Seven.

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Dylan iba manejando en silencio, miéntras que Layla miraba por la ventana y Edward iba atrás poniéndose una bolsa de hielo en su mejilla izquierda.

—Eres un idiota —murmuro por lo bajo Layla —Eso te dejará el ojo morado mañana —Layla miró a su primo menor el cual solo suspiró.

—No importa, de todos modos el quedó peor —Layla puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos.

—Mañana ni si te ocurra acercarte con ese ojo así —Edward solo sonrió y miró a Dylan, el cuál iba ajeno a la conversación y solo manejaba en silencio. No podía creer el tan poco tacto que el tenía con Layla. Si, tal vez ella era algo terca, vanidosa y mimada, pero tampoco notaba el como ella al lado de él cambiaba radicalmente?

Layla se comportaba de una manera muy diferente cuando estaba con su hermano, sin embargo el solo la ignoraba.

—Puedes dejarme en la plaza, de ahí caminaré.

Edward señaló la plaza que estaba al frente de ellos, ya que quedaba a 4 calles de su casa.

—Te dejaré en tu casa —Dylan lo miró por el retrovisor y el rubio no quiso decir nada más, al llegar a su casa salió del auto y se apoyó en la ventana del asiento del copiloto y le sonrió a Layla.

—No te preocupes por nada, deacuerdo?

—Preocúpate tú, ese animal te deformó el ojo —Layla hizo una mueca —ponte más hielo o se inchará peor.

Edward asintió y se despidió de Dylan con un movimiento de cabeza, a lo lejos vió como el auto se perdía y dió un largo suspiro, miró las luces de la cocina encendida, por lo cuál seguro su padre y madrastra lo estarían esperando y lo último que quería era recibir un sermón por la hora y varias preguntas por el gran golpe de su rostro.

Se saltó la cerca del jardín sin hacer tanto ruido y le dió la vuelta a su casa para dar a la habitación de su hermana, recogió unas piedras del suelo y con cuidado de no romper el vidrio comenzó a tirarlas a su ventana. Unos segundos después vió como se encendía la luz y vió la cara somnolienta de Emma asomarse por la ventana.

—Maldito sea el día que comencé a cubrirte de nuestros padres —Emma habló una vez que Edward subió la soga que la rubia tenía en su habitación, esas sogas las usaban en el equipo de fútbol, y una vez Ander le dió a guardar una bolsa con ellas y nunca se las pidió de regreso, una noche que Edward llegó tarde le ayudó a subir con una de esas sogas, y desde entonces los vecinos están acostumbrados a ver a Edward escalar hasta el cuarto de su hermana en vez de entrar por la puerta.

—Cállate, alguna vez te devolveré los favores —Edward suspiró y miró a su hermana, la cual hizo una mueca al verlo.

—Demonios, estoy acostumbrada a verte llegar borracho, sucio o con olor a cigarro, pero no con un golpe en la cara —la rubia se acercó al chico y trató de tocar el golpe pero Edward le apartó la mano.

—No lo toques, duele —diciendo eso se dirigió a la puerta.

—Mi madre está en tu habitación, pegará el grito en el cielo cuando te vea así —Emma se metió a la cama miéntras apagaba la lámpara. Edward se quedó parado frente a la puerta, si iba a su habitación y se encontraba con su madrastra, haber subido por la ventana del cuarto de Emma habría sido en vano. Resignado se quitó los zapatos y se acostó en al lado de Emma —Si roncas te dejaré el otro ojo igual.

—Cierra la boca que la única que ronca aquí eres tú.

○○○

James se encontraba en el sillón de la casa de Jen, la fiesta que había organizado apenas se estaba poniendo buena, y el ya se encontraba aburrido.

Se levantó resignado a buscar un poco de diversión, entró a la cocina por algo de beber, y sin querer terminó interrumpiendo a cierta pareja de chicos.

ᴡɪʟꜱᴏɴ ʜɪɢʜᴛDonde viven las historias. Descúbrelo ahora