⚠️ TRAIGAN PAÑUELOS ⚠️La risa del pequeño que correteaba de un lado a otro llenaba el lugar, los recuerdos formándose en cada uno de los presentes y todos los mayores viendo como símbolo de pureza y alegría al revoltoso ser.
No podía quedarse quieto, apenas comenzaba a caminar y ya revoloteaba cada lugar que pisaba, de un lugar a otro, correteando a pasitos torpes, acompañados de risueñas carcajadas, volteando a ver a sus padres de vez en cuando.
El pequeño Min daba sus primeros pasos, veloces y torpes, frente a sus abuelos y padres, en la sagrada casa de Dios, como tenía que ser.
— Te vas a caer, cielo, quédate quieto —su abuela le sonrió, acercándose y agachándose a su altura para poder colocar bien su ropa, modelándolas a su pequeño cuerpecito—. ¿Por qué no vas con papá, uhm? Pueden pedirle al abuelo un caramelo.
El niño le miró emocionado, balbuceando alguna que otra palabra inteligible y tomando su mano para que le alcanzara. Su padre le observó desde su banca con una gran sonrisa, su abuelo a su lado, mirándole del mismo modo, el pequeño junto a su abuela paseando por el pasillo de la iglesia en espera de que el sacerdote llegase a proclamar la misa.
— Ven, pequeño —su padre extendió sus brazos, lo cargó entre ellos y lo sentó sobre sus piernas para que se estuviera quieto—. Has corrido mucho hoy, debes haber gastado muchas energías —sonrió, el niño extendió sus manitas hacia su abuelo, su padre alzó una ceja—. Viene pidiendo, creo que quiere un caramelo.
El pequeño de mejillas regordetas y labios abultados se recostó en su pecho y asintió avergonzado, dejando ver ese lado tímido que sacaba únicamente cuando pedía algo. Su abuelo rió y sacó una tira de caramelos en fórmulas, sacándole uno.
— Con cuidado, ahora no puedes correr —el niño asintió mirando la golosina con ojos brillantes, mostrándosela a su padre antes de llevarla a su boca—. Estoy muy orgulloso de ti, hijo —le alardeó, dejando su mano sobre el hombro del chico a su lado, éste infló su pecho—. Sabía que lo lograrías.
La abuela del niño se volteó al oír a su esposo, sonriendo mientras asentía.
— Lo estamos, ambos estamos orgullosos de ti, Yoongi —sonrió, Sunhee volteó para verle también, acariciando las mejillas del pequeño en sus brazos—. Todos lo estamos.
La joven asintió, mirando con ternura a su hijo en los brazos de su esposo, sin emitir palabra, como de costumbre. Sunhee no sabía de lo que hablaban, pero lo intuía sólo con ver la cara de felicidad de Yoongi.
— No hubiera sido lo mismo sin vosotros —musitó el chico, tomando la mano de la joven para dejar un casto beso sobre el anillo de compromiso que compartían, mirándole a los ojos—. Estoy seguro de ello.
La chica sonrió con sus mejillas bañadas en rubor, ante ellos, una sombra se hizo presente de la que nadie se inmutó hasta que habló.
— Tiene tu sonrisa, Yoongi.
Alzó la mirada, encontrándose con un joven vestido de traje, sonriéndole cálidamente y sus ojos en una fina línea a su causa, su cabello anaranjado y sus manos a sus espaldas, balanceándose sobre sus pies.
— Pero es hora de que volvamos a la realidad —musitó, mordiendo sus labios y mirándole a los ojos—. Es hora de que vuelvas conmigo —su voz decayó, sus ojos se llenaron de lágrimas—. No puedes dejarme solo.
Yoongi se levantó de inmediato, miró a sus padres a su lado y éstos negaron con la cabeza antes de disiparse en el aire. Sus ojos siguieron a Sunhee tomando al bebé en brazos, quienes ni siquiera le miraron antes de desaparecer del mismo modo.
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My Only Fate † YOONMIN
RomanceYoongi ha perdido a lo que más amaba, ha dejado de creer y ha puesto los pies en la tierra. Juró en ese mismo momento en el que los ojos de su prometida se cerraron que jamás volvería a pisar una iglesia en vano, pues por más que le había rogado a D...