Cuando llegué al instituto aquella mañana, todo el mundo parecía estar hablando de lo mismo.
Literalmente no vi una sola alma que no despegara la mirada del teléfono. Lo que sí variaba eran las expresiones: sonrisas o sorpresas; diversión o asombro. Era claro que algo estaba sucediendo.
Ignoré a los estudiantes y decidí seguir mi camino como en un día normal, abriendo mi casillero y buscando el libro que necesitaba para la próxima clase... Pero los murmullos no me dejaban tranquila.
Nunca me había considerado una persona chismosa, pero estaba comenzando a tener un presentimiento demasiado inusual. La extraña sensación se incrementó cuando creí ver que un chico me señalaba al final del pasillo.
Cerré la taquilla y observé hacia el otro lado. Si había algún rumor importante por ahí del que debía enterarme, Miranda era la persona indicada para preguntárselo... Pero no había podido localizarla desde que entré a la escuela.
Me aferré la mochila al hombro y caminé por el corredor hasta doblar en la esquina. Todos seguían cuchicheando, riéndose, hablando en voz baja. Todos.
Llegué al casillero de Alexia. Por suerte ella estaba allí, guardando un cuaderno repleto de pegatinas. Se volteó hacia mí en cuanto me detuve a su lado.
—¿Sabes qué diablos está pasando?
Cuando cerré la boca me di cuenta de que no había ni saludado. A Alexia no pareció importarle demasiado. Abrió los ojos como platos.
—¿No has visto la foto?
—¿Qué foto?
Antes de continuar, ella separó los labios y tomó aire, como si acabara de comprender algo.
—No habrán tenido tu número... Entraste al instituto hace muy poco.
—Alexia, ¿de qué éstas hablando?
Ella echó un vistazo rápido hacia ambos lados del pasillo antes de sacar su móvil.
—Ayer por la noche alguien le envió a todos una foto de Rachel.
Algo me retumbó en el pecho antes de poder enfocar mi mirada sobre la pantalla de Alexia. Me di cuenta entonces de que no necesitaba ver esa foto... porque ya la había visto antes.
Pero lo hice: me cercioré de que era cierto. Vi esa misma foto ahora en una pantalla diferente. Tenía sentido porqué todo el mundo andaba murmurando en grupos; esa foto había captado el momento exacto en que Rachel se inclinaba con las piernas rectas para tocar el suelo con las manos y cumplir con su coreografía.
Esa foto había captado el momento exacto en que sufalda se levantó y su protector por debajo se rasgó... llegando a mostrar demasiado.
Esa foto, la había tomado yo.
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La última luz
Teen FictionMax puede predecir la muerte de las personas y se ha acostumbrado a ello, pero todo cambiará cuando tenga una visión defectuosa de la nueva chica del instituto, Anya. *** Max Cohen parece un chico normal al que le gusta andar en skate y estar con su...