempo me queda para conocer a un desconocido.

—- Hija por favor, no preguntes esas cosas— se levanta del sofá y me da la espalda.

-—Disculpa mamá, pero todavía no lo asimiló, ¿porque ahora?, es una pregunta que no sale de mi cabeza.

-—Ven acá mi niña.

Me pongo a su lado y nos quedamos mirando el reflejo de la ciudad,  no quiero hablar. Ella lo siente, lo sabe.

-—Tranquila mi vida, todo pasará y volverá a la normalidad.

-—Eso espero— apoyo mi cabeza en su hombro.

—A veces la vida nos pone en momentos difíciles y eso de alguna manera nos hace más fuertes, nos enseña  a ver las cosas de una manera diferente— ella imita mi gesto.

-—Madre, he sido un poco egoísta pensando solo en lo que yo siento, y no me di cuenta en ver cómo tú te sientes con todo esto— me disculpo lo mejor que puedo.

-—Yo estoy bien  -—me dice, me da un beso y se retira a su habitación.

He sido una egoísta, como no pude ver  la tristeza en sus ojos. Después de todo es el único hombre al que ha amado y al que sigue amando. Por primera vez me pude dar cuenta que todavía sigue enamorada de mi papá.

               ◦•●◉✿............✿◉●•◦

Los rayos del sol acarician mi rostro.¡ Es el día.! Así que estoy un poco nerviosa, un poco ¡no!, demasiado nerviosa. Me levanto y me doy una  ducha, refrescar mis pensamientos y calmar mi ansiedad es lo principal. Mi móvil suena como por  cuarta vez, salgo corriendo  con la toalla enroscada en el cuerpo y el pelo sumamente mojado, respondo emocionada al ver de la persona que se trata.

Perdóname Donde viven las historias. Descúbrelo ahora