Cuando Lauren llegó aquella noche, Camila no alzó la vista del cuenco de patatas que aplastaba. La fuerza con la que manejaba el aparato para hacer puré exhibía un toque de salvajismo. Lauren se quedó pensativa. Había esperado encontrarla distante, quizá incluso un poco dolida, pero no enfurecida; requería mucha energía mantener la furia durante tantas horas.
-Necesitaré unos quince minutos para lavarme -indicó Lauren.
-La cena estará lista en diez -espetó ella sin alzar la vista.
Supo que no lo iba a esperar. La expresión pensativa se acentuó al subir a la primera planta.
Se dio una de las duchas más rápidas de su vida. Estaba descalza y aún se abrochaba la camisa cuando volvió a bajar.
Ella colocaba en la mesa los vasos para el té con hielo; se sentaron juntos. La bandeja con el pollo frito estaba justo delante del plato de Lauren. Llegó a la conclusión de que o se lo comía o se lo llevaría puesto.
Se llenó el plato de pollo, puré de patatas, bollos y salsa, sin dejar -de observar la bandeja con curiosidad. Siguió examinando el contenido mientras daba el primer mordisco y controlaba un gruñido de placer. El pollo estaba tierno, el exterior crujiente y sabroso. Camila era mejor cocinera de lo que había esperado. Pero el resto de las piezas de pollo parecían... extrañas.
-¿Qué pieza es esa? -preguntó, señalando una parte de pollo de peculiar configuración.
-No tengo ni idea -respondió sin mirarla-. Nunca antes había tenido que limpiar y trocear mi comida.
Lauren se mordió el interior de la boca para evitar sonreír. Si cometía el error de reír, probablemente ella le echaría la salsa por la cabeza. La cena fue tensa y principalmente silenciosa. Si la ojiverde hacía algún comentario, ella le contestaba, pero, aparte de eso, no realizaba ningún esfuerzo por mantener una conversación. En cuanto Camila terminó su frugal cena, llevó su plato al fregadero y acercó uno limpio, al igual que un pastel de cerezas que aún humeaba.
Muy pocas cosas en la vida habían interferido con el apetito de Lauren, y esa noche no fue ninguna excepción. Cuando Camila terminó de juguetear con su pequeña porción de pastel, ella había acabado con casi todo el pollo, el puré y la salsa, y solo quedaban dos panecillos. Casi se sentía satisfecha cuando Camila plantó una porción enorme de pastel en un plato limpio para ella. Un rápido vistazo a su rostro helado le indicó que la cena no había obrado el mismo milagro en ella.
-¿Cómo aprendiste a cocinar de esta manera?
-Hay libros de cocina en el armario. Sé leer.
Inmediatamente después de limpiar la cocina, ella subió a la primera planta. Lauren fue a su despacho y dedicó el tiempo habitual al papeleo que daba la impresión de no acabarse nunca, pero no tenía la mente en ello, y a las ocho empezó a mirar el reloj, preguntándose si Camila estaría lista para irse a la cama. Ya había oído el agua de la ducha al correr y la imagen de ella desnuda bajo el chorro caliente hizo que se moviera incómoda en el sillón. Había estado excitada casi todo el día, maldiciéndose por no haberle hecho el amor aquella mañana, a pesar de que habría sido un enorme error.
Tiró el bolígrafo sobre la mesa y cerró los libros, poniéndose de pie con contenida violencia. Maldición, la necesitaba y ya no podía esperar más.
Apagó las luces antes de subir. Tenía la mente en el momento abrasador en que la penetró por primera vez, sintiendo la leve resistencia de la piel tensa, para luego ceder y envolverla, y después el calor húmedo y el estallido de sus sentidos.
La puerta del dormitorio estaba abierta.
Entró y la encontró sentada en la cama pintándose las uñas de los pies, con las piernas largas desnudas y dobladas en una de esas posturas que solo ella parecía lograr y la volvió loca. Todo su cuerpo se tensó y adquirió una erección plena y dolorosa. Llevaba puesta una camisola de satén rosa que terminaba en el nacimiento de los muslos y revelaba unos pantaloncitos a juego. El satén se ceñía a los pechos y exhibía los pezones redondos y suaves. Tenía el cabello marrón a un lado y la piel aún se veía levemente encendida por la ducha. Con expresión solemne y concentrada le daba a las uñas la misma tonalidad rosa que la camisola.
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UN LUGAR EN EL CORAZÓN | CAMREN G!P
FanfictionLauren Jauregui es una guapísima ranchera que está buscando esposa, como no tiene tiempo ni ganas, ya que salió bastante escaldada de su primer matrimonio, de iniciar una relación normal decide publicar un anuncio en el periódico. Entre las candidat...