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Jimin tenía el cuerpo más hermoso que haya visto en toda mi vida. Estaba creado por los mismísimos dioses, con sus propias y malditas manos. Era increíble lo que estaba viendo. Era imposible que fuera real. Necesito sentir su piel en la mía y la lencería deslizarse por mis dedos.

— ¿M-Me veo mal? Estás ahí y... N-No dices nada —murmuró cabizbajo con mejillas totalmente ruborizadas.

Mierda, no.

— No, no, no, no —dejé las cosas a un lado y caminé hacia él para levantarlo de la cama. Tomé su mentón logrando que me mirara directo a los ojos para más atención—, Claro que no, precioso. Es que... Wow... Me dejaste sin palabras, no sé qué decir.

— ¿Me veo lindo al m-menos? —titubeó con sus pestañas aleteando contra mí.

— Te ves extremadamente sexy, Jimin. Eres guapo, la lencería te complementa aún más —sin decir nada, me sonrió con timidez y me acerqué a sus labios—. Aunque...

— ¿Aunque?

— Necesito verla más de cerca —Dejé con cuidado a cabello de oro sobre la cama para examinar bien de cerca el arte que tenía en mis manos. Se sentía prohibido, como cuando quieres ir a un Museo y lees el letrero "No tocar"; sin embargo, ahora podía tocar. Con su consentimiento, obvio.

Abrí sus piernas con delicadeza mientras me observaba atento a cada movimiento que hacía sobre él.

— ¿Puedo? —pregunté deslizando la palma de mi mano sobre su pierna.

— S-Sí.

— No te oigo, precioso —le dije con mi aliento chocando en sus muslos. Su piel era más suave que la porcelana. Sentía que se deshacía entre mis caricias.

— Sí, puedes —dijo un poco más seguro—. Tócame...

Luz verde.

Comencé besando parte por parte por su pierna hasta llegar hasta su liga y removerla con los dientes. Ambas, de ambas piernas. Él me ayudaba levantando la pierna para tirar la prenda al piso.

Una menos.

— ¿Sabes? —pregunté besando el interior de su muslo—. La próxima prenda de lencería te la compraré yo. Para así vestirte con ella y luego sacarla.

— A-Ah... ¿Si?

— No quiero que sea la primera vez que te tenga de esta manera, ángel —sonreí lascivamente y de un empujón llegué a sus labios. Apoyé ambas manos a los costados de su cabeza y me acerqué para besar sus rosados y pomposos labios, mientras que con mis manos me deshacía del brasier—. Siéntate, ángel.

Él se sentó sin dudar y saqué por completo el brasier al remover el nudo que estaba en su espalda. Con cada movimiento que hacía, le depositaba un beso en su cuello dejando una que otra marca. Su olor corporal era delicioso, no me importaba tenerlo en mi cuerpo o en mis sábanas.

— Eres hermoso, Jimin. No puedo creer lo que mis ojos ven y lo que mis manos tocan.

— Ah...

— Eres arte.

Sí que lo era.

Jimin era el lienzo más bello que haya visto. Quería pintar su cuerpo con mis besos.

Bajé con lentitud yendo por su cuello, su pecho y su abdomen depositando tiernos besos. Bueno, de tierno no eran mucho. Éstos tenían pasión, lujuria y humedad.Comencé a deslizar la última pieza sin despegar mis ojos de él y sonreí cuando la lancé al piso. Era de seda y negro. No era básico como él dijo en los mensajes de texto. Era hermoso, pero hoy no lo necesitaríamos.

Till I Met You 🏀 - km au.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora