Camelia Dickens.
El fin de semana transcurrió tranquilo.
Luego de de la fiesta de disfraces, al llegar a mi casa, Damien me visitó una hora después.
Estaba enojado, muy enojado y claramente estaba en lo correcto. Lo que hice no tiene excusa y no está bien, al menos para mi.
Nunca hice algo como tal.
Había dejado a todos mis amigos asustados y no solo eso, ellos estaban en el mismo estado que yo, y sumarle mi desaparición por completo durante toda la noche y horas del día después, fue un extra que a nadie le agradaría.
No les conté exactamente con quién estuve, Damien aún sigue enfadado por eso, Elina me sigue insistiendo para que le diga pero la única persona que lo sabe es: Dabria.
Quedó en shock, me digo que soy una perra privilegiada al menos unas diez veces y cada tanto lo sigue haciendo, tampoco espero que lo supere en un gran tiempo.
Y yo tampoco lo haré, no se cómo lo hice, pero lo hice, y en parte me gustó. Más allá de todos los nervios y ansiedad que me produjo todas las situaciones que atravesé.
Aún siento un revoltijo en mí estómago al recordar esa fija imagen que tengo del señor Birtwhistle estando cara a cara conmigo, su aliento, sus labios, su rostro perfectamente alineado, su perfume. Todo en él. Todo.
Pero me siento idiota al saber que han pasado ya dos días y aún sigo con la cabeza en ese momento, como si quisiera que vuelva a suceder.
Tengo que asumir que solo fue una noche y ya. Dejar de hacerme una tonta ilusión y falsa película.
Porque nuestros mundos ni siquiera encajan, nada en nosotros lo hace y eso es un fuerte detonante a la realidad. Por más que quisiera repetir el beso, eso no sucederá. Además es un hombre grande para mi. Aunque quizás eso me guste.
Camino a la universidad con mis auriculares puestos, sumida en la música que es transmitida a través de mis oidos, bajo mis propios pensamientos e imaginaciones que trato de hacer a un lado.
No tardo más de unos diez minutos en llegar, puesto a que ya iba a mitad del camino.
Me encamino entre la personas que están en la entrada del campus universitario, las ignoro por completo, tratando de escabullirme entre ellas y pasar lo más rápido posible, ya que odio estar al rededor de tanta gente sin estar alcoholizada o algo por el estilo.
Llego a los pasillos con mi mochila colgando solo en uno de mis hombros y busco el salón de la primer clase del lunes.
Cuando doblo a la derecha doy un respingo que produce que mi mochila casi caiga pero soy más rápida y la atrapo justo antes de que toque el suelo.
Siento una presión en el pecho debido al susto que Crono me ha producido al aparecer mágicamente enfrente de mi.
Él me sonríe de costado, sus ojos me transmiten diversión.
- Hola, lamento asustarte- Amplia su sonrisa, mostrando su dentadura alineada. - ¿Vas a clases? - Pregunta.
Crono estudia en el misma facultad que yo, por lo tanto a medida nos cruzamos entre los pasillos, solo que no nos saludamos tanto.
- Crono, hola- Relamo mis labios al ver sus gigantes ojos azules observándome. - Si, estaba yendo justo.
Las personas caminan al rededor de nosotros, yendo a sus salones.
Él pasa la lengua por encima de su labio inferior, algo que me parece realmente sexy cada vez que lo hace.
- ¿Te sientas a mi lado?- Pregunta, suena más a una petición, en realidad.
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Birtwhistle
RomanceTrabajar y estudiar para algún día tener todo lo que soñaba, eso deseaba Camelia. Las personas siempre se interponen en nuestros sueños, pero no siempre son personas peligrosas. Dos hermanos, una mujer. Ya no es solo estudiar y trabajar desde entonc...