Capítulo IX | El Adiós...

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Me acerqué al empañado espejo, viéndolo fijamente, pensando si lo que escuchaba era real o solamente mi imaginación...

Al llegar, solamente veía mi reflejo en él, así que asumí que era solamente mi trastornada imaginación, volteé decidida a terminar con lo que había empezado…

Sujeté nuevamente mi navaja y otra vez el espejo volvió a hablar, pero cuando volteé, era nuevamente mi rostro el que estaba reflejado.

— ¿Dijiste algo? — Pregunté a mi reflejo, esperando no obtener respuesta.

— Te dije que te detuvieras, no debes morir, no así.

— Ya veo… Eres tú…

Era Morthy, aunque mi rostro era el que estaba en el espejo, la voz era la suya, mis labios estaban cerrados, pero los de mi reflejo se movían para articular cada palabra…

— ¿Que haces aquí? — Le pregunté.

— ¿Que crees? Impidiendo que cometas una locura.

— Jajajajaja ¿En serio? ¿Y por qué no viniste cuando quise hablar contigo? Intenté llamarte, necesitaba escucharte, no vengas a decirme ahora que te preocupas por mí.

— Puedes creer lo que quieras, pero… ¿Por qué él?

— ¿Que pasa con él?

— ¿Por qué no me dejaste atacarlo?

— ¿De que hablas?

— Vi todo lo que pasó, y cuando quise defenderte, tu cuerpo me rechazaba, ¿Por qué lo amas a él? ¿Acaso no ves que te hace daño?

— Es mi novio… Yo lo amo, y él me ama a mí…

— No seas estúpida, sabes perfectamente que no es amor.

— Si es amor, hicimos el amor.

— No, si hicieron el amor… ¿Entonces por qué te sientes tan mal? ¿Por qué esa navaja está en tu mano? Puedo sentir el deseo que tienes de acabar con tu vida, soy un demonio, ¿O lo olvidaste?

— Es mi novio, no pudo ser violación, tiene derecho a estar conmigo, y ya lo habíamos hecho antes, no podía negarme; además yo también quería, él me dijo que yo quería hacerlo también…

— Ja, ¿Él sabe mejor que tú lo que sientes? Si tú también querías, ¿Por qué te sientes tan sucia? ¿Por qué sientes tanto asco? Suelta ya esa navaja.

— No entiendes nada…

— Lo entiendo todo, tienes que sacarlo de tu vida, o mejor, dejame jugar con él, has el ritual, dejame salir.

— No, no quiero que lo toques.

— ¡Acabará con tu vida!

— No… ¡Con mi vida acabaré yo!

Levanté mi navaja y atraje con fuerza hasta mi pecho, pero… A un milímetro de mí, me quedé inmóvil…

— ¿Que haces Morthy?

— Te salvo.

— No quiero que me salves, ¡Suéltame! — Le grité.

— Bien, me iré, pero no sin antes sacarte de aquí.

Mis piernas y brazos se movían solos, estaba llena de furia, quería soltarme pero él era mucho más fuerte que yo. Me llevó hasta mi cama mientras yo le gritaba que me dejara.

— ¡Dejame!

— Te dejaré cuando estés a salvo.

— ¿A salvo de que? — Pregunté aún enfurecida.

— A salvo de ti.

— ¡Veté! ¡No quiero verte más!

En ese momento justo… Perdí la conciencia…

Y al despertar, Morthy se había ido…

Quizás para siempre…

ValerinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora