Demonio; eso era él antes.
Un ser despiadado y frío a quien jamás se veía vulnerable. Alguien que podía contra todos y todo. Alguien que no se dejaba mangonear por los frágiles y volátiles sentimientos. ¿Qué había cambiado ahora? Quería a su viejo yo de vuelta.
El viejo Damian no estaría sufriendo de esta forma tan patética, se repetía en la mente.
—¿Se puede saber qué haces en mi habitación?
Su voz resonó en las paredes. Podía llamarlo habilidad o mero instinto, pero siempre sabía cuando alguien rondaba cerca de él. No fue difícil darse cuenta de la presencia de su hermano mayor en la puerta.
El silencio que siguió a su pregunta fue ciertamente tortuoso. Damian no quería darse la vuelta y gritarle, no tenía ánimos de exasperarse en ese momento. Quería estar solo y de hecho creyó que lo estaría, así que no entendía muy bien qué hacía él ahí. ¿Acaso venía a burlarse o a pedirle algún estúpido favor? Varias posibilidades pasaron por su mente, pero la frase que escuchó antes de terminar de sobrepensar lo congeló.
—Los demonios no lloran.
Quizás eso le hubiera dicho su abuelo. Y era cierto.
Sin embargo, desde que se dio cuenta de que era capaz de sentir algo tan soso como el amor, aceptó que no era tan demonio como debió serlo. O como en ese momento desearía ser.
—Todo el mundo llora, Todd, pero eso no significa que estén buscando consuelo —declaró arrogante y escondió su rostro en su propio hombro, dándose la vuelta con la cobija—. No tienes por qué estar aquí.
Se deshizo de sus pensamientos débiles. No podía desahogarse.
Y ya ni siquiera se trataba de la persona, porque si realmente Jason tenía interés en sus problemas... Bueno, ya lo había ayudado una vez, y en todo caso no significaba que tuviera que seguir recibiendo su lástima para siempre. El problema era... ¿Cómo explicarle sobre quién se trataba todo?
Daba igual lo que dijera u opinara, pero sabía que no lo entendería, y sin entenderlo no podría ayudarlo. Nadie podía ayudarlo.
—Venga, mocoso, no me hagas rogarte.
Jason se acercó y le arrebató las cobijas de encima con brusquedad, y Damian ya no sabía si fastidiarse o sentirse halagado. Sabía que Jason no iba a decírselo una tercera vez, así que, quizás en un ridículo intento de no quedarse sin compañía, se dio la vuelta para encararlo.
Tenía que admitir que le sorprendió ver su rostro suave, casi compasivo, esperando que confiara en él para decirle algo de sus problemas.
Fue por eso que decidió abrir la boca.
—¿Qué...? —balbuceó, luego formuló bien su pregunta—.¿Qué haces cuando alguien que te importa no hace más que huir de ti?
—Explica bien eso de huir.
Damian rodó los ojos. Tampoco quería ser tan específico o la escoria de pelo teñido se daría cuenta.
—Lo que dije, tarado. —Jason lo fulminó con la mirada por el insulto, pero lo dejó seguir—. Esa persona sabe cómo te sientes y comparte tu dolor, pero deja que el miedo lo consuma y no hace más que alejarse.
—¿Sin enfrentar el problema? —Damian negó con la cabeza—. Ah, pues fácil, mándalo a la mierda.
—¿Hah?
Lo dijo de una forma tan rápida y segura que Damian ni siquiera tuvo tiempo de planteárselo. Esperaba algo distinto, pues a pesar de lo herido y molesto que estaba en ningún momento había pasado por su mente la posibilidad de terminar de tajo el asunto con Grayson.
No podía significar sacarlo de su vida... ¿Cierto?
—¿Qué otro consejo quieres recibir? —obvió Jason—. Es así de simple. Cuando a alguien le importas, da igual a lo que tenga que enfrentarse, lo hará. Si esta persona que dices no lo hace, es porque no le importas nada.
No era cierto. Era una vil falsedad.
Pero el corazón de Damian se estrujó de solo pensarlo, y en cuestión de segundos se hundió analizando esas palabras. Sonaban crueles y en definitiva no eran lo que quería escuchar, pero si alguien sabía de decepciones era él.
Sabía que entre ambos, Damian era quien ponía todo el esfuerzo. Todos sus acercamientos, todas sus evoluciones, todos sus momentos de lucidez eran porque él los propiciaba. Grayson vivía aterrado por el cambio, y si Damian no hacía nada las cosas siempre quedaban sobre el mismo renglón. Abrió los ojos. No podía ser que verdaderamente no le importara a la persona que para él tenía más importancia y valor que nadie.
Sintió ganas de llorar de nuevo, pero la mano grande y cálida de Jason sobre su rodilla ayudaron un poco.
Tal vez tenía razón. A Richard no le importaba él.
La verdad dolió. Siempre dolía. Ser sacado de la realidad que uno mismo se negaba a abandonar era quizás el más brusco de los cambios, pero Damian prefería ser herido a engañado y mangoneado. En este caso, apenas podía creer que el alma noble de Grayson fuera la culpable de tal atrocidad.
—Al carajo, niño. No te desvivas por alguien que no se desvive por ti —aconsejó Jason, que no tenía ni idea de la situación, y Damian no pudo hacer más que asentir.
Era el peor de los consejos, pero Damian no lo sabía.
¡Dios! Mil disculpas por la tardanza... :(
A decir verdad, no tenía idea de que hubiese pasado tanto tiempo desde la última actualización. Tuve algunas ocupaciones y demás, tampoco soy precisa dando fechas; escribo cuando me nace y me brota y me inspiro, y ahí sale lo mejor de mi escritora interna y es lo que me gusta plasmar en las historias que hago. Sobre todo si es una a la que le tengo tanto cariño, como Innocent.
Por eso quiero dejar muy en claro que NO VOY A ABANDONAR EL FANFIC. Puedo tardar, pero no dejarlo. Tengo hasta el final planeado y estoy muy impaciente por seguir.
Trataré de mejorar en esas cuestiones del tiempo. ¡Muchas gracias a quienes hayan esperado! 🤍
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Inoccent 「DickDami」
FanfictionTodo el mundo tiene altas expectativas sobre el buen Richard Grayson. Su familia, sus amigos. Él es la persona en la que todos confían sin dudar, pero ¿qué pensarían si se enteraran del insano amor que siente por su hermano más pequeño? ¿Qué pensarí...