Lauren volvió a repasar los números, pero los totales no cambiaron. Se puso de pie y miró por la ventana. Tantos años de trabajo. Tantos malditos años de trabajo para nada.
Había hecho todo lo que se le había ocurrido, había reducido todos los gastos hasta que no le quedó nada por reducir, y no obstante los números no engañaban: había perdido. La ventisca de enero, que había matado a la mitad de su rebaño, la había arrinconado tanto que el banco ya no podía darle margen. No llegaba a cubrir la hipoteca, y ya no habría más prórrogas.
Disponía de tres opciones: podía dejar que el banco ejecutara el crédito, y entonces lo perderían todo; podía declararse en bancarrota y quedarse con el rancho pero estropear su crédito; y podía aceptar la oferta de Shawn de ser una inversora. Sonrió con gesto lóbrego. La número tres solo era una opción si la oferta de Shawn seguía en pie, teniendo en cuenta que la había hecho cuando el rancho era rentable y que en ese momento volvía a estar en números rojos.
Lo que Alexa había comenzado casi ocho años atrás al fin alcanzaba su compleción: la destrucción del rancho. Quizá lo había hecho porque Lauren amaba demasiado esa propiedad, más de lo que alguna vez pensó que la amaba a ella. Era su sangre, y la iba a perder, a menos que Shawn todavía quisiera invertir.
No albergaba muchas esperanzas en cuanto este viera los números, pero realizaría el esfuerzo, porque no podía hacer otra cosa. En ese momento no era solo él, estaba Camila, y haría lo necesario para que ese siguiera siendo su hogar. Ella no se había casado contando con la posibilidad de que ella se declarara en bancarrota.
Era marzo; la nieve aún cubría la tierra, pero en el aire flotaba la palpitante promesa de la primavera. En una o dos semanas los capullos comenzarían a llenar los árboles y los arbustos; la tierra estaba viva.
Podía oír a Camz en la cocina, tarareando con la radio mientras reunía los ingredientes para preparar una tarta. Era feliz allí. No se había casado con ella esperando algo más que una compañera de trabajo, pero a cambio había recibido a una mujer cálida, inteligente, divertida y sexy que la amaba. Nunca trataba de presionarla para que le diera más de lo que ella podía; simplemente la amaba y no trataba de ocultarlo.
No sabía cómo se lo iba a decir, pero tenía derecho a saberlo.
Al entrar en la cocina, ella le guiñó un ojo. y extendió una cuchara de madera. -¿Quieres lamer un poco?
Camila también tenía masa en los dedos. Comenzó por ellos y subió hasta llegar a la cuchara. Cuando la dejó limpia, regresó a los dedos para asegurarse de que los había repasado todos.
-¿Algo más?
Ella mostró el cuenco, que limpiaron como si fueran dos niñas. Probablemente, ese era el rasgo más tierno de Camz, la facilidad con la que encontraba gozo en la vida, aparte de que la había enseñado a volver a divertirse. Odiaba tener que decirle que podrían perder su hogar. Se suponía que debía cuidar de su esposa. Quizá fuera una noción antigua pero así lo sentía. La devoraba el orgullo, no poder ocuparse de ella.
Suspiró y apoyó las manos en sus caderas con expresión sombría.
-Tenemos que hablar.
-Nunca me han gustado las conversaciones que empezaban con esa frase -la miró con cautela.
-Esta tampoco te va a gustar. Es seria.
-¿De qué se trata?
-Perder la mitad del rebaño nos situó en una posición peligrosa. Ya no puedo cubrir la hipoteca -era lo más sucinto que podía ser.
-No podemos solicitar una prórroga...
-No. Si dispusiera de todo el rebaño como aval, sería posible, pero no tengo suficientes reses para cubrir la deuda -le perfiló las tres cosas que podían pasar y ella escuchó con expresión intensa.
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UN LUGAR EN EL CORAZÓN | CAMREN G!P
FanficLauren Jauregui es una guapísima ranchera que está buscando esposa, como no tiene tiempo ni ganas, ya que salió bastante escaldada de su primer matrimonio, de iniciar una relación normal decide publicar un anuncio en el periódico. Entre las candidat...