Fuego azul

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Ese día fue particularmente bueno para Izuku. Se había levantado en hora, había desayunado panqueques con sirope, había acabado sus deberes temprano...en fin, todo parecía marchar más que bien. Pero debió suponer que no todo iba a salirle tan bien como suponía.

Después de todo ¿cuál es la probabilidad de que te tomes una siesta a un lado del río y que te rapte un cambiaformas de dragón?

De hecho, era más probable que le robaran su mochila a que se lo robaran a él...pero ahí estaba, entre las garras de un dragón, volando hacia dios sabe donde.

Claro que su primera reacción había sido gritar y tratar de soltarse, pero estando ya a varios kilómetros de altura...bueno, soltarse ya no era una opción.

Su mejor oportunidad para escapar era solo esperar a que el dragón llegara a tierra firme, se destransformara y entonces podría intentar correr lo más lejos que pudiera. 

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Dos horas de viaje después, Izuku se dio cuenta de que finalmente empezaban a acercarse a tierra, por lo que se preparó mentalmente para su escape. Pero, a pesar de haberse imaginado ese momento durante todo el viaje, no visualizó que el dragón no descendiera cerca del bosque como anticipó, sino que entrara directamente al interior de la montaña/volcán debajo de ellos.

Sabía que el dragón podría irse a alguna cueva ¡pero no esperaba que estuviera en medio de un volcán! ¡Es más! ¡ni siquiera sabía que había uno en esta región! ¡¿Cómo se supone que saldré de aquí ahora?! Aunque talvez haya pasadizos que pueda usar y...

Pero, antes de que Izuku pudiera pensar en un plan nuevo, sus pies tocaron el suelo y sintió como poco a poco las garras que lo sostenían se convertían en manos. Así que decidió seguir su plan inicial de todas formas, y ya improvisar en el camino.

Bueno, llegó la hora...a la de tres corro.

Sin embargo, y para su sorpresa, cuando finalmente tuvo frente a él al muchacho y no al dragón, sus piernas no le obedecieron, simplemente la mirada del contrario lo dejó hipnotizado. 

— Disculpa...¿Ya nos habíamos conocido antes? — preguntó suavemente mirando fijamente a los ojos rojos extrañamente familiares frente a él.

Y francamente no supo quien se sorprendió más, si él o el rubio por lo repentino de su pregunta.

Y francamente no supo quien se sorprendió más, si él o el rubio por lo repentino de su pregunta

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15 años antes

Un pequeño rubio de tres años de edad se hallaba explorando el prado a su alrededor mientras su madre hablaba amigablemente con una persona de pelo verde.

Katsuki estaba tan ensimismado cazando una mariposa, que no notó al otro infante mirando cada movimiento que hacía desde un arbusto cercano. Por ello, al dar un salto para atrapar al pequeño insecto, que curiosamente se había posado donde se escondía el peliverde, terminó por tirarlo al suelo sin querer.

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