CAPÍTULO 11

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Sin dejar de mirar a Donghae, Eunhyuk sacó el móvil del bolsillo para llamar a su hermano. Kyuhyun no había dicho que no tuviese intención de ir a la boda y le parecía muy extraño que no hubiese aparecido.
Cuando saltó el buzón de voz, le dejó un mensaje.
Preocupado, Eunhyuk guardó el móvil en el bolsillo y se acercó a Donghae, que miraba con cierta melancolía a Leeteuk y Kangin mientras se alejaban de la mano.
Odiaba pensar que encontraría a otro hombre y que volvería a perderlo como lo había perdido mientras estaba con Kyuhyun…
Pero él no estaba dispuesto a renunciar a nada. Quería a Donghae como su mejor amigo, la persona con la que compartía sus sueños,
sus esperanzas y sus miedos. Quería las noches de pasión con el Hombre más seductor del mundo y, sobre todo, quería la familia que crearía el nacimiento de su hijo.
Todo sin perder la independencia a la que estaba acostumbrado.
Imposible.
No era tan tonto como para pensar que Donghae aceptaría ese ofrecimiento, de modo que dependía de él decidir a qué estaba
dispuesto a renunciar.
Cuando llegó la hora del baile, Eunhyuk tenía una proposición en mente. Pero aquella era una noche para el romance, al día siguiente le hablaría de sus planes.
–Hacía diez años que no bailábamos juntos –dijo Donghae–. Se me había olvidado lo bien que lo haces.
–Hay cosas que hago aún mejor –bromeó Eunhyuk–. ¿Cuándo podemos irnos de aquí?
–Pero si apenas son las nueve –Donghae intentaba parecer indignado, pero sus ojos le decían que estaba tan impaciente como él.
–Es la fiesta de los novios. Ellos tienes que quedarse, nosotros no.
–No creo que a Siwon y Heechul les gustara que nos fuéramos tan temprano.
Eunhyuk miró hacia los novios.
–No creo que se den cuenta de nada ahora mismo.
Pero, al final, se quedaron hasta la despedida de los novios.
–¿Tu hermano te dijo que Kyuhyun no vendría a la boda?
Donghae frunció el ceño.
–No, no sabía nada. ¿Lo has llamado?
–Varias veces, pero salta el buzón de voz. Y me parece muy raro que Kyuhyun no me dijese nada.
–Voy a llamar a Sungmin. Tal vez él sepa algo –Donghae sacó el móvil del bolso–. Hola, Sungmin. Kyuhyun no ha venido a la boda de Siwon y Heechul.
¿Te ha dicho a ti que no pensaba venir?
–No.
–¿Cuándo hablaste con él por última vez?
–Anoche.
–¿Y sabes si le ocurre algo?
–Anoche me propuso matrimonio –respondió Sungmin, que no parecía en absoluto feliz–. Y le dije que no podía casarme con él.
Eunhyuk pegó su cabeza a la de Donghae para escuchar la conversación.
–Imagino que no tengo que preguntarte cómo se lo tomó.
Kyuhyun había heredado el comportamiento autodestructivo de su padre.
–No lo entiendo –dijo Donghae–. Pensé que estabas enamorado de él.
–Y lo estoy –respondió su hermano–. Pero no puedo hacerte eso.
–Yo no los culpo a ninguno de los dos, cariño.
Mientras los hermanos hablaban, Eunhyuk volvió a llamar a Kyuhyun y, de nuevo, saltó el buzón de voz.
–¿Te importa si voy un momento a casa de Kyuhyun? –le preguntó
mientras iban hacia el aparcamiento–. Me sentiré más tranquilo si hablo con él.
–No, claro que no me importa.
–Ve a mi casa. Me reuniré contigo en unos minutos.
Cuando llegó a casa de Kyuhyun descubrió por qué no había acudido a la boda ni le había devuelto las llamadas. Su hermano estaba tumbado en el suelo del salón, con un frasco vacío de pastillas sobre la mesa.
En un segundo, Eunhyuk volvió a tener quince años otra vez, cuando encontró a su padre desmayado en el garaje, con el coche en marcha. Dejando escapar un gemido, se puso de rodillas para comprobar si su hermano seguía vivo.
–¡Kyuhyun, despierta! –gritó, con un nudo en la garganta. Su hermano no podía morir, tenía que despertarlo–. ¡Kyuhyun!
Kyuhyun levantó un brazo.
–¿Qué demonios…?
Tomando el frasco de pastillas, Eunhyuk lo puso frente a la cara de su hermano.
–¿Cuántas has tomado?
–Dos.
–¿Solo dos? ¿Estás seguro?
Kyuhyun intentó apartarse.
–¿Qué te pasa?
–No has ido a la boda de Siwon y Heechul y te he llamado por teléfono varias veces…
–No fui a la boda porque no me apetecía.
–¿Y esto? –preguntó Eunhyuk, señalando el frasco de pastillas.
–Fui a dar un paseo en bicicleta esta mañana y me he tomado las pastillas porque me dolía la espalda. Por eso estaba en el suelo, me ha dado un calambre.
–Te he dejado tres mensajes en el buzón de voz –insistió Eunhyuk, temblando–. ¿Por qué no me has devuelto las llamadas?
–Había apagado el teléfono porque no quería hablar con nadie.
¿Qué haces aquí?
–Sé que Sungmin ha rechazado tu proposición y temía que hubieras hecho alguna estupidez.
–Teme hacerle daño a Donghae si se casa conmigo y no quiso escucharme cuando le dije que Donghae no se disgustaría tanto como él pensaba.
¿Kyuhyun estaba intentando convencerse a sí mismo de que no era el malo de la película?
–Solo han pasado seis meses desde que rompiste con él.
–En realidad, nos hice un favor a los dos –Kyuhyun suspiró mientras intentaba levantarse.
–¿Qué quieres decir? –Eunhyuk se levantó también, su preocupación convertida en ira.
–Donghae no estaba realmente enamorado de mí.
–Olvidas con quién estás hablando. Yo conozco a Donghae y sé que era feliz contigo.
–Sí, bueno, no tan feliz como debería.
–¿Y de quién es la culpa?
–Te aseguro que yo lo puse todo en esa relación.
Kyuhyun se sentó en el sofá, con la cabeza entre las manos.
–Mi relación con Donghae fue un error, ahora me doy cuenta. Estoy enamorado de Sungmin y no sé cómo voy a vivir sin él.
Eunhyuk hizo una mueca cuando le sonó el móvil. Era Donghae.
–¿Todo bien? –le preguntó.
Eunhyuk no podía contarle nada con Kyuhyun escuchando la conversación.
–Se ha hecho daño en la espalda montando en bicicleta y estaba medio dormido por unas pastillas.
–Ponle una bolsa de hielo, tiene que haber alguna en la nevera. Y tómate tu tiempo, estoy agotado. Despiértame cuando llegues.
–Llegaré en quince minutos.
Cuando cortó la comunicación, Eunhyuk se encontró sonriendo al imaginar a Donghae dormido en su cama.
–Donghae me ha dicho que te ponga una bolsa de hielo. ¿Quieres que te la ponga aquí o prefieres irte a la cama?
–¿A ti qué más te da?
La grosera réplica de su hermano no lo molestó. El rechazo de Sungmin debía haber sido una terrible desilusión para él.
–Parece que Donghae está esperándote.
–Sí, es verdad.
–Entonces, vete.
Eunhyuk se dirigió a la puerta.
–Vendré por la mañana para ver cómo te encuentras.
–No te molestes. Prefiero estar solo.
Durante los quince minutos que tardó en llegar a casa fue pensando en su hermano, desesperado por perder al hombre que amaba.
Cuando entró en la cocina se quedó inmóvil un momento, a oscuras, en silencio. Miró alrededor y sonrió al ver la silla en la que Donghae y él habían hecho el amor por primera vez.
Tenía muchos y grandes recuerdos de Donghae y ninguno de ellos
hubiera sido posible si él no le hubiera abierto la puerta de su corazón para experimentar una pasión sin barreras.
El deseo podía manejarlo. Eran los otros sentimientos que Donghae le despertaba lo que no podía controlar. Estar con Donghae durante esas últimas semanas lo había hecho más feliz que nunca y no podía imaginar su vida sin él.
Estaba listo para entregarle su corazón, pero todo había cambiado esa noche, al revivir la pesadilla que vivió con su padre. Y su promesa de no enamorarse nunca, la decisión que había dejado de tener sentido durante esas semanas, se volvió racional una vez más.
No podía perder a Donghae. Si intentaban ser una pareja y no funcionaba, el daño que le harían a su amistad sería irreparable.
¿Podía arriesgarse a eso?
Eunhyuk subió la escalera, seguro de haber tomado la mejor decisión para los dos.
Lo encontró en la habitación de los trofeos… la antigua habitación de los trofeos.
Donghae estaba sentado en la mecedora, con un panda de peluche en los brazos, mirando la cuna.
–¿Dónde están tus cosas? –le preguntó, casi sin voz.
–En el garaje.
Sus trofeos, sus fotografías de las carreras… en su lugar había una cuna, un cambiador y una mecedora. Era la habitación perfecta para un bebé.
Donghae se levantó de la mecedora.
–¿Has elegido tú solo la cuna y todo lo demás?
Eunhyuk nunca había ido a comprar un regalo de cumpleaños sin su ayuda y Donghae no podía entender que hubiera hecho todo aquello solo y en tan poco tiempo.
–¿Te gusta?
–Es perfecta. No podría ser más bonita.
No habría creído posible enamorarse aún más de él, pero así era. Aquella habitación pintada y decorada para su hijo…
Eunhyuk era un hombre asombroso y sería un padre aún mejor.
–Me alegro de que te guste. Ha quedado mejor de lo que yo esperaba.
–Te quiero –había encontrado valor para pronunciar esas palabras.
Pero Eunhyuk se puso tenso.
–Quiero que seamos algo más que amigos. Quiero que seamos una familia –siguió Donghae.
Su amor por él aumentaba cada día y sabía que tendría que desnudarle su alma en algún momento.
–Sé que no es eso lo que tú quieres escuchar, pero no puedo seguir fingiendo.
Cuando Eunhyuk apretó los labios, Donghae se apartó. Sin el calor de su cuerpo sintió frío de inmediato, un frío que llegaba de dentro.
–Kyuhyun sabía lo que sentías. Esta noche me ha dicho que no estabas enamorado de él.
–Te juro que nunca le di razón para sospechar lo que sentía por ti. Ni siquiera he podido admitirlo yo mismo hasta que tuviste el accidente en el circuito. Siempre has estado tan decidido a no enamorarte… –Donghae tragó saliva, con los ojos empañados–. Sabía que solo podíamos ser amigos, así que me lo guardé todo y estuve a punto de casarme con tu hermano porque estaba absolutamente convencido de que no había futuro para nosotros dos.
Eunhyuk se quedó en silencio durante largo rato.
–Cuando llegué a casa de Kyuhyun lo encontré en el suelo, con un frasco vacío de pastillas a su lado. Pensé que estaba tan disgustado por el rechazo de Sungmin que había intentado suicidarse. Solo había tomado un par de pastillas –Eunhyuk apretó los labios–. Pero nunca lo había visto así. Está desolado porque Sungmin no quiere casarse con él.
–Pero Kyuhyun y Sungmin no somos nosotros.
–¿Qué significa eso?
–Que su relación haya fracasado no significa que la nuestra vaya a fracasar también.
–Tal vez, pero no quiero arriesgarme –dijo él–. ¿Has pensado lo que podría pasar si lo intentásemos y no saliera bien? Podrías acabar odiándome y yo no quiero perder a mi mejor amigo.
Donghae lo había pensado mucho.
–Yo tampoco quiero perderte, pero me cuesta trabajo verte solo como mi mejor amigo. Lo que siento por ti es mucho más profundo que eso.
Y ese era el problema. Podía amar a Eunhyuk, pero él estaba convencido de que amar a alguien significaba arriesgarse a sufrir y él no podía obligarlo a pensar de otra manera. Pero sí podía hacer que se enfrentase con lo que más temía.
–Te quiero –repitió–. Y necesito que tú también me quieras. Y sé que es así, lo noto en tus caricias, en tus besos –Donghae hizo una
pausa–. Y porque nos queremos, lo admitas o no, nuestra amistad se ha alterado para siempre. Ya no somos solo amigos, somos mucho más.
Mientras hablaba, Eunhyuk lo miraba a los ojos.
–¿Qué estás diciendo?
–Que lo que estás intentando preservar no teniendo una relación conmigo ya no existe.
Eunhyuk apretó los labios.
–¿Es un ultimátum? ¿Lo era? Cuando empezó a hablar, no había querido que lo fuese.
–Nuestra antigua amistad ha terminado. Te quiero y quiero que seamos una familia.
–¿Y si yo no quiero que las cosas también?
Donghae no intentó siquiera esconder su tristeza.
–Entonces, perderemos los dos.

UNA PROPOSICIÓN DELICADA [ADAPTANDO AL EUNHAE TERMINADO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora