|Epíologo|

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NOTA DE AUTORA ORIGINAL: ¿Qué tal...? Es solo un pequeño extra que tenía ya escrito desde hace un tiempo, no afecta realmente la historia pero se me hizo muy tierno y pensé que ustedes les gustaría leerlo.

Atte: Zaik651.

Un pequeño YunHo de no más de diez años estaba llorando silenciosamente en el suelo, tenía las piernas raspadas y un feo rasguño en una de sus alitas

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Un pequeño YunHo de no más de diez años estaba llorando silenciosamente en el suelo, tenía las piernas raspadas y un feo rasguño en una de sus alitas.

El infante se había estrellado contra el suelo mientras practicaba volar, pero en esa caída derrapo y fue increíblemente doloroso para su pequeño cuerpo. Dolía mover su ala y estaba sólo, estaba acostumbrado a qué su padre no lo quisiera en su vista cuando no estaba en lecciones, no tenía quien le enseñará a volar así que optó por hacerlo el sólo, no era la primera vez que se caía pero por mucho era la más dolorosa, ya que aprovecho una torrente de viento para elevarse y luego no supo seguir, regresar con su padre le daba miedo, no quería que le gritara de nuevo pero eso pasaba a segundo plano cuando se dio cuenta de que estaba perdió, al dolor se le sumo el miedo de estar desprotegido sin idea de cómo volver a casa por no saber dónde está.

Estaba intentando mover su ala cuando vio a otro niño escondido en uno de los callejones entre las cajas, un niño de cabello y ojos negros que estaba en las mismas que él, (a diferencia que el otro no tuvo un accidente de vuelo). YunHo puso más atención y vio que tenía un ojo morado, se sobresalto un poco. 

No tenia amigos, sabía que no tendría, pero de igual manera no podría sólo centrarse en su dolor, además, ninguno de los dos iba a llegar lejos por su cuenta.

— Oye — llamó al niño — ¡Oye..! — volvió a llamar cuando el otro le ignoro, esta vez teniendo su atención — ¿Qué te paso..? —

— ¿Qué te importa? — gruñó el otro niño juntando sus rodillas con su pecho

— No lo haría de no ser por que estamos en las mismas — le contesto secando el rastro se lágrimas de su mejilla, teniendo se nuevo la atención del pelinegro — Ambos estamos heridos, yo no conozco el camino por tierra de regreso a mi casa y tu no puedes pararte — negocio Ayudémonos los dos — ofreció levantándose con dificultad y yendo a donde el otro — Así los dos nos salvamos de cualquier peligro y no nos debemos nada. —

El otro lo pensó un poco antes de aceptar la mano que el platino le ofrecía para ayudarlo a pararse.

— Por cierto, soy YunHo, Jung YunHo K-Unow — se presentó mientras hacía de soporte.

— YeoSang, Kang YeoSang — le respondió el otro.

— Ahora ¿Por dónde..? — YeoSang señaló a la derecha y YunHo le llevó.

Descendientes (ATEEZ)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora