3

161 8 3
                                    

Camelia Dickens.

Con Elina estábamos dándonos los últimos retoques en el tocador de mi baño.

Damien se encontraba en el comedor, charlando con mis padres, se escuchaban por lo bajo sus voces conversando anímicamente.

- ¿Crees que si me pongo estos brillos aquí en el pecho se verá mal?- Le pregunté a Elina, señalando la zona con un mini tarrito de brillantina para el cuerpo.

Ella sonrió negando con su cabeza.

- Ponte, te quedará perfecto.

Hice caso y me eché por toda la zona de mis pechos que estaban cubiertos por un fino top blanco sedoso, haciendo que resalten mis pechos ya que era muy pequeño, al igual que mí falda. Si hacía algún mal movimiento, se vería tranquilamente lo que llevaba de ropa interior.

Elina ya estaba lista, llevaba un disfraz de luchadora, con sus guantes colgando a un costado de sus caderas. Le quedaba fenomenal, más con el cuerpo y piel tatuada que carga.

Me coloqué unas ligas en las piernas que iban en degradé de color blanco a rojo sangre, con manchas simulando ser aquel líquido espeso y viscoso. Mí maquillaje hacia juego con ellas ya que daba la idea de que era un ángel caído gracias al diablo.

Mis labios estaban de un color rojo vino, con un acabado mate. Había arreglado mí cabello con un par de ondas en las puntas y la vincha que había comprado anteriormente.

Estaba lista.

El mismo disfraz que vi en el centro comercial, maquillaje, cabello y mis botas bucaneras altas de color blanco que me llegaban un poco por encima de las rodillas.

- ¿Lista mi querida ángel?- Jugueteo Elina sonriente.

- Si, solo dejame tomarme una foto así le muestro a Dabria cómo quedó el disfraz.- Dije tomando mí teléfono.

Ella asintió y me esperó en los umbrales de la puerta.

Me coloqué frente al espejo y pose con mí celular en manos. Tomé varias fotos, la cual una de ellas subí a mis redes sociales y las demás se las pasé a Dabria por mensaje de texto.

Guardé mí teléfono y fui con Elina, dirigiéndonos hacia el comedor, donde ya nos esperaban.

Mis botas resonaban en los suelos por lo que al estar ya cerca, los tres voltearon a nuestra dirección.

Damien me miró de arriba abajo y pude notar como se mordía el labio discretamente al verme, mi madre rodó los ojos y mi padre no emitió gesticulación o palabra alguna.

- Camelia, vas prácticamente desnuda.- Mí madre habló.

Sabía que era en broma pero parte de ello era cierto.

- Mamá, no empieces.- Rodé los ojos mientras suspiraba, fingiendo fastidio.

Ella hizo una mueca.

- Estás muy linda Elina, que buen disfraz.- Le dirigió la palabra a ella ahora.

- Gracias, Olivia.- Sonrió la morocha.

- Bien, será mejor que vayamos así no llegamos tan tarde. Además, Brad nos espera. ¿Cierto?- Damien interrumpió.

- Sí, ya nos están esperando.

- Bien déjenme tomarles una foto antes a los tres, asi me queda el recuerdo.- Mamá se apresuró a buscar la cámara de fotos.

Negué con la cabeza mientras que reía, ella siempre hacia lo mismo. Todo recuerdo existente que tenga seguramente también lo tiene la memoria de la cámara de fotos.

BirtwhistleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora