Quédate.

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POV Lisa.

Desde que había recibido aquel mensaje de Jennie los nervios se habían estado apoderando de mi y dos preguntas eran las que rondaban mi mente: 1- ¿Qué es lo que me dirá?, y 2- No sé que fue lo que le dijo Rosé, pero sin duda estaba orgullosa de ella y sobre todo agradecida.

- ¿Crees que podrías dejar de mover el pie?. Me está comenzando a doler la cabeza por como chilla tu zapato en el suelo - Dijo Rosie mientras masajeaba sus sienes con sus dedos.

- Lo siento - Respondí un tanto apenada. Y es que para ser honesta no me había dado cuenta de que había estado moviendo mi pierna, solo estaba sumergida en mis pensamientos.

- Si estás tan ansiosa, ¿por qué no te vas ya?. Vas a llegar tarde a tu cita - Dijo entonando la ultima frase con tono juguetón.

- ¿Y si no llega? - Pregunté mirándola asustada.

- Lisa, lárgate ya. Tienes cinco minutos si no la quieres hacer esperar. - Terminó la conversación dándose la vuelta para meterse a la que ahora parecía ser su habitación.

Sabía lo que Rosé pensaba, y podría ser que tuviera razón, tal vez solo estaba exagerando. Y es que, estaba asustada por lo que podría escuchar salir de su boca. Tenía miedo de que la platica fuera una platica de despedida y no una para arreglar las cosas, tenía miedo de perderla. Pero sin importar que sería lo que tendría por decirme, por lo que me dispuse a ponerme de pie y caminar a paso firme hasta el elevador.

El camino al restaurante (nuestro restaurante, aquel de la primera cita), no podía parar de pensar en todos los buenos recuerdos que habíamos creado juntas, y en especial, en aquel beso a través del que se había dicho todo sin decir nada, de aquel día en que me hizo sentir amada aun en uno de mis peores demonios, cuando uno de mis más grandes miedos se había proyectado en aquel sueño, el miedo de perderla. Y pensar que era yo la que al final la había terminado alejando. "Estúpida, mil veces estúpida", pensaba una y otra vez con cada recuerdo que se me venía a la mente, y con ellos mi visión se volvía cada vez más borrosa por las lagrimas que se acumulaban en ellos.

Es que no podía creer lo cruel que había estado siendo con la persona que me había hecho volver a creer en el amor, aquella que me había hecho volver a sonreír, aquella que me había amado incluso cuando yo misma creía no merecer el ser amada.

La entrada al restaurante se había hecho presente al otro lado de la acera, y a través de los ventanales pude verla. Ella estaba ahí sentada con la mirada perdida en los cubiertos que se encontraban bien organizados en la mesa.

No podía dejar de mirarla, de admirar la belleza que la rodeaba. Y no, no solo era algo físico, ella era hermosa en todo sentido y nadie, ni nada podría hacerme cambiar de opinión respecto a eso.

Las cámaras a mi alrededor de pronto se hicieron presentes y, si no fuera porque en verdad me encontraba totalmente perdida en ella, tal vez me hubieran comenzado a hostigar por el montón de ruido que hacían al hablar todos al mismo tiempo.

Pero al parecer ese mismo ruido hizo que Jennie desviara su mirada de los cubiertos para dirigirla hacía afuera, mirándome fijamente. Y seguro había notado que la estaba viendo como idiota, pero la verdad es que no me importaba, quería que lo supiera, quería que notara que es lo que en verdad siento, ya no quería ocultarlo de nadie, y tampoco quería limitarme como lo había estado haciendo desde el inicio, acorralada por el miedo y la incertidumbre.

A final de cuentas no pude evitar el que mis mejillas se tornaran color rosa debido a que había notado que me seguía mirando, pero ahora extrañada. "¿Qué haces?. Entra", había formulado con sus labios. Y entonces me percaté de que todos los camarógrafos a mi alrededor ya habían dejado de tomar fotos y también me veían extrañados esperando que entrara al restaurante. No sé cuanto tiempo había pasado, pero esperaba que no hubiera sido bastante porque de por si ya me estaba muriendo de la pena.

¿Cómo te olvido?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora