Buscando Esmeraldas

Festival

Las semanas habían pasado y Katsuki a pesar de sus nuevas responsabilidades, siempre se hacía tiempo para ir a ver a su preciado peliverde. A veces como ahora, solo se quedaba mirándolo trabajar en sus medicinas, otras veces lo acompañaba a repartirlas al pueblo o a buscar ingredientes.

Y solo en contadas ocasiones, había llevado al pecoso a su aldea. No es que no le gustara que fuera, sino que si lo llevaba, lo tenía que compartir con su madre, sus amigos, los niños...y básicamente todo el clan. Solo habían bastado unas horas desde la primera vez que fue para que se ganara a todos, y por eso ahora cada que iba, lo buscaban. 

En cambio si era él el que iba a visitarlo, lo tenía para si mismo y podía contemplarlo cuanto quisiese sin tantos extras rondando al rededor.

— Kacchan ¿me pasas ese tarro? — dijo Izuku interrumpiendo el escudriñamiento del rubio sobre su persona.

Katsuki se levantó del alfeizar de la ventana en la que estaba sentado y tomó el frasco que apuntaba el pecoso, entregándoselo no sin antes  hacerlo saltar para alcanzarlo.

Izuku le miró reprobatoriamente ante su jugarreta, pero Katsuki sabía que en realidad no se molestaba, pues lo reprendía con una sonrisa.

Para el pecoso le era muy reconfortante tener la presencia del rubio a su lado aún si no hablaban mucho y solo lo miraba trabajar. No entendía por qué ya que nunca se había sentido así antes, solo sabía que le gustaba estar así con Kacchan y eso era lo que importaba.

— Kacchan.. — le habló una vez terminó de empacar correctamente las medicinas que tenía pendientes para es día, ya después Denki se encargaría de repartirlas...al menos por hoy.

— Umm — tarareó el rubio para hacerle saber que lo estaba escuchando.

— ¿Te parece si hoy vamos al pueblo? — preguntó dándose la vuelta para encarar al rubio mientras jugaba nerviosamente con el dobladillo de su chaleco.

— ¿Necesitas más material? — preguntó Katsuki acercándose al pecoso poniéndolo más nervioso de lo que ya estaba. 

— No en realidad..solo quería tomar un descanso. Hoy hay un festival y... — comentó bajando un poco la mirada y apagando su tono en la última oración, ya no tan seguro de su decisión.

— Como quieras — respondió el rubio acercándose a la puerta para salir. 

Izuku sonrió genuinamente sabiendo que esa fue la manera del rubio de aceptar, y lo siguió rápidamente poniéndose a su lado para caminar hacia el pueblo.

Una vez llegaron al pueblo, todo estaba lleno de puestos, música, y por supuesto, personas. Y si había algo de lo que el rubio no disfrutaba mucho, era de las aglomeraciones, pero por ese día lo dejaría pasar.

Estuvieron bastantes horas recorriendo juegos y puestos, hasta que le entró hambre al peliverde por lo que decidió llevar al rubio a probar una de las cosas que más le gustaban de esos festivales.