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Con esas simples palabras, parecía haber convencido al mayor porque aunque ya no dijo nada, pareció aceptar el desafío con la mirada de determinación que Felix recibió mordiéndose sutilmente el labio. Hyunjin tomó su mano al mismo tiempo que detuvo un taxi y no tardaron mucho en ponerse en camino hacia la casa del mayor, era nada más cuestión de minutos que llegaran. Dentro del vehículo iban en silencio, Felix en un trance en el que su estómago se revolvía debido a la anticipación, un hormigueo le recorría las extremidades. La mera idea de que iba a tener sexo con Hyunjin fue suficiente para que su miembro se comenzara a endurecer bajo el bóxer azul que estaba usando, causando que el viaje fuera una verdadera agonía debido a la espera. No terminaba de creerlo, esperaba que de un momento a otro Hyunjin dijera que estaba bromeando o que se arrepintiera y decidiera serle fiel a Tzuyu, pero la mano del mayor se encontraba acariciando su muslo constantemente confirmándole que estaban ahí y que estaban a punto de hacerlo. Mierda, de verdad vamos a hacerlo, fue lo que pensó Felix en ese momento, cuando el taxi se detuvo y Hyunjin sacó la billetera del bolsillo. Bajaron del auto quedando frente a una casa más bien pequeña y humilde. Hyunjin tomó nuevamente su mano para guiarlo, por lo tanto Felix lo siguió en silencio hacia el interior de la casa. Ni bien Hyunjin cerró la puerta con llave, Felix se vio arrinconado contra esta entre los brazos del mayor, uno a cada lado de su cabeza. Inmediatamente después Hyunjin colocó una pierna entre las suyas, presionando su incipiente erección con el muslo, y le dedicó una sonrisa que a Felix se le antojó la más sensual y erótica que había visto en su vida, para después inclinar la cabeza hasta hundir el rostro en su cuello. Por inercia, apenas sintió los labios suaves de Hyunjin recorriendo su piel, llevó las manos a la cintura ajena para aferrarse a la ropa del pelinegro, jalando de esta al mismo tiempo que jadeaba por los besos y mordiscones que recibía en la nuez en ese momento. La ropa comenzaba a molestar demasiado al mantener presionada su erección, pero para su suerte Hyunjin se detuvo justo cuando lo hizo gemir con la lengua, y se separó para mirarlo con la
misma sonrisa ladina en el rostro. Acto seguido se llevó un dedo a los labios, indicándole que no hiciera ruido y lo tomó de la camisa para jalarlo a través de la casa a oscuras hasta un punto en el medio de lo que a Felix le parecía la sala. Hyunjin se detuvo y soltó su camisa llevando la mano hacia arriba, y recién entonces Felix notó que había una cadena colgando del techo, cuando el mayor la jaló y reveló unas escaleras secretas que daban al desván.

-Mi habitación es el altillo - Susurró Hyunjin mientras subía las escaleras, seguido de cerca por Felix.

En circunstancias normales Felix querría pararse a observar la habitación de alguien porque creía que la decoración (o la falta de ella) hablaba mucho de una persona y tratándose de Hyunjin sentía autentica curiosidad, pero ni bien se puso en pie el pelinegro cerró la puerta y lo empujó sobre la cama.

-¿Estás seguro, Felix? - Preguntó mirándolo desde arriba. -Si dices que no te pago un tax...

-Estoy seguro - Se apresuró a decir, sonriendo repentinamente. -Muéstrame tu estilo como el kamasutra, Hyunjin.

Hyunjin rió por la referencia a su canción y de repente el ambiente dejó de sentirse tan cargado, como si aquel comentario hubiera disipado la tensión que ninguno de los dos había notado hasta que se desapareció. Con luz verde, Hyunjin se arrodilló al borde de la cama dispuesto a gatear hacia él, acercándose lentamente y clavándole la mirada gatuna con aquella sonrisa traviesa que no abandonaba su rostro desde el bar. Felix sintió cómo su pene se endurecía de nuevo sólo por esa mirada intensa que parecía atravesarlo, y por un momento se sintió como la presa de un puma debajo de Hyunjin. El mayor podría ser menudo y de apariencia frágil, pero su mera presencia con esos ojos oscuros alcanzaba para intimidarlo y derretirlo por dentro. Con movimientos ágiles el pelinegro logró meterse entre las piernas de Felix, colocando las manos a cada lado de su cabeza para no dejar caer todo el peso de su cuerpo delgado sobre el del menor en cuanto se recostó encima suyo. Felix no tardó en reaccionar y llevó las manos a la cintura del mayor, bajándolas poco a poco por su espalda hasta llegar a su trasero, donde se detuvo para presionar con ambas manos. Hyunjin gruñó y en respuesta presionó su entrepierna con el propio bulto erecto, comenzando a frotar ambos penes con un vaivén lento que los hizo gemir a los dos. Una vez que estableció un ritmo que los volvía locos a los dos reanudó los besos sobre el cuello del menor, y Felix apenas podía pensar algo coherente al sentir los dientes de Hyunjin tirando del lóbulo de su oreja de esa manera tan excitante.

𝕯𝖔𝖓'𝖙 𝖙𝖊𝖑𝖑 𝖓𝖔𝖔𝖓𝖆 • [ԋყυɳʅιx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora