Capítulo 1

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Desperté en la habitación de Poppy. No la vi por ninguna parte. ¿Dónde estaba? Yo no la había movido; y, que yo supiera, no había ningún otro ser vivo en este lugar.

¿O podría ser que sí...?

No, imposible. No hay agua, ni comida (sin contar la de la cafetería), ni luz, nada. Ningún ser vivo resistiría aquí.

Un pensamiento me congeló la sangre.

¿Y yo? ¿Cómo sobreviviría?

Por otra parte, no sentía hambre ni sed, por lo que me tranquilicé un poco.

Me levanté del suelo, temblando. Miré a mi alrededor. Nada. La habitación abuelesca de Poppy, yo y... yo.

Mis pensamientos se sucedieron con lógica: salir de la habitación, explorar la fábrica, buscar una salida, salir y... ¿Y entonces? ¿Llamo a la policía?

Esa parte no la tenía muy clara. Todo lo demás sí; era absurdamente simple.

Seguí caminando hasta salir por fin de la horrorosa estancia.

Los pasillos semiiluminados me ponían de los nervios, pude sentir la piel de gallina casi al segundo.

Llegué a un nuevo sitio. Genial. ¿Cómo iba a salir de la fábrica si descubría cada vez más partes desconocidas?

Sin saber qué hacer, adónde ir, o siquiera, cómo sobrevivir, andé, distraída.

Paseé la mirada por el pasillo que me encerraba. A la izquierda, un Huggy Wuggy alegre en forma de caricatura me sonreía, y a la derecha, también como caricatura, Bron mascaba una rama.

Mis zapatillas aún resonaban sobre el frío suelo, y digo frío porque podía sentir la baja temperatura de este a través de mi calzado.

Sólo pude frustrarme cuando empecé a probar puertas aleatorias, pero estaban todas cerradas. ¡Maldición! ¿Para qué había tantas, entonces?

Así que continúe en línea recta.

Mi mal humor no duró mucho; pues fue sustituido por miedo.

—Por aquí...—, susurró una voz, helándome la sangre. Poppy.

No la veía, ¿de dónde me hablaba? No conocer su posición e intenciones me daban muy mal rollo, no era nada bueno.

Llegué a una bifurcación del pasillo en cuyo centro había una puerta más grande. "Elliot Ludwig", rezaba con letras elegantes sobre un cartel dorado por encima de la puerta roja.

No quería ir por ahí; así que giré a la izquierda. Nada. Una reja me impedía avanzar.

Sin embargo, por la derecha sí podía ir. O eso pensaba. Una enorme brecha cruzaba el suelo del pasillo a lo ancho. Debía medir tres metros de longitud y dos de anchura. En cuanto a profundidad... Miré hacia abajo. Oscuridad absoluta. Prefería no averiguar cuán profunda era.

Desesperada, busqué sin moverme algo que me permitiera cruzar al otro lado. Debía haber algo.

Tras unos segundos, vi una barra que se encontraba suspendida sobre la grieta, colgando del techo, agarrada firmemente con varas de metal verticales a ambos lados.

Tragué saliva. Hasta allí no llegaría ni de broma.

—Continúa...

Otra vez Poppy. Mi mente se aceleró. Tenía que salir de ahí. Ya.

Entonces, una idea en forma de rayo me iluminó. El Grab Pack. ¡Claro! ¿Cómo no se me había ocurrido antes?

Extendí la mano azul. Con un sonido débil de algo que choca contra metal, se agarró a la barra.

Me eché hacia atrás, frené, empecé a correr hacia delante... y salté. El Grab Pack no se soltó, pero me balanceé cual liana.

Nada más poner los pies en el suelo opuesto, sollocé de alegría.

Casi tiro la escalera a mi lado. Obviamente, estaba podrida. Qué asco. ¿Y los de la limpieza? ¿Ya no venían a trabajar? Que la fábrica estuviera en ruinas, abandonada, y casi seguro siendo usada como la morada de seres satánicos poseídos no significaba que dejaras de hacer tu trabajo.

Continué.

El largo pasillo daba a... una sala. Guau. Qué sorpresa. Nadie se lo esperaba.

En ella, lo primero que atisbé fue una figura de cartón de Huggy Wuggy, quien llevaba un Grab Pack y levantaba el pulgar, de nuevo sonriente. Bajo su mano ponía "pulsa aquí", y una sencilla flecha negra señalaba un para nada llamativo enorme botón rojo. Al lado de éste había un altavoz.

Dudé. ¿Y si pulsaba y venía Huggy Wuggy de entre los muertos a matarme y llevarme con Poppy y empezaran a comerme y matarme...?

Vale, no. Sacudí la cabeza. ¿Estaba Huggy realmente muerto? Sólo había visto una caída que casi seguro llevaba al infierno y que también casi seguro le había hecho desangrarse, a juzgar por el reguero de sangre que había dejado.

En resumidas cuentas: pulsé el botón.

Una risa masculina resonó por la sala. Me habría asustado, ya que era de Huggy Wuggy, si no fuera por dos cosas:

1-Salía del altavoz.

2-Era casi igual a la de Goofy, de Mickey Mouse.

"¿Does someone need a hug?"

Resistí la tentación de reírme. Le di de nuevo.

"Give me a biiig squeez."

Escuchadme bien—, nos dijo el jefe con la cara iluminada de la emoción. Tenía una nueva idea para la fábrica. —Tengo una idea genial.

Escuché murmullos desconfiados. Sus ideas no solían ser tan geniales como decía que iban a ser.

Hagamos carteles de nuestros personajes más conocidos.

Ninguno sabíamos qué decir. Levanté la mano.

¿A qué se refiere? ¿Pósters?

Me miró sorprendido.

No, aunque no es mala idea. Me la apuntaré para el futuro. Lo que quiero decir es: cartones a tamaño humano de nuestros personajes, con ellos como caricaturas. ¿Y sabéis lo que será lo mejor?

Negamos con las cabezas.

¡Hablarán! Pero no como Poppy-, se apresuró a añadir, interpretando correctamente nuestras expresiones—, sino diciendo frases, ya sean sobre ellos, o en relación con los clientes.

¿Y por qué hacen falta? —me atreví a preguntar.

¿Por qué no?

Dejé de pulsar el botón rojo y comencé a analizar la sala. Una pirámide de tres barriles bloqueaba una puerta. Extendí el Grab Pack y los tiré al suelo. Por suerte no se dañaron.

Pasé por la puerta. Era algún tipo de almacén. En forma de pasillo, claro. Las enormes estanterías me daban algo de miedo. Al fondo, en la pared, completamente visible, estaba.

Una llave.

Poppy Playtime Chapter 2: Fly in a webDonde viven las historias. Descúbrelo ahora