Internado

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   Esta Navidad a sido la más triste de mi vida, la mujer que amo ya no quiere saber de mi, mis padres casi no me hablan, entran salen pero no me dicen nada, mi hermano  también me evita y aunque lo niega ya no es el mismo.

-—Prepara las maletas, mañana te vas-— me dice mi padre mientras comemos todos juntos en la mesa.

-—¿A donde?, si se puede saber. -— le preguntó intrigado.

-—A un internado, bien lejos de aquí.

-—¿Como?, pensé que habían desistido de esa idea.

Mierda, ahora sí la perdí.

—- ¡Desistir!.... Estas loco... Nunca, yo te hago entrar por cintura o me Quito el nombre. -—me grita mi padre enfurecido, nunca lo había visto así.

-—¿Por cuanto tiempo?— pregunto preocupado.

-—Hasta que te gradue , así que no será tanto -— responde mi padre.

-—Esta bien, de todas formas ya lo perdí todo— suspiró derrotado. Pelear no servirá de nada cuando la decisión está tomada.

Salgo del comedor y los dejó, voy a mi cuarto no puedo creer lo que quieren hacer mis padres pero los entiendo, tienen razón, merezco mi castigo. Saco mis maletas y guardo todas mis cosas en ellas.

Cojo mi móvil y lo pienso una y otra vez, tengo tantos deseó de escuchar su voz, de verla, lo decido y le escribo un mensaje.

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" Perdóname, te amo y te amaré siempre, lucharé por ti y te voy a demostrar cuanto significas para mi"
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Decidido se lo envió, no importa que no me responda quiero que sepa que ella es mía y solo mía.

Mi mayor castigo es no tenerla conmigo, no poder percibir su dulce aroma, escuchar su voz, sentir su cuerpo sobre el mío, sus gemidos cada vez que hacíamos el amor.

El simple hecho de cerrar mis ojos y dormir ya duele porque mi único sueño es ella, tenerla a mi lado es mi gran motivo para seguir luchando por nuestro amor. Llega el amanecer y ya estoy listo para partir, mis padres están abajo junto con mi hermano.

-—Nos vamos— les digo al llegar junto a ellos.

-—Claro, desayuna primero mi vida-— me dice mi madre.

-—No tengo apetito, gracias-— le respondo.

-—Bueno ya que no quieres seguir demorando tu partida nos vamos. -— responde mi hermano.

Nos dirigimos los cuatro a la entrada de la casa, pero cuando me dispongo a guardar mis maletas en el coche me quedo mirando como se marcha la mujer de mi vida, por un momento nuestras miradas se cruzan, mi corazón se acelera, mis pies me tiemblan, Jasmin es tan hermosa, tan especial.

-—Se va del pueblo-— me dice mi padre mientras los observo alejarse.

-—Lo se y me duele—- le respondo y lo peor es que no puedo hacer por detenerla.

Ya no tengo ese derecho. Al final todo esto es por mi culpa, por ser un cobarde y no abrir mi corazón, por no contarle que me enamore de ella desde el primer día. Que solo acepte esa estúpida apuesta para poder conocerla y estar a su lado. Si, me merezco esto y mucho más.

-—Si hubieras sido hombre desde el primer momento le habrías contado todo, o por lo menos no dejar que llegará esta situación tan lejos -— es algo que me reprocha mi padre una y otra vez.

— Tienes razón — balbuceo.

Me despido de mi madre y de mi hermano, solo mi padre va, es algo que le pedí, no quiero llanto ni tristeza, solo yo debo enfrentar esta situación. Hasta los que decían ser mis amigos me dieron la espalda después de lo sucedido, después de ser ellos quienes tomaran la iniciativa en este ridículo juego, donde el principal jugador lo pierde todo.

Perdóname Donde viven las historias. Descúbrelo ahora