CAPÍTULO 25

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—No sabía que Nanami poseía esa clase de... preferencias extravagantes— comentó sin malicia, cruzando sus piernas e inclinándose ligeramente para aceptar la taza de té ofrecida por Kugisaki— Muchas gracias, Nobara, eres tan amable como siempre.

La chica asintió con una expresión satisfecha hacia el invitado recién llegado y se excusó de la sala con una leve inclinación.

—¿Oh? ¿Desde pequeño fue tan reservado?— cuestionó Suguru, observando curioso a Higuruma.

El mayor mantuvo una expresión ligera y juntó los labios antes de corresponderle.

—Sí, de hecho, él era uno de mis estudiantes más tímidos. Era muy inteligente, tanto así que prefería pasar su tiempo libre en la biblioteca de mi madre leyendo y recaudando información, en lugar de salir con chicos de su edad. Inclusive, Nanami priorizaba más el pasar tiempo junto a los hermanos Itadori, en cambio de realizar cosas acorde a su edad— se acarició la barbilla y entornó los ojos— Pero se guardaba su propia epistemología para sí mismo, eso hacía que los demás pensaran que era un indiferente hacia sus alrededores, sin embargo, Kento era simplemente una persona callada y discreta. Todo lo contrario a lo que representa Gojo Satoru— meditó por un momento sus siguientes palabras, se enderezó y colocó la blanquecina taza sobre la mesa de centro— Y, es por eso que me pregunto, ¿cómo es que el estudiante más introvertido y talentoso que tuve acabó con alguien como el señor Gojo, un necio con la energía de un niño de seis años?

Geto le contempló con una blanda sonrisa que acabó por mutar a una risotada, provocando que Higuruma arqueara una ceja.

—Estoy seguro que mi comentario sonará excesivamente estereotipado, pero pienso que sus diferencias acabaron por juntarlos en un ente compactado— enlazó sus manos en su regazo y cerró los ojos, hendiendo su sonrisa— Ellos son tan distintos, ¿sabes? Tan contrapuestos, tan impropios el uno con el otro... Son un caos sensacional, y esa es la conexión que los ensambla.

Hiromi parpadeó y esbozó una sonrisa ladina.

—Dime, ¿Nanami está contento junto a Satoru? ¿Ha sonreído más seguido?— preguntó, mirando fijamente al azabache.

Geto se mordió los labios y trató de no sofocarse por el alborozo que ansiaba expulsar.

—¿Sonreír?— se burló— Por favor, en estos momentos ha de estar lagrimeando de la felicidad.

Las lágrimas que aún no había llorado estaban a punto de salírsele de los ojos, sin embargo, no debía de preocuparse por dejarlas fluir libremente, porque sabía que los labios de Satoru serían su etéreo pañuelo

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Las lágrimas que aún no había llorado estaban a punto de salírsele de los ojos, sin embargo, no debía de preocuparse por dejarlas fluir libremente, porque sabía que los labios de Satoru serían su etéreo pañuelo.

Ya no tendría que temerle a la oxidación y tampoco al agrio sentimiento de reprensión, ya que sus lágrimas expresarían únicamente su contento y no su dolor, uno tan espinoso que le había cortado con anterioridad pero que nunca más se permitiría revivir.

Mi Arrogancia Es Tu Recelo (GoNana/NanaGo) [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora