10.

73 2 0
                                    

Camelia Dickens.

El timbre de mi teléfono por cuarta vez hace que abra mis ojos pegados por el sueño, vibra y suena fuertemente en la mesita de luz. Lo apago, cortando la llamada de quien sea quien me este llamando y vuelvo a cerrar mis ojos con un suspiro largo.

Me acomodo en la cama y el teléfono no tarda ni cinco segundos en sonar de nuevo, es cuando me percato y acuerdo de que no estoy en mi casa.

Doy un brinco y quedo sentada, tomo el teléfono entre mis manos y veo el nombre de Damien en el celular, el panel de notificaciones está lleno de llamadas perdidas, mensajes por todos lados llegando y llegando.

Me froto los ojos con una mano mientras que contesto con la otra.

— ¿Hola?— trato de sonar normal, pero mi voz adormecida me delata.

— ¿¡En dónde diablos te has metido, Camelia!?— Suena su voz desesperada del otro lado de la línea.

Alejo un poco el teléfono debido a que me es mucho ruido siendo que recién me despierto. Me aturde los oídos.

— Ehm...— trato de pensar y decir algo rápido, pero el letargo persiste.

— ¿Estás bien?— pregunta rápidamente — ¿Dónde estás?, ¿Con quién te haz ido?— sus palabras suenan nerviosas— le he dicho a tus padres que estás en mi casa, pero...

— ¿¡Qué!?— mí corazón late desbocado— espera un segundo— aviso y doy atrás en la llamada. De fondo escucho la voz de Damien haciéndome preguntas pero las ignoro buscando entre los mensajes, encuentro el número de Elina y abro su chat.

Le he dicho a tus padres que estas en mi casa.

¡Necesito que me cuentes absolutamente todo!

¿Estás bien? Solo he recibido un mensaje de un número desconocido.

Respóndeme cuando puedas, necesitamos saber que estás bien.

Los nervios comienzan a aumentar a medida que releo el primero mensaje.

Retomo la llamada con Damien y lo hago callar.

— ¿Qué te han dicho mis padres?— pregunto y hay un momento de silencio en el que deseo desaparecer de la tierra.

— Me preguntaron si en realidad no estabas en lo de Elina pero les he dicho que estabas conmigo. ¿Puedes decirme en dónde diablos estás? Iré por ti. Ahora.

Paso la mano por mi cara de forma exasperada y suspiro para calmarme, sin lograrlo.

Sé perfectamente que tendré problemas cuando llegue a mi casa.

— Escucha...— muerdo mi labio nerviosa, pensando en qué decir y qué no.

La puerta se abre de improvisto dejando ver a Ansel vestido con una camisa blanca y jeans negros. Es simple, pero la combinación le queda perfecta, mis ojos lo recorren rápidamente.

Nuestras miradas se conectan un segundo, mi corazón que antes estaba nervioso ahora parece pararse por un instante y retoma los bombeos con una mayor aceleración, su mirada se desvía a mi teléfono cuando se escucha la voz de Damien parlotear, ya que me he quedado en silencio mirando al hombre que tengo en frente.

Su semblante es serio, está estático en el umbral de la puerta y yo no puedo dejar de mirarlo. Siento una tensión palpable en el aire, ninguno de los dos habla y solo se escucha mi teléfono con la voz de Damien de fondo.

Lo llevo a mi oreja de nuevo, desviando la mirada del hombre en la esquina de la habitación. Trato de ignorarlo pero su mera presencia es suficiente para ponerme tensa.

BirtwhistleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora