† Capítulo 01 | Lenguaje de señas

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Daban las dos de la madrugada cuando Yoongi decidió que era buena hora para seguir con su vida. Con su lamentable vida.

Rebuscó entre los bolsillos de su chaqueta a medio poner algunos billetes con los que pagar las consumiciones que había optado a disponer en ese bar de mala muerte, el primero que había encontrado mientras deambulaba entre murmullos bajos, hablando consigo mismo.

Porque esa era una técnica que había puesto en marcha desde que todo sucedió. Le habían suspendido de su trabajo por unos meses por la pérdida de su prometida, así que el tiempo libre le mataba por dentro, trataba de comérselo poco a poco y él no haría nada por detenerlo. Se veía a sí mismo todos los días en el mismo lugar, en su hogar, aunque no se le podría llamar de ese modo en los últimos tiempos, sentado en su sillón favorito con sus manos colgando de los reposa-brazos, un periódico en su regazo y su mirada perdida por algún lugar recóndito de la habitación.

A su lado, el sillón donde solía sentarse su prometida para hablar junto a él de experiencias en el día y cosas triviales, permanecía impoluto, con algunas muecas de ácaros y polvo almacenado, pero sin un mínimo roce.

Reía secamente cada vez que volteaba a verlo, negando con la cabeza y permaneciendo con su mirada de nuevo en aquel punto abstracto que deslumbraba sus pensamientos. Más tarde hablaba consigo mismo, se contaba su día y parloteaba hasta que quedaba lo suficientemente saciado como para levantarse como un resorte y caminar mecánicamente hacia la habitación.

Su prometida y él no vivían juntos, era una moral en la que la iglesia se había impuesto desde sus más remotos antepasados, era un pecado visto por esos mismos ojos. Todo acabaría cuando por fin contrajesen matrimonio y pudieran vivir juntos en esa casa que su padre había tardado tanto en construir junto a un par de amigos más.

Amaba con todo su corazón y alma a su prometida, aunque no habían pasado de más de algunos cuantos besos en la frente, en señal de pureza y protección hacia su futura esposa. No le importaba, cuando estuviera caminando de la mano junto a ella por el altar por fin podría besar sus labios luego de pronunciar sus votos ante la imagen del Señor.

El sacerdote de la ciudad les casaría en la más bonita de las iglesias, más tarde irían de convite a una granja de la familia, en donde los niños podrían divertirse con los animales y los mayores disfrutarían del viento fresco y la sensación de bienestar junto al campo.

Tal vez, a Yoongi le hubiesen cortado la corbata mientras lo llevaban en una carretilla y cada trozo se hubiera sido entregado a cada invitado, costumbre de la familia.

O, tal vez, su prometida estaría lanzando el ramo a sus espaldas, tomándolo la vecina soltera y de cuarenta años, con la esperanza de utilizarlo en un futuro.

Todo eso quedaría en lo mismo, en un tal vez. Porque Yoongi sabía que no era real y que jamás lo sería luego de ver con sus propios ojos como el féretro de su prometida era enterrado lentamente y ayudado por cuerdas para facilitar el proceso.

Park Sunhee era una chica hermosa, Yoongi podría recordarla cada vez que cerrara sus párpados, jamás podría olvidarla con el pasar de los años. Su tez suave y blanquecina, de baja estatura y delgada figura, pero equivalente a su metabolismo. Una hermosa sonrisa tanto de ojos como de labios, los cuales se hallaban regordetes, dando un aspecto juvenil e inocente acompañado de su pequeña nariz.

Era un ángel, ahora más que nunca.

Yoongi siempre había creído en Dios, toda su vida, desde que nació se lo inculcaron y, lo comprobó cuando conoció a Sunhee un día cualquiera. Salía de la escuela cuando tropezó con una chiquilla torpe, dejando caer su mochila. Se disculpó de inmediato, no podía creer lo que había hecho.

My Only Fate † YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora