2. Ulises y el cántico de las sirenas.

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Localizar al día siguiente a Fumi Yumeoji no resultó un problema. A pesar de haberla visto únicamente el día de la obra vestida de griego, el parecido con su hermana era abismal y aunque no podía decirse que fueran dos gotas de agua, sí se veían lo suficientemente similares como para reconocer a la recién convertida Frau Jade en cualquier zona de la escuela.

Akira se topó con ella a la salida de una de las clases de cante de aquella misma mañana. La chica andaba rodeada de gente que parecía admirarla pero el interés que mostraba por sus acompañantes era nulo, casi el mismo que la peliblanca solía prestarle a Yachiyo. Su amiga no tardó en pararse frente a la rubia y felicitarla una vez más –a pesar de haberlo hecho casi con total seguridad una quincena de veces–. Fumi le sonrió a su compañera Edel y agradeció su felicitación con toda la educación que pudo reunir, sin detener sus pasos, dispuesta a alejarse lo antes posible del tumulto de gente hasta que el cuerpo de Akira le cortó el paso.

Fue entonces cuando sus ojos se cruzaron.

Akira buscó en ellos la ternura de Shiori, la timidez aflorando en sus mejillas al detenerse frente a una de las estudiantes más admiradas de la escuela:

- ¿Necesitas algo? – Le preguntó Fumi, tajante y directa.

Las barreras de Akira se rompieron ¿Dónde estaban todos los factores que el día anterior había visto en su hermana?

- Felicidades por tu título. – Respondió la peliblanca, procesando aún que Fumi no se hubiera visto afectada por su presencia. – Encantada de conocer...

- Gracias. – Cortó la muchacha – Sé quién eres, un placer.

Entre ambas hubo un silencio pesado hasta que finalmente, Fumi esbozó la misma sonrisa forzada que había dibujado con Yachiyo y retomó su camino para alejarse de allí.

No hubo nada más, ni más palabras ni mejillas coloreadas de rubor. La rubia se había movido a un lado y alejado de ella sin un solo gesto salvo una mueca llena de fingida gratitud. Mientras tanto, aquellos que habían intentado acompañar a Fumi se habían quedado congelados ante la frialdad con la que la rubia había tratado a la hija de los Yukishiro, la niña prodigio del ballet y el patinaje artístico, cuyo título de Edel, había sido concedido prácticamente en el instante en el que entró en Siegfeld.

Fumi había ignorado a la más venerada de la escuela como si se tratara de una piedra obstaculizándole el camino y eso, no pasó desapercibido para nadie.

***

- ¿Cómo que la ignoró? – Quiso saber Michiru.

- ¡Lo que oyes, amiga! – Rio Yachiyo casi a carcajadas – Primero le insinuó que estaba en medio del camino y después cuando Akira la felicitó, solo dijo "Gracias" y se movió a un lado.

- ¿Y no coqueteó? ¿No se puso colorada ni tartamudeó?

- ¡Nada! ¡Solo la ignoró y se fue!

- Tampoco tienes que montar un circo por eso, Yachiyo. – Intervino Akira tomando un sorbo de su batido de frambuesa – Fue cordial, ya está.

Acto seguido, la peliblanca dobló la esquina y se alejó de sus amigas sin decir nada más. Yachiyo no hacía más que darle vueltas a aquel gesto pero ella no había vuelto a pensar en su nefasto encuentro con Fumi. No la intimidaba su presencia, eso estaba bien pues solía molestarle un poco que todo el mundo la tratara con papel de estado, ella era una estudiante más que ansiaba demostrar que tan buena era por méritos propios y no necesitaba que todos se postraran a sus pies pero... Sí que admitía que había sido extraño sentirse tan ¿Despreciada? No quería pensar que fuera eso pero así se había sentido al ver como la hermana de Shiori se había movido a un lado para no tener que hablar con ella.

Rose Poems [Hiatus / Sin terminar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora