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Ansel Birtwhistle

Los rayos de sol me queman los ojos, son pocos, ya que estamos en otoño, el sol comienza a verse cada vez más poco, dando la presentación a la llegada del próximo invierno.

Parpadeo somnoliento, mis ojos pesan, tengo la boca seca y la lengua hecha una toalla rasposa, pidiendo a gritos agua.

Me remuevo sobre la cama y miro a mi costado, no se encuentra Aedus a mi lado. Asumo que es tarde y el hecho de ver el reloj marcando las 13:00hs me lo confirma. Mierda.

Suspiro y me estiro, los músculos están tensos y adoloridos, rígidos en su lugar, me duele la cabeza y el estómago me ruge al estar vacío por completo.

Me levanto y lo primero que hago es ir a la cocina en busca de agua, recordando todo lo sucedido de anoche, o partes de las imágenes que vienen a mis vagos recuerdos.

Ansel está sentado con su celular, con la misma cara seria y de concentración que siempre tiene cuando algo le consume los pensamientos.

Me mira en silencio y bebe de su vaso de agua mientras toma. Sus ojos azules están cansados.

Miro las pastillas que hay sobre la barra de desayunos, son para mi resaca y supongo que él las dejó ahí para mi. Las tomo y agarro una botella de agua de la nevera, ingiriendolas

— ¿Cómo te encuentras?— Me pregunta, deja su teléfono a un lado para prestarme atención.

Alzo los hombros haciendo un gesto de indiferencia, acompañado de una mueca en el mismo sentido.

— Me iré a duchar—Aviso.

— Si, y vístete cuando termines—Me mira el atuendo, específicamente mis boxer, que son lo único que llevo puesto.

Me doy la vuelta y me dirijo al baño, necesito despabilar mi mente que sigue un poco adormecida.

Me despojo de la única tela que me cubría y entro a la regadera con agua fría, solo fría. Me relaja y siento una sensación de bienestar recorrerme toda la piel.

Cuando termino me alisto con ropa casual ya que es un sábado, no hay nada que hacer hoy. Creo.

Voy directo a la cocina de nuevo, una de las ayudantes está preparando el almuerzo.

—¿No despertó?—Pregunto con ligera ansiedad que trato de esconder.

Mi hermano deja su tablet sobre la mesa y niega.

— Lo hará dentro de poco.

— ¿Qué hay de su familia y amigos? ¿No saben dónde está ella?— Pregunto preocupado, no es un tema menor. Y no lo he pensado solo hasta ahora.

— Llamé a Elina Jones por la mañana, me atendió su novio, en realidad. Le encargué que le dijera a sus allegados algo razonable— hace entender— no di órdenes en específico, no quiero que sepan detalles, no tienen porqué saberlo. Esto fue peligroso.

— ¿Algo razonable?—Pregunto con gracia— ¿Qué es para ti algo razonable? ¿Mentir?— Hago notar el sarcasmo.

—Lo tengo controlado—me lanza una mirada asesina.

Se perfectamente que tiene razón, él siempre tiene todo controlado, nada se le escapa y es algo que admiro. De hecho, me da celos en algún punto.

Me quedo con la tranquilidad de que a Camelia no le traerá tantos problemas esto.

— Su teléfono lo tiene Damien Gybbs—me dice con naturalidad.

Ruedo los ojos en desagrado cuando escucho el nombre y siento mi piel bajo los efectos de los recelos. No me cae bien, el de ojos azules tampoco, parece niñato idiota. Esos que solo buscan follar y hacen todo para llevarse a la cama lo que desean.

BirtwhistleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora