Para Tatiana fueron muy duros sus pensamientos, aquella noche. Tanto que aún estaba furiosa consigo misma. Por haber pensado en albergar toda esa dureza dentro de ella.
La sola idea de serle infiel a su esposo Anthony le causó vergüenza. Sin embargo, el sentimiento que tuvo cuando vio esa rubia subir a la habitación dos horas más tarde para complacerlo, la lleno de ira. A pesar de que ella no sabía por qué había sentido aquello. No obstante, el remordimiento estaba matando.
-Estás hermosa hija -dijo la señora mayor.
Tatiana no dijo nada, solo sé quedo observando su reflejo a través del espejo.
Esa mañana llevaba un vestido rojo, muy ajustado de escote, con algunos azulejos qué adornaban todo el vestido. Que le daba un aura de mujer poderosa.
Después de haber aceptado el trato, ambos hacían prácticamente todo. Alexey era muy condescendiente con ella. Le traía todo el tiempo regalos, de todo tipo. Joyas, diamantes, esmeralda. También había enviado a una diseñadora para que equipara todo su guardarropa con zapatos, accesorios y demás. Sin embargo, ni con todo el oro del mundo, Tatiana podía olvidar lo que vio esa noche y mucho menos la razón por la que estaba en aquella casa.
-Señora dice el Señor que la está esperando -le informo uno de los empleados.
Tatiana solamente acento.
-Me alegro mucho cariño, que las cosas entre el señor y tú, se haya arreglado -Tatiana no contestó y continúo arreglándose el cabello.
-Sé que aún no entiendes, pero pronto entenderás, que las cosas pasan por algo-le dijo, la ahora, segunda señora de la casa. Ya que antes de que Tatiana entrará en esa casa ella era la señora. No obstante, ella estaba muy feliz de Alexey, al cual amaba como a un hijo, al fin conociera el amor.
-Nunca entenderé como un hombre puede caer tan bajo, con tal de conseguir lo que quiero- decidió contestar por fin la pelinegra.
Fue lo último que dijo y salió al encuentro de su verdugo.
Cuando Alexey vio a la Tatiana comenzar a bajar las escaleras, sintió que el corazón le latía como un loco y en ese momento lo supo. Se hubo enamorado perdidamente de esa mujer.
-Para él eso era muy peligroso, ya que ahora ella se convirtió en su debilidad y si su sus enemigos se enteraban de eso, no dudaría en usarla. Más, él no podía hacer nada para impedirlo. Para él ya era tarde.
-Estás hermosa -dijo con sinceridad, con el corazón desbocado. Dándole la mano para que se sostuviera de ella.
Tatiana despreció su gesto y dio dos pasos del otro extremo de la escalera, para esquivarlo.
El mafioso sonrío complacido a pesar de que ella era una ilusa en lo más profundo de su ser tenía carácter y él sacarías a esa Tatiana, que estaba reclusa en lo más profundo de su corazón y la convertiría en una sádica. Una mujer despiadada, capaz de acabar con sus enemigos sin que le tiemble el pulso.
-¡Nos vamos! -dijo ella sí mirarlo a la cara.
-Claro que sí, querida.
Tatiana se fue hacia la puerta dejando el mafioso con una risa maquiavélica dibujada en su rostro. Entró en el automóvil y rápidamente el mafioso hizo lo mismo.
-Mañana quiero que estés lista a las 9 en punto de la mañana.
-¿Para qué?- interrogó Tatiana.
-Es una sorpresa- fue lo único que dijo, antes de devorarla todo el camino, con la mira.
Tatiana no se sintió incómoda como la primera vez en el casino cuando él la devoró sin reparo con la mirada. Ahora, después de dos semanas juntos, Tatiana estaba más acostumbrada a la forma de él mirarla.
Llegaron a la fiesta y el mafioso maldijo mentalmente al ver como todos los hombres devoraban a su mujer. El mafioso sintió ganas mátalos a todos. No paraban de mirar lo que era suyo. Sin embargo, solo apretó los puños. Su fachada como empresario no podía ensuciarse. Él debía seguir teniendo una buena reputación ante toda la sociedad como un hombre honesto.
Por otro lado, Tatiana estaba sumamente incómoda con la mirada de todos aquellos caballeros. Todos ellos, le causaban asco.
-Buenas noches- saludo un sujeto alto, de buen porte, a la pareja.
-Buenas noches, Sandro -contestó entre dientes, no gustándole las miradas que le lanzaba a Tatiana, Alexey.
-Buenas noches -respondió Tatiana por cortesía.
-Tu novia es muy hermosa-dijo Sandro tomando la mano de Tatiana para depositar un beso.
-Sí, muy hermosa mi mujer-sonó posesivo. El mafioso.
Alexey la atrajo hacia él y le rodeó la cintura con posesión.
Sandro sonrió entendiendo el mensaje.
-Fue un placer conocerte cariño, -se dirigió a Tatiana. Ignorando la advertencia.
Firmaste tu sentencia de muerte, desgraciado -pensó el mafioso, dibujando en su rostro una media sonrisa falsa.
Tatiana, al ver ese gesto del pelirrojo, tuvo miedo por la vida de ese sujeto.
Ella sabía de lo que era capaz ese hombre.
-No puedo decir lo mismo-respondió estratégicamente Tatiana, para salvarle la vida al sujeto.
El sujeto miró confundido a Tatiana. Arrugó el ceño antes el rechazo de la dama.
-Lo siento, no quise incomodarla-se disculpó el sujeto, apenado.
-Pues lo hizo-reputo la pelinegra, rodando los ojos.
Alexey sonrió satisfecho ante la respuesta de Tatiana, sin embargo, nadie salvaría a ese sujeto de él. Tatiana estaba prohibida. Todo aquel que intentará acercarse o hacerle daño era hombre muerto o viceversa.
Sandro no dijo nada y se retiró.
-No le hagas nada-le pidió
-Lo siento querida-le dijo al oído-es demasiado tarde. Nadie codicia lo que es mío y vive para contarlo.
-Alex-una voz seductora llamo al mafioso.
-Se acercó a él y le dio un beso en la comisura, cerca de sus labios.
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La elegida de un mafioso
De Todolibro 1 Un trato es un trato, repitió aquel hombre de ojos verdes. Que me devoraba con la mirada, como un leon debora a su presa, con un apetito insaciable. O mejor dicho, ancioso por reclamar su Premio. Yo. Así que no tenía opción, debía cumplir e...